Especiales Semana

LA REVOLUCION DE MARZO

9 de abril de 1990

La política en Colombia acaba de vivir una revolución. En un país en donde nada parecía cambiar, el escenario de la política no volverá a ser el mismo. Por primera vez en la historia de Colombia el mito del voto independiente se volvió realidad. Y se volvió realidad en una forma tan apabullante que hace pensar que llegó para quedarse. La maquinaria liberal, que desde 1930 había manejado los destinos políticos del país, no sólo fue derrotada por César Gaviria a nivel nacional, sino por decenas de dirigentes locales. El pueblo votó por quien se le dio la gana y no por quien le señalaron los caciques.
Los ejemplos abundan. En Bogotá, Galán, como el Cid Campeador, ganó después de muerto. En Barranquilla,un candidato conservador apoyado por Fuad Char, le amargó la vida al escogido por dos de los tres senadores liberales y los dos conservadores de ese departamento. En Ibagué sucedió algo si milar con un candidato cívico respaldado por un sindicato antisantofimista. En Bucaramanga, por segunda vez consecutiva, el grupo de la Contraloría fue derrotado en su feudo.
La elección popular de alcaldes, la consulta popular para la selección de precandidatos de los partidos y la introducción del tarjetón electoral para la elección de Presidente, están haciendo que la democracia en Colombia, que siempre había sido formal, haya comenzado a ser real.
Todos esos cambios apuntan hacia un relevo generacional masivo. No sólo se verán caras nuevas en los automóviles oficiales, sino que esas caras serán jóvenes. Y eso comenzando por la Presidencia de la República. Ya sea que César Gaviria o Rodrigo Lloreda triunfen, la banda presidencial será ceñida por un hombre menor de 50 años.
El triunfo de César Gaviria, de extenderse a la Presidencia, es un mandato categórico para modernizar el país. Igualmente es un mensaje al narcotráfico y a la guerrilla, en el sentido de que los colombianos de bien están hastiados de ambos. Pero para Gaviria y los demás que llegaron, el triunfo constituye también un enorme compromiso: colocar a Colombia a las puertas del siglo XXI.