La oruga mágica

Desde hace 30 años, en su casa de Envigado (Antioquia), Alberto González cría mariposas en libertad y comparte el sorprendente proceso de su metamorfosis con niños y jóvenes que se animan a sembrar las plantas hospederas en sus jardines o solares. Allí crean pequeñas reservas en las que los insectos se multiplican, y evitan la amenaza de extinción que acecha a algunas especies.

A través de estos talleres gratuitos el ingeniero químico contribuye a cuidar el planeta y enseña a sus alumnos a amar la vida. Dice que un hombre que aprenda esto desde su infancia tiene menos posibilidades de ser corrupto, violento o explotador de los recursos.

Por su casa han pasado cientos de niños que al principio les temen a 'los gusanos'. Pero Alberto les advierte que es una oruga mágica. Le da una a cada participante y les enseña a cuidarlas. Cuenta que viven el proceso hasta que su gusano se transforma en una crisálida de la que brotará la esperada mariposa, ansiosa por volar. Pero antes de liberarla, le pueden confiar un anhelo. ¿Qué es eso?, preguntan los pequeños. "Un deseo no material. Un deseo del corazón", les contesta su guía.

Hace tres años, Alberto llevó sus talleres a Santa Fe de Antioquia. Allí creó una reserva para la conservación del patrimonio de mariposas. Por eso comenzó a recorrer con los niños sen­deros y rastrojos en los que viven, se alimentan y depositan sus huevos. Después, el Museo Juan del Corral adoptó el programa. El proceso tardó un año y medio, y con ayuda del Ministerio de Cultura, los pequeños investigadores expusieron el inventario de mariposas diurnas de Santa Fe de Antioquia. Documentaron veinte especies. Actualmente el equipo sigue con sus investigaciones. Ya han encontrado diez nuevas.

Alberto asegura que los niños que aprenden a cuidar la naturaleza son seres especiales. "Crecerán con una visión diferente del mundo, en la que priman el respeto y la solidaridad y por eso serán mejores gobernantes".