Especiales Semana

LA COSTA

11 de marzo de 1985

UN TURISMO ANTICHANCLETERO
Por años nuestras playas del norte se han visto invadidas por el llamado "Turismo de chancletas", de radiograbadoras a todo volumen, cachuchas y camisetas estampadas. Hay una nueva modalidad de turismo que puede resultar muy interesante para todos los colombianos.
Playas, mar, sol y gente alegre no es lo único que tiene la costa. Tampoco termina su inventario con los vallenatos, Macondo, y la Guajira. En toda la costa colombiana, de Uraba hasta la Guajira, hay algo demasiado importante para los colombianos o extranjeros, para el visitante que viene de países con estaciones frías o para quien viaja del interior del país cada año para darle la cara al sol. Es nuestra historia. En la Costa Atlántica están nuestros mayores testimonios de la vida nacional y de tiempos aún más remotos, cuando en lo que hoy es este país los animales y nuestros antepasados nativos vivían en paz y armonía. Le invitamos hoy a hacer un nuevo recorrido turístico por todos aquellos lugares que seguramente ha visitado tantas veces, pero bajo una mira distinta.
Aterricemos primero en "Ciudad Perdida" en medio de la Sierra Nevada de Santa Marta, considerada la montaña de litoral más alta del mundo y albergue de antiguas y actuales culturas indígenas, los tayronas en tiempos inmemoriales y los indios Kogui hoy en día. Hace algún tiempo se descubrió entre la Sierra y el Parque Nacional Tayrona, un grupo de asentamientos de piedra considerados como el más grande hallazgo arqueológico de los últimos tiempos. Allí las ciudades levantadas en terrazas guardan una armonía perfecta con la naturaleza, no solamente en una compleja distribución urbana, sino permitiendo además el paso del agua, con lo cual se ha evitado la erosión durante siglos.
Después sería conveniente visitar el Parque Tayrona, con sus playas, sus grandes rocas, y todos los vestigios de un pueblo luchador,inteligente y creativo que nos dejó su herencia.
En Santa Marta, encontramos muchos otros sitios de interés histórico, como su hermosa Catedral, en donde reposaron los restos de Simón Bolívar antes de ser llevados a Venezuela, o la Casa de la Aduana, acondicionada hoy en día como Museo del Oro, y por supuesto, La Quinta de San Pedro Alejandrino, donde vivió y pasó sus últimos días el Libertador.
Y llegamos a Barranquilla, donde la desembocadura del Río Magdalena nos evoca toda una época de esplendor y actividad comercial, puerta por donde entraron grandes influencias, mercancías y mucho lujo del viejo continente.
En Cartagena la escala debe ser más prolongada. Es allí donde se encuentra historia en cada calle, en cada casa, en cada fachada. Las murallas, los baluartes y las bovedas construidas a partir del año 1586 por el ingeniero italiano Bautista Antonelli, son el marco del gran documento histórico que es la ciudad, y el Castillo de San Felipe es su capítulo principal. Pero además están el Fuerte del Pastelillo, donde hoy funciona el "Club de Pesca" y el de "San Fernando", el Palacio de la Inquisición, donde hoy funcionan la Academia de la Lengua y los museos Antropológico y Colonial; la Torre del Reloj, donde antiguamente se encontraba un puente que conectaba el barrio de Getsemaní con la ciudad amurallada; la casa del Marques de Valdehoyos; el Bodegón de la Candelaria, donde cuentan que un día se le apareció la Virgen a Fray Alonso de la Cruz para decirle cómo debía construir el convento de la Popa; y el Museo de Oro que funciona en una casona de la Plaza de Bolívar.
En el campo religioso encontramos el Monasterio de San Pedro Claver, construido por los jesuitas en la primera mitad del siglo XVIII, la Catedral, iniciada en 1.575; el Templo de Santo Domingo de finales del siglo XVI y el convento de la Popa, en lo alto del cerro del mismo nombre.
Pero además de este recorrido sería conveniente visitar los pueblitos costeños. Descubrir las raíces del vallenato, comer los famosos raspados, y echarse una tarde en una banca de un parque a la sombra de un árbol. Es allí donde se encuentra la verdadera historia de un pueblo alegre y rumbero que nos ha dado a los colombianos muchas glorias.