Especiales Semana

La sicología de la crisis

El gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, habla de cómo las bonanzas y las crisis económicas generalmente nacen del factor humano que pocas veces es tenido en cuenta.

21 de junio de 2009

SEMANA: ¿Cuáles cree que fueron las principales causas de la actual crisis financiera mundial?

José Darío Uribe: Son muchas, pero quiero resaltar tres. La primera causa que explica la crisis fue la debilidad en el esquema regulatorio y de supervisión financiera en muchos países; la segunda, un período extenso de bajas tasas de interés, y la tercera fue la sicología humana.

SEMANA: ¿Qué tiene que ver la sicología humana con todo esto?

J.D.U.: Sí tiene que ver, y mucho. La gente tiende a creer que los tiempos buenos continuarán en el futuro. Eso los lleva a no valorar correctamente el riesgo y a tomar decisiones equivocadas, tanto de consumo como de inversión. La crisis de los sub prime es un claro ejemplo de eso: cerca del 20 por ciento de los nuevos créditos hipotecarios que se otorgaron en Estados Unidos en la primera mitad de esta década se los dieron a personas que no tenían una historia sana de crédito, ni capacidad de pago ni ingresos claramente documentados. Esos mismos créditos fueron titularizados y vendidos a otros inversionistas, en un apetito económico voraz que no permitió medir el riesgo. Sólo veían la bonanza. Hasta cuando la burbuja se reventó. Eso tiene que ver con la sicología humana, que piensan que la bonanza es infinita, que la fiesta nunca se va a acabar.

SEMANA: ¿Y qué pasa con la sicología en las crisis?

J.D.U.: Cuando los tiempos son malos y las expectativas que tenía inicialmente la gente prueban ser incorrectas, la aversión al riesgo aumenta muy por encima de los niveles normales. Domina entonces el pesimismo. Esto es lo que estamos viendo en el último año: pasamos de la euforia y la bonanza económica a una aversión al riesgo, que en algunos casos es exagerado.

SEMANA: ¿Desde cuándo los economistas saben de estos ciclos?

J.D.U.: A mediados del siglo XIX el filósofo y economista John Stuart Mill lo tenía muy claro. En su libro de principios de economía política decía con gran precisión que en los períodos de euforia y optimismo general se presentaba una expansión muy fuerte del crédito, en la que terminaba prevaleciendo un sentimiento, si no estoy mal, aventurero. Esto llevaba a la gente a tomar más crédito del que efectivamente podría responder, y al sistema financiero a otorgárselo. Y también decía que en los momentos de caída de la economía ocurría el fenómeno contrario, al crear un pánico tan irracional como la sobreconfianza que se había generado en el período de bonanza. Adam Smith decía que la gente siempre tendía a sobreestimar la probabilidad de ganar, y subestimar la probabilidad de perder.

SEMANA: Estas borracheras y esos guayabos, ¿qué lecciones dejan por lo que ha ocurrido en el país?

J.D.U.: Cuando el Banco de la República comenzó a ver que el crédito de consumo crecía a tasas cada vez mayores, incluso al 40 por ciento anual, se hizo evidente que existía el riesgo de un exceso de gasto y de endeudamiento en la economía. La respuesta fue aumentar las tasas de interés, imponer la medida de encaje marginal y restringir el endeudamiento externo de corto plazo.

SEMANA: ¿Y cuándo comenzó el guayabo?

J.D.U.: Al contrario, con esas medidas logramos evitar que la economía entrara en un estado de euforia irracional. Eso explica que Colombia, a diferencia de muchos países industrializados y emergentes, tenga un sistema financiero sano y cuente con la capacidad para retomar su senda de crecimiento en la medida en que mejoren las condiciones externas y los niveles de confianza.

SEMANA: Algunos han dicho que la crisis colombiana es más de confianza que económica.

J.D.U.: Yo sí creo que eso está pasando en Colombia y en varias partes del mundo. Por fortuna, la economía colombiana reaccionará muy pronto, una vez la confianza regrese.