Especiales Semana

La voz de Alá

Con la guerra en Irak 'Al Jazira' se ha convertido en el contrapeso de las poderosas cadenas estadounidenses.

7 de abril de 2003

Al Jazira, la cadena de televisión por satélite de Qatar, con más de 40 millones de televidentes en el mundo árabe, se perfila como la primera y quizás única ganadora de la guerra en Irak. Ha mostrado tanto las bajas del ejército iraquí como las de la coalición angloestadounidense y no ha vacilado en transmitirle al mundo, por 20.000 dólares el minuto, las escabrosas imágenes de las víctimas civiles de los bombardeos y los tiroteos. Tal ha sido su éxito que en los primeros días del conflicto, pese al repudio y presión de los gobiernos de Washington y Londres, o precisamente gracias a esto mismo, consiguió más de cuatro millones de nuevos suscriptores sólo en Europa.

Al Jazira (que en árabe significa 'La isla') ya había conseguido hacerse notar en la guerra de Afganistán, cuando fue la única televisión no afgana que consiguió autorización para trabajar en Kabul durante la incursión de Estados Unidos contra el gobierno Talibán y Al Qaeda. Hoy también es la única gran cadena que se mueve con libertad por los escenarios de la guerra iraquí, mientras que los 500 periodistas de los demás medios están 'incrustados' en las tropas estadounidenses y británicas. Es decir, que sólo pueden moverse con los soldados y reciben información únicamente de fuentes oficiales que no puede ser contrastada. Por esto, "terminan dando sólo el punto de vista de uno de los bandos, que quiere mostrar sus triunfos", aseguró Ahmad Kamel, representante de Al Jazira en París. En cambio el éxito de esta cadena ha radicado, además de informar 24 horas continuas y de presentar entrevistas exclusivas con los protagonistas del momento, en mantenerse fiel a su lema de fundación: "La primera cadena árabe independiente".

Al Jazira fue creada a finales de 1996 por el jeque Hamad bin Jalifa, