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"LA AMNISTIA HA SIDO UN ACIERTO"

En encuesta realizada recientemente por la firma CONSUMER, Luis Carlos Galán aparece como la segunda figura más popular, después del presidente Betancur. SEMANA lo entrevistó sobre algunos temas de actualidad.

6 de junio de 1983

SEMANA.: ¿El Nuevo Liberalismo piensa presentarse nacionalmente a elecciones de mitaca?
LUIS CARLOS GALAN.: La pregunta refleja que no hay idea clara sobre nuestra organización. El Nuevo Liberalismo tiene comités municipales en alrededor de 300 municipios y nos proponemos ampliar la cobertura nacional. Entonces es apenas lógico que estemos presentes en las elecciones del año entrante.

S.: Observadores políticos anticipan que en las elecciones de mitaca se van a presentar listas del santofimismo, del oficialismo liberal y del Nuevo Liberalismo. ¿Qué caudal de votación puede anticipar con respecto a estas tres corrientes?
L.C.G.: Hay que tener en cuenta, primero, que las elecciones de mitaca son muy especiales, porque tienen una inmensa influencia de los problemas locales y regionales. Por lo tanto, no permiten hacer una evaluación plena de la realidad nacional. Pero, de todos modos, tiene significado nacional y, en algunos sitios en donde el electorado puede ser más independiente, sirven de indicio sobre las tendencias políticas. Hay que pensar en la mitaca del año 72 donde López derrotó a Turbay en Bogotá y en la mitaca del año 80, cuando surgió por primera vez el NL.

S.: De todas maneras, el Nuevo Liberalismo en mitaca también va a medir fuerzas... ¿Entonces, qué pasa si en esa medición de fuerzas, hay una votación del oficialismo cercana a los dos millones como se ha calculado ?
L. C. G.: Entonces, no deberían angustiarse tanto por la unión liberal, si aspiran a tener 2 millones de votos... sin embargo, los veo bastante nerviosos, porque ya les demostramos en condiciones muy difíciles cómo había unas corrientes nuevas de opinión que lograron expresarse y cambiar la política colombiana. Creo que lo que pasa es que el oficialismo es una denominación general para una colcha de retazos gigantesca que existe. El oficialismo no existe como partido, como organización. Sencillamente, es el paraguas que cubre a una gran cantidad de protagonistas y de sectores que utilizan el nombre del partido liberal. Nosotros aspiramos a crecer en cifras absolutas y en cifras relativas, es decir, aspiramos a tener un mayor porcentaje de la votación total del liberalismo que la que logramos la última vez. Es decir, un poco más del 20% y aspiramos también a aumentar los 750 mil votos que logramos en las presidenciales. Sin embargo, pensamos que las elecciones no son solamente para verificar fuerzas sino para dar contenido al papel de los concejales y diputados, cuyas atribuciones reales son cada vez menores.

S.: ¿No cree que el movimiento nacional le ha quitado espacio político al partido liberal?
L. C. G.: No, el liberalismo es tan fuerte que se dió el lujo de crearnos a nosotros, de generar una fuerza de casi 800 mil votos; de darle a Lopez casi otra vez los 3 millones del 84, y, además, de entregarle a Belisario el medio millón necesario para que fuera el Presidente de la República. Todo eso lo hizo el partido liberal. Lo más curioso fue que no se los dio al más liberal de los candidatos, el doctor Molina.

S.: ¿Qué pasará, por ejemplo, si Santofimio logra una votación similar o superior a la del Nuevo Liberalismo?
L. C G.: Eso es fanta-política.

S.: ¿Ha abandonado la idea de la consulta popular directa?
L. C. G.: Yo creo que esa idea nunca se puede abandonar, siempre la hay, siempre está planteada.

S.: Asumiendo que haya Convención ¿estaría dispuesto a asistir a ella?
L. C. G.: Es que no sabemos quienes son los que deben ir a una Convención, esas son etapas que no se pueden predecir.

S: ¿Cómo explica que Fabio Lozano y Hernando Agudelo Villa hayan abandonado las filas del liberalismo?
L.C.G.: Ellos no fueron del Nuevo Liberalismo. Pienso que todo el mundo tiene derecho a ser independiente. Lo que no entiendo es por qué, si eran independientes, aceptaron figurar en las listas del Nuevo Liberalismo.

