Especiales Semana

¿LA VERDADERA IMAGEN DE CRISTO?

Un ingles, basado en investigaciones cientícas, dibujó el rostro de Cristo

5 de marzo de 1984

La imagen más representada en los últimos veinte siglos ha sido la de Cristo. Sin embargo, la Bíblia jamás describió sus facciones y nadie sabe a ciencia cierta cómo era su verdadero rostro. Algunas imágenes lo representan rubio y de ojos azules, otras con el pelo negro, todas intentando reflejar en forma sublime su sufrimiento en la cruz. Sin embargo, un pintor inglés de 39 años ha declarado que, tras siete años de investigaciones y siete meses detrás de un caballete, ha logrado la más fiel imagen de Cristo de todos los tiempos.
Curtis Hooper basó su investigación en el sudario de Turín, una reliquia que apareció en Europa a mediados del siglo XIV, y que desde 1898 ha causado enormes controversias por ser un enigma que la ciencia no ha alcanzado a explicar por completo. Esta tela de 4.3 metros de largo y un metro de ancho está impresa con la imagen de un hombre coronado de espinas, herido y crucificado. Aunque sólo existen 20 referencias históricas del sudario y no se sabe si ellas se refieren al de Turín, éste se ha convertido en el objeto religioso más controvertido del cristianismo, hasta el punto de que la Iglesia Católica incluso le ha reservado a los fieles el privilegio de que ellos saquen sus propias conclusiones al respecto. Para los creyentes nunca ha existido la menor duda sobre la autenticidad del sudario, y el Papa Paulo VI lo declaró "La reliquia más importante de la cristiandad", pero para los científicos se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza-desde que, en 1898, Secondo Pia le tomó una fotografía y al revelar la placa negativada vio en ella un rostro positivo perfecto, como si se tratara de una foto auténtica de Cristo.
A partir de entonces, toda suerte de especialistas han aprovechado las exhibiciones del sudario para efectuar todo tipo de análisis. No sólo asombra la perfección de la imagen en negativo, un argumento que desbarata la posibilidad de que se trate de una pintura o una falsificación, sino que algunos analistas aseveran que la perfecta impresión de la imagen es un testimonio gráfico de la resurrección de Cristo.
Cristo resucitó mediante la conversión de su masa en energía, y la imagen estampada en el famoso sudario de Turín fue provocada por el calor emitido que quemó la tela de lino.
Independientemente de las polemicas desatadas en torno al sudario, que incluso se internan en los dominios de Einstein y de su ecuación de la energía (E = mc2), esta reliquia es sin duda el mejor modelo para aproximarse a la verdadera imagen de Cristo. Las pruebas científicas que se han realizado confirman que no se trata de una pintura, porque se ha encontrado en la tela restos de polen de las distintas regiones en donde estuvo guardada antes de llegar a Europa y, además, se sabe que las huellas de sangre encontradas y la nitidez de ciertos detalles descartan la posibilidad de que el cadáver envuelto en el sudario hubiera sufrido un proceso de descomposición.
Convencido de la autenticidad del sudario y conmovido por las conclusiones obtenidas por los investigadores, Curtis Hooper se dio a la tarea de dibujar el verdadero rostro de Cristo, basándose en los rasgos impresos en el legendario sudario de Turín. Hooper, quien trabaja en su estudio en Princeton (Nueva Jersey), amplió cientos de fotos sub-expuestas, sobreexpuestas y ensanchadas, y descubrió que el rostro estaba distorsionado: los ojos hundidos, la frente rasguñada y la nariz y los labios hinchados. El siguiente paso fue intentar reproducir las partes afectadas en forma normal. Esculpió un modelo a escala del rostro y consultó la opinión de varios profesionales de la medicina, entre ellos un cirujano plástico, un cirujano dental y un patólogo forense, para que examinaran el modelo y opinaran sobre los segmentos que debían modificarse con el fin de poder reproducir los rasgos originales de Cristo. Luego de aceptar las sugerencias de los expertos, Hooper concluyó que el pelo se había encrespado a causa de la sangre y del sudor y haciendo uso de su imaginación lo dibujó liso y ordenado. Para obtener el tono de la piel, se basó en los actuales beduinos y sefarditas y asumió que si el 99.9% de los judíos tienen los ojos color café, Cristo no tenía por qué ser la excepción.
El resultado de siete largos años de investigación ha sido el cuadro que en la actualidad se encuentra en una caja fuerte de Montreal. Hooper piensa exhibirlo junto con las fotografías y los documentos que recopiló durante su investigación.
¿Será éste el verdadero retrato de Cristo? El trabajo de Hooper, basado en métodos científicos, podría ser por lo menos una buena aproximación, aunque todavía está pendiente la confirmación definitiva de la autenticidad del sudario. Falta realizar la prueba del carbono 14, la única que determinará con precisión su antiguedad. Para llevar a cabo esa prueba se necesita extraerle al sudario una muestra, a lo cual se ha negado El Vaticano.
Tal vez nunca se logre comprobar la edad del sudario, lo que le permitirá conservar ese halo misterioso que lo ha acompañado desde que fue llevado de Jerusalén a Edesa, de Edesa a Estambul y de Estambul a Francia. Al fin y al cabo, la Iglesia no tiene ningún interés en que se le aplique a su más valiosa reliquia la misma técnica que permitió comprobar las teorías evolucionistas de Darwin. La religión es, ante todo, un acto de fe y para las autoridades eclesiásticas es más que suficiente el desconcierto de la ciencia ante el sudario, para confirmar la validez de sus creencias.