Especiales Semana

LA NOCHE EN QUE NACIO SEMANA

El 24 de octubre de 1946, Alberto Lleras y el armador Alvaro Forero trabajaron 30 horas sin descanso para sacar el primer ejemplar de la revista SEMANA. Forero, el único sobreviviente de esas titánicas jornadas..

5 de febrero de 1990

Ustedes, los periodistas jóvenes, no se imaginan lo que era hacer una revista en 1946. Como sería de difícil que el día que yo conocí al doctor Alberto Lleras, lo primero que hizo fue preguntarme "¿Tú si crees que podemos sacar una revista semanal?" La pregunta no era absurda, pues se requería trabajar de corrido desde las 7 de la mañana del martes a las 2 de la tarde del miercoles, es decir, más de 30 horas en las que todo el trabajo pesado comenzaba a las 8 de la noche y terminaba a las 8 de la mañana del día siguiente.
Por esto yo le contesté: "si usted lo que necesita es alguien que pase toda la noche trabajando, la persona soy yo". Lo que nunca me imaginé es que el fuera a pasar la totalidad de esas noches trabajando hombro a hombro conmigo. Al fin y al cabo, yo era un muchacho joven comenzando una carrera y el ya era un ex presidente de la República, ya que a los 39 años había reemplazado al doctor López Pumarejo después de su renuncia y había ejercido el poder hasta la caída del Partido Liberal, un año después.
En ese momento, la revista no tenía sede ni financiación de ninguna clase. Como yo recuerdo, el doctor Lleras había hablado con el doctor Benjamín Villegas, gerente de la Litografía Colombia, y habían acordado una sociedad en la que el ex presidente ponía el trabajo y el doctor Villegas ponía las máquinas. Como gerente nombraron a un muchacho que apenas superaba los 20 años llamado Abdón Espinosa Valderrama. El doctor Lleras,el doctor Espinosa, la secretaria Alicia Ortíz Gamboa y yo éramos, en la práctica, las personas que debíamos sacar el primer número de SEMANA.Trabajamos en las oficinas de la Litografía, es decir al lado de las máquinas de impresión. El primer día de trabajo, un martes, el ex presidente llegó a las 8 de la noche. Estaba algo tenso, pues, al fin y al cabo, se estaba jugando su prestigio en lo que no era más que una aventura. Llegó de corbata. Aunque todos los periodistas en las faenas nocturnas son muy informales, el siempre guardo su dignidad de ex presidente. Me saludó muy cordialmente y me dejó entender desde ese momento que prácticamente arrancábamos de cero. Fuera de algunos pocos artículos de otras personas que eran temas fríos, la casi totalidad de la revista la pensaba escribir el esa noche y yo tenía que armarla.
Días antes me había traído la revista norteamericana Time y me había dicho: "Alvaro, quiero que me copie exactamente el diseño y el formato de esta revista". Fuera de la carátula, que se quiso diferenciar de Time, la armada interior debía ser idéntica. Con esas instrucciones yo había organizado todos los elementos necesarios para medirme a lo que fuera.
Como ese trabajo nocturno siempre va acompañado de una comida muy sencilla e informal, yo me preocupé por la condición del doctor Lleras y con el doctor Villegas decidimos comprarle un bonito plato, una tasa y una cuchara. Era simplemente una precaución porque no sabíamos si iba a comer allí o no. El, apenas llegó, comenzó a escribir sin parar hasta las 12 de la noche. A esa hora nosotros comenzamos a comer y él exclamó: "¿Y a mi no me van a dar nada?". Le servimos su sánduche de queso y su café y cuál no sería la sorpresa cuando se sentó con su plato al lado nuestro a conversar. Desde ese momento me llamó la atención como siempre podía ser tan distante pero tan cálido al mismo tiempo. No era un hombre vanidoso y no tenía pretensiones frente a uno, pero él estaba en su puesto y uno en el de uno.
Una de las cosas que más recuerdo de esa noche fue su actitud frente a los linotipístas. En esa primera noche revisó los textos de los tres linotipístas e inmediatamente captó cuáles eran los errores de cada uno de ellos. De ahí en adelante no hubo necesidad de marcarle las tiras porque, son solo mirarlas, ya sabía a cual de ellos correspondía cada una. Más tarde tenía que escribir un artículo sobre béisbol.Eran las épocas de "Petaca" Rodríguez y su equipo, y el doctor Lleras no sabía nada sobre ese deporte. En una vieja enciclopedia que yo le conseguí, había unos pocos párrafos que explicaban a grandes rasgos lo que era ese juego. Lo leyó rápidamente cogió su máquina y escribió dos páginas de la revista sobre el tema, com si fuera un experto.
Esa noche escribió casi toda la revista y lo que no escribió, lo corrigió lo puso en su estilo, escogió las fotos y puso los pies de fotos. Durante todo el tiempo que estuvo al frente de SEMANA él fue el corrector. Corregía en originales, en galeras, en páginas armadas y pruebas de máquina. La única persona en quien delegaba e derecho a la corrección era a su secretaria, Alicia Ortíz Gamboa.
A las 11 de la mañana del día siguiente, sin haber dormido ni un segundo y con la corbata en su puesto se retiró de los talleres de la litografía Así salió la primera SEMANA, con el doctor Mariano Ospina Pérez en carátula.
Con muy pocas modificaciones, así trabajamos de corrido durante 29 noches para sacar las 29 revistas que se hicieron bajo su dirección. Creo sin exagerar, que esos números son clásicos del periodismo colombiano y soy testigo de que las escribió todas un solo hombre. Cómo sería el prestigio de esas publicaciones, que la revista sobrevivió 14 años sin su presencia. Por allá pasaron Juan Lozano, Hernando Téllez, Edy Torres, Belisario Betancur, Mario Laserna, Mauricio Obregón, Luis Sornosa, Alberto Montezuma y Alberto Zalamea. De todos ellos, el único que trasnochaba como lo hizo el doctor Lleras fue Belisario Betancur, quien con su pasión godificó la revista. Habíamos comenzado con un tiraje de 30 mil ejemplares y cuando el llegó habíamos bajado a 10. Pero, al pasarla del rojo al azul, Betancur la bajó en apenas tres números a 5 mil ejemplares. Si se escribía deportes era porque los jugadores eran conservadores.
Con todos habría muchas anecdotas para contar. Pero como ustedes preguntan por el doctor Lleras, les digo que como él no hubo ninguno.