S.: ¿Qué opina con respecto a la posibilidad de que Fabio Lozano sea candidato a la presidencia?
L. C. G.: Prefiero no comentar sobre eso.

S.: Haciendo abstracción de su propio nombre, ¿piensa que Virgilo Barco podría ser candidato de unión?
L.C.G.: Era desde 1981 un magnífico candidato. Lástima que otros sectores del liberalismo no lo hubieran respetado y no hubieran permitido la convergencia en torno a ese nombre. Sin embargo, pienso que es prematuro hablar de candidaturas.

S.: Y hablando de candidaturas, la semana pasada por radio el doctor Pastrana dejó la puerta abierta para una candidatura de
él. ¿Qué opina al respecto?
L. C. G.: Yo admiro y quiero mucho al doctor Pastrana y deseo que no vaya a cometer semejante error.

S.: ¿ Usted piensa lanzar nuevamente su candidatura?
L. C. G.: A la gente le encanta hablar de política como quien va al hipódromo. Apuesta para ver quién puede ser el ganador. Eso es importante, pero es más importante que haya hipódromo, que haya carrera. Por eso ni reduzco la política a eso, ni descarto esa posibilidad.

S: ¿Hasta qué punto está comprometido con el gobierno?
L. C. G.: Estoy consciente de que el gobierno necesita apoyo. Por eso nosotros, desde el comienzo, definimos nuestra posición como de apoyo externo. Y no nos hemos movido, como otros grupos, de esa fórmula que planteamos. Hay quienes han tenido las tentaciones de la oposición, pero la han replanteado al darse cuenta de que no da dividendos políticos, como son los casos de López y Santofimio. Al gobierno hay que apoyarlo por la naturaleza y la profundidad de la crisis que estamos viviendo, pero la democracia necesita defender alternativas.

S: Se dice que la amnistía ha sido el gran fracaso político del gobierno. ¿Usted qué opina?
L. C. G.: Yo creo que ha sido uno de sus grandes aciertos, porque la amnistía no era por sí misma una forma política para lograr la paz, sino un instrumento para lograr un clima político y lo logró. Replanteó el problema de la confrontación gobierno- subversión y lo modificó por completo. Cambió el panorama de la opinión pública. Esto demuestra que la amnistía cumplió un efecto político muy profundo que todavía no podemos asmilar. Ayudó a crear un clima para el manejo de una etapa tan difícil. Si no hubiera amnistía y se hubieran agudizado las contradicciones entre gobierno y subversión por la vía violenta, sin que el gobierno contara con apoyo de la opinión pública, los problemas sociales y económicos habrían sido muchísimo más difíciles de manejar. Lo difícil es calificar la amnistía no por lo que generó unicamente, sino por aquello que impidió.

S.: ¿Cómo evalúa la posición del M- 19?
L.C.G.: Yo lamento que la línea dura hubiera ganado. Porque creo que lo que llamaban la línea moderada tenía una nocion más objetiva de la realidad política del país y hubiera podido cumplir un papel político muy interesante.

S.: Hay quienes afirman que el movimiento nacional le habría quitado espacio político al M-19 y que éste en el Congreso no podía jugar un papel relevante...
L.C.G.: Ese es el reto que tiene naturalmente quien ha usado las armas y debe pasar a una lucha institucional. En ese proceso, se cometieron muchos errores en el manejo de la opinión pública por parte de los medios de comunicación. Por ejemplo, confundieron la aceptación de la amnistía como la entrega de los guerrilleros, dándole una imagen de rendición y sometimiento que no respondía al espíritu de la amnistía. Entonces era explicable que los ofendiera, les incomodara. Lo que la amnistía buscaba era un replanteamiento, precisamente con tal respeto a los protagonistas, que se aceptaba olvidar los delitos cometidos en aras de que pudieran participar en un proceso político normal.

S.: ¿Pero si no hay reglas de juego, un estatuto de partidos de oposición para poder entrar en un juego político legal?
L.C.G.: Ahí está el problema fundamental. Donde hay compra de votos, donde hay manipulación de burocracia, donde hay ventajas por parte de quien tiene más dinero frente a sectores políticos que no tienen las mismas fuentes de financiamiento, y cosas por el estilo, pues no hay elecciones verdaderamente libres. Entonces, quien compra votos, quien trafica con cargos públicos, está generando violencia en el país, porque está destruyendo la libertad del sistema electoral y por lo tanto está creando motivos para que determinados sectores políticos piensen que por esa vía nunca van a lograr la expresión, ni la defensa verdadera de sus ideas. Entonces consideran que lo único que podrán hacer es acudir a las armas para buscar el poder.

S.: ¿Piensa que Colombia puede asumir una posición de liderazgo en el conflicto centroamericano ?
L.C.G.: Sin estar afanado por ser líder, puede hacer un aporte muy importante. Con ideas serias bien planteadas, que impliquen respeto verdadero a todos los países de América Latina o a la mayoría de ellos, Colombia tendrá una influencia muy grande para bien de América Latina y para bien suyo. Creo que el tema centroamericano es completamente nuevo en la política colombiana en términos de la relevancia que debe dársele. Los partidos deben trabajar en ese tema. En América Latina está organizada la Iglesia, están organizados los militares, están organizadas las guerrillas. Pero no están organizados los partidos democráticos. Por eso, frente a todas esas tesis de la Internacional Socialista o de los No Alineados veo que tienen aspectos válidos y positivos, pero pienso que ahí no está la prioridad. Para mí la prioridad, desde el punto de vista de política exterior, está en América Latina.
S.:¿Qué ventajas le encuentra a la vinculación con los no Alineados?
L.C.G.: Los NOAL tienen sentido en la medida en que nos sirva para unirnos más al resto de latinoamericanos, no para separarnos de ellos. Una abrumadora mayoría de los NOAL pertenecen a países asiáticos y africanos que están bajo la influencia de los intereses árabes y africanos. Ahí los intereses de America Latina tienen una influencia muy relativa todavía, muy modesta. Puede ser que si todos los paises de A.L. entraran a los NOAL cambiarían algunas cosas. Yo creo que el problema no está en que los partidos busquen esas alineaciones sino en que se organicen con los demás países, que nos preocupemos por los partidos que están en el exilio, que nos preocupemos por los dirigentes de los países que tienen elecciones en América Latina.

La contradicción más importante de América Latina no está en este momento entre los demócratas cristianos, los social demócratas, los liberales, conservadores... No. Esta entre los totalitarios y los demócratas. Cuando hayamos resuelto el problema de los totalitarios, podremos manejar las contradicciones dentro de los demócratas.

S.: ¿Es partidario de las relaciones con Cuba?
L.C.G.: Si, siempre y cuando que Cuba se comprometa a no intervenir en asuntos internos de Colombia.

S.:¿Cree que algunas de las medidas que ha tomado el gobierno -creación del Fondo de Capitalización, democratización de la banca y baja de las tasas de interes- están repercutiendo positivamente en la reactivación de la economía?
L. C. G.: Creo que, en principio, están bien inspiradas y obviamente bien intencionadas, pero sus alcances son modestos. Estamos viviendo el semestre más difícil. Hay un clima de desconfianza frente al contexto económico, por el temor, por ejemplo, a una devaluación masiva, y de desconfianza sobre el clima social y político, por la proliferación de secuestros y los problemas para los inversionistas. Pienso que si el gobierno le da recursos especiales a determinados sectores para ayudarles a superar sus dificultades, esos dineros no deben ser para los empresarios actuales, sino que deben generar procesos de democratización de las empresas subsidiadas. El subsidio no debe ser para que sobrevivan los mismo factores del poder.

S.: Se dice que la gravedad de la situación es tal y la popularidad personal de B.B. tan grande, que son factores que han contribuido para que no se estructure una oposición sólida.
L.C.G.: Indudablemente, pero a eso se agrega que en Colombia falta mayor educación política para entender la noción de lo que es la oposición en la democracia. Además, el país considera que no debe debilitarlo y, además, hay en el país un régimen presidencial muy poderoso. Nosotros tenemos aquí un rey cada 4 años. Y como el "rey" es cordial, simpático, de excelentes relaciones humanas, pues eso lo hace más poderoso y le permite que el gobierno se desgaste, sin desgastarse él. Claro que, a la larga, un desgaste del gobierno, terminará desgastando al Presidente, especialmente si las cosas continúan tan difíciles como ahora. Lo que pasa es que en el caso de B.B. la nación ve en él a un hombre bien intencionado y, por el momentó, el país no le pide ni milagros, ni aciertos.