Especiales Semana

LA VERDADERA GRANDEZA DE BOLIVAR

Los ésfuerzos por evitar que la sociedad americana cayese en la anarquía constituyen, quizás, la dimensión más apasionante del Libertador

JUAN DIEGO JARAMILLO
22 de agosto de 1983

"Soy irremplazable. Ni yo mismo podría sustituirme. Soy el hijo de las circunstancia", afirmaba Napoleón para hacer énfasis no en la grandeza indudable de su propia figura sino en la confluencia de elementos revolucionarios y extraordinarios que determinaban el nacimiento de un nuevo orden político, y social, y el atomizamiento del ancien régime. Con Bolívar, en cierto modo, sucedería otro tanto. Reunía en su compleja personalidad y en su vertiginosa figura todos los atributos de la grandeza, entre ellos el carácter, de ser insustituible para su misión y para su tiempo. "El grande hombre -dice Burkhardt- -es aquel sin el que el mundo nos parecería incompleto, pues sólo a través de él son posibles dentro de su tiempo y de su medio determinadas realizaciones grandes, de otro modo inconcebibles... Sólo son únicos e insustituibles aquellos hombres dotados de una energía intelectual o moral enorme y cuya actuación se dirige a la colectividad, es decir a pueblos enteros o a culturas enteras y hasta a la humanidad en su conjunto ".

TRIPODE
Bolívar hace parte con Miranda y con Antonio Nariño del trípode fundamental de la revolución americana, siendo el único de los tres que sobrevivió a los primeros alzamientos y dominó, a todo lo largo, el proceso intelectual y militar de la sublevación del que habían sido precursores aquéllos. las "guerrillas" americanas y el que dotó a la Revolución de una respetabilidad internacional -iniciadora de nuestra diplomacia- que habría de resultarle vital en años posteriores. Nariño la dotó de contenidos intelectuales y de formas políticas. Bolívar retoma de ellos los impulsos iniciales y lleva a su épica culminación la gesta militar -que es la independencia- y la fundación republicana de los Estados- que es la libertad. Su formidable energía moral trasciende como el primero de sus atributos en la docena de ocasiones en que la emancipación americana pudo haberse echado a perder, si hubiesen flaqueado los ánimos más esforzados, tanto en la derrota como en la ocasión fortuita o en el exilio. Bolívar estuvo a punto de morir asesinado en media docena de ocasiones. En Jamaica, en 1815, su propio esclavo liberto atravesó a puñaladas la hamaca donde hacía la siesta, todas las tardes, pero ese día estaba ocupada por otro. En la campaña de 1818,una patrulla avanzada de los españoles burló las defensas del campamento y llegó hasta la propia carpa donde dormía Bolívar. O'Leary nos dice que el Libertador soñaba con los campos de batalla y que en el preciso momento en que el español Renovales hacía su descarga, a quemarropa, que mató al capellán, Bolívar saltó a su caballo, que permanecía ensillado a su lado, en gesto automático y milagroso... Luego, el 25 de septiembre....
Anticlerical y ateo, Bolívar era un hijo prototipo de la Ilustración y por lo tanto un republicano irreductible. A Montesquieu lo citaba con frecuencia, a Rousseau lo refutaba por ingenuo, y despreciaba siempre los excesos de vanidad o de poder, llámense Itúrbide o Napoleón. En Cúcuta se opuso a que el nombre de Dios consagrara la nueva constitución, y aunque consideraba la religión elemento necesario del gobierno, se expresaba de ella en términos infamantes. En misa, según O'Leary, siempre ostentaba un libro distinto del misal, y a veces una revista... En alguna ocasión en que un cura, no muy adicto, solicitó de él un favor, emitió uno de sus cortos y proverbiales edictos: "Al carajo, mi padre", era todo lo que decía. A la anciana viuda de un oficial inglés, más bien insolidaria con la causa, quien solicitaba un aumento en la pensión, le contestó: "Murió el niño por quien eramos compadres". Y a Merizalde, oficial en busca de promoción: "Conténtese con lo que ha robado"...

EL ANTIGUO REGIMEN
A diferencia de la Revolución Norteamericana o del Movimiento de los Comuneros, es difícil sostener que la independencia de Suramérica haya provenido de un impulso conservador. Sus manifestaciones iniciales ciertamente podrían considerarse como tales, pero solo en razón de que ellas buscaban una coartada legitimista que disfrazara la profundidad de la escisión cultural y espiritual que ya se había causado con España.
Con frecuencia oímos la interpretación de que la revolución americana se inició cuando Napoleón invadió la Península y forzó la abdicación de los borbones, momento en que surgieron de este lado del mar movimientos espontáneos de restauración dirigidos a proteger la imbécil tiranía de Fernando VII -como la llamó Bolívar-. Aunque esto fue así, la realidad de la independencia era distinta. La penetración de los principios de la Ilustración hacia fines del siglo XVIII había corroído los soportes de la solidaridad americana con España. Sucesos como la Expedición Botánica habían integrado a la sociedad criolla con las corrientes universales de civilización. Miranda estaba en Londres, tratando de obtener apoyo militar a la revuelta americana, desde antes de la vuelta del siglo, y el sentimiento de que tarde o temprano la independencia se produciría era ya extendido en el momento de la invasión a la Península.
A Bolívar le tocó, entonces, ser protagonista de la destrucción del ancien régime americano y desplegó esfuerzos políticos e intelectuales inmensos para tratar de evitar que esa sociedad, carente de formas constitucionales, cayese en la anarquía. Quizás esta es la dimensión más apasionante del Libertador, obra de su madurez física y mental. El Congreso de Angostura, y la Constitución Boliviana son las grandes cumbres de su concepción de Estado, etapa ésta, sucedánea de la guerra, en la que aventaja a los héroes militares de todo tiempo. Ni César, ni Alejandro, ni Carlomagno, ni Guillermo el Conquistador dotaron de códigos sabios, modificatorios de toda su existencia anterior, a los pueblos que conquistaron. Para ellos la conquista era un acto de subyugación política carente de significados reivindicatorios. Para Bolívar no. Su amplísima visión como organizador de las condiciones políticas para el desenvolvimiento de la civilización y la cultura de cada pueblo no se aplicó en su totalidad. Pero el poder moral por él concebido, y ejercido, está siempre presente en el escenario americano como la fórmula óptima para el desarrollo político de nuestros pueblos.

DECADENCIA Y REGENERACION
La ausencia de elementos conservadores en el movimiento de independencia hizo que las naciones americanas, y Colombia en especial, sufriesen a partir de la batalla de Ayacucho medio siglo de decadencia en los que se afianzaron malévolamente las características remanentes del régimen colonial español: los regionalismos, los caciquismos, las envidias, las intrigas de los leguleyos, la ausencia de toda filosofía común. Colombia reivindicó por fin la idea bolivariana, hacia fines de siglo, con la Regeneración política de Núñez y Caro. Pero para todos los fines prácticos el siglo XIX fue un formidable desperdicio de energías, época de encuentro y de choque de las grandes mediocridades, distinguida en nuestro país tan sólo por las dos grandes singularidades descritas: la guerra de independencia y el movimiento de Regeneración. La primera se hizo inevitable con la llegada de los criollos a la mayoría de edad. El segundo habría sido innecesario si el Libertador hubiese vivido diez años más....