Especiales Semana

La plaga de los guaqueros

A pesar de que existe una legislación que protege el patrimonio arqueológico, las autoridades locales y regionales no siempre la conocen o la hacen cumplir.

Álvaro Botiva Contreras*
25 de junio de 2005

Colombia no es ajena a la globalización de los últimos tiempos, en un mundo de economía abierta, con tendencia a fronteras cada vez más invisibles. Cabe preguntarse qué papel desempeña en ella el patrimonio cultural y más específicamente el patrimonio arqueológico, existente en todo el territorio colombiano y que documenta nuestro pasado histórico.

Si bien el Patrimonio Arqueológico es la evidencia de sociedades específicas, su conjunto corresponde a la humanidad. Los vestigios arqueológicos existentes en Colombia como el arte rupestre, anillos de vivienda, caminos, eras de cultivo, instrumentos de piedra, vasijas de cerámica, representaciones antropomorfas y zoomorfas, piezas de orfebrería y muchos otros restos culturales, carecen de sentido si no se conocen los vínculos temporales y espaciales, el contexto sociocultural y ambiental (organización social, política, economía, medio geográfico), y el simbolismo que representan.

El patrimonio cultural tiene valor histórico e identidad intrínseca, es fuente de creatividad y conocimiento. De las sociedades del pasado provienen las raíces, costumbres y tradiciones que conforman nuestra diversidad cultural (hoy, Patrimonio Común de la Humanidad), como legado, memoria e identidad, por lo que se debe preservar, conservar y transmitir a las nuevas generaciones.

El arte rupestre es evidencia arqueológica que permanece en su sitio original, visible a todos, con carácter de escritura sagrada que permaneció incólume al paso del tiempo hasta la llegada del hombre 'letrado', quien con celeridad indescriptible lo altera y destruye.

La historia nacional se comienza a escribir a partir de la llegada de los europeos en el siglo XV, desconociendo los valores organizacionales y vivenciales de los indígenas. Lo indígena es percibido como un conglomerado de salvajes, con la colonización y Conquista buena parte de la población desaparece, de ella sólo queda antigüedades exóticas, con lo cual se genera una brecha entre 'ellos' y 'nosotros'. Por ello es comprensible que al retomar lo indígena por Constitución, como uno de los baluartes nacionales a través de la formulación de leyes de diversidad y conservación, su aplicabilidad sea nula y prevalezca la indiferencia respecto al patrimonio arqueológico.

Quinientos años de colonización, desarrollo y destrucción han permitido que todavía se encuentren vestigios arqueológicos y se observen manifestaciones históricas y artísticas. No obstante es imperativo emprender acciones encaminadas a su preservación. De ahí la importancia de que las comunidades locales, enmarquen el conocimiento acerca del patrimonio arqueológico, dentro de sus propios procesos sociales en curso y a partir de sus referentes de significación.

De otra parte la guaquería (es decir, el saqueo de tumbas prehispánicas, inicialmente sólo piezas de oro), se practicaba desde la época prehispánica, luego los colonizadores españoles mediante la Cédula Real institucionalizan el saqueo de 'oro de los indios' con un porcentaje para el guaquero y otra para la corona. Con la colonización antioqueña se acentúa la guaquería. Con el oro de guaca se financia buena parte de los asentamientos del Eje Cafetero.

Años más tarde el saqueo a los sitios arqueológicos se acrecienta en busca de beneficios económicos a través de la venta de piezas de oro, cerámica y piedra. Aún hoy persiste una fuerte tradición de guaquería y destrucción sistemática de evidencias arqueológicas ante la mirada complaciente y negligente de las autoridades regionales, a pesar de existir leyes específicas de conservación y contra la guaquería y el tráfico ilícito de bienes culturales.

El patrimonio arqueológico está declarado en la Ley 397 de 1997, Ley General de Cultura con su decreto reglamentario 833 de abril de 2002, que define las estrategias para su defensa, delega en las entidades territoriales la protección y manejo de su patrimonio cultural.

Es tarea del Grupo de Arqueología y Patrimonio del Instituto Colombiano de Antropología e Historia divulgar y publicar toda información existente sobre patrimonio arqueológico y fomentar así su valoración como bien cultural para promover la conservación del patrimonio arqueológico. En ese ámbito desde el año 2000 el Icanh y la Secretaría de Cultura de Cundinamarca han publicado material educativo y realizado 30 talleres sobre arte rupestre, encaminados a que la comunidad de los municipios conozca las manifestaciones prehispánicas existentes en ellos, las valore, resignifique y preserve.

El Estado tiene la obligación de proteger y preservar los bienes culturales, propiedad de la Nación, divulgar su existencia y publicar información pertinente. Así mismo, es derecho de cada ciudadano colombiano conocer su patrimonio, disfrutarlo y, su deber, protegerlo. *Investigador del Instituto Colombiano de Antropología e Historia.