Especiales Semana

“La corrupción corroe al Estado y a la sociedad”

El ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus habla de las claves que tuvo para crear confianza entre los ciudadanos con la administración pública.

21 de junio de 2009

SEMANA: ¿Cómo se construye confianza en lo público?

ANTANAS MOCKUS: Si en Colombia a un auditorio lleno se le pregunta si creen que más de la mitad de los funcionarios son corruptos, la mayoría levanta la mano, salvo que sea de empleados del Estado. Incluso, si se hiciera lo imposible y se llevara la corrupción al 10 por ciento, eso también tendería a derrumbar la administración pública, la confianza social de la población en sus funcionarios, y eso es lo que está pasando. Es necesario recuperar la moralidad de lo público.

SEMANA: ¿Cómo se manifiesta esa desconfianza de los ciudadanos en la administración pública?

A.M.: Cuando la corrupción es la norma que impera, aparecen prácticas que culturalmente terminan siendo aceptadas. Una de ellas es el clientelismo de un grupo político o de una familia, que reemplaza las normas legales por unas en las que los cargos, los contratos y demás son provistos de una manera políticamente calculada y entendida como un intercambio de favores, en principios como: “Si tú me apoyas yo te nombro a tal recomendado”, “le hago un favor, pero me queda debiendo”.

SEMANA: ¿Y eso qué tiene que ver con la confianza?

A.M.: En un mundo de favores, la confianza es un favor que se paga con otro y se retira con facilidad. Las dos veces que fui alcalde, con mi equipo decidimos jugar conforme al reglamento escrito, a la ley, a evitar el atajo, la trampa, el favorecimiento político. Y eso terminó por disparar la confianza de los bogotanos en su administración y en su ciudad, se creó una cultura tributaria, un principio de jugarle legal a la ciudad, porque sabían que ésta no los iba a traicionar.

SEMANA: ¿Y dónde cree que estuvo el secreto para crear esa confianza?

A.M.: Además de seguir el ‘reglamento’, confié en mi equipo de gobierno y en mi equipo técnico. Volvimos inconcebibles las prácticas clientelistas. Si uno de ellos la embarraba, estaba dispuesto a que cayeran sobre mí cantidad de maldiciones.

SEMANA: ¿Qué ejemplos concretos podría decir que crean confianza de los ciudadanos con su administración?

A.M.: Con los Cades y Supercades no sólo se les presta un buen servicio a los ciudadanos, sino que se crea una relación de confianza entre la administración y los ciudadanos. Allí reciben un buen servicio, tienen de cerca a los funcionarios para servirles y pueden pagar sus servicios e impuestos.

SEMANA: ¿Cómo ve la confianza actual de los bogotanos con la administración?

A.M.: Hay un cierto efecto de inercia. Cuando uno aprende a confiar, uno no quiere desconfiar. En la ciudad pasa eso. Mucha gente quisiera mantener la confianza que se alcanzó y eso se nota, por ejemplo, en el pago del impuesto voluntario. La desconfianza extrema es muy corrosiva socialmente: le sirve al corrupto, ‘legaliza’ la corrupción y crea una resignación de que las cosas se deben hacer, no como dice la ley, sino como otros lo dicen. En este país debemos crear la cultura de confiar en las instituciones y no en los funcionarios, sobre quienes es necesario mantener una desconfianza pequeña, una especie de control social sobre lo que hacen. La tendencia en la sociedad moderna es a no depender de la confianza de los individuos sino de las instituciones. Yo me monto a un avión de Avianca porque confío en que la empresa controla que el piloto no esté borracho. Por eso le perdí la confianza al Partido Conservador, porque con lo de Yidis y Teodolindo quedó claro que no hicieron la tarea de seleccionar a buenos candidatos, y una vez apareció el escándalo, ni siquiera fueron drásticos con ellos, de decir: “Nunca más”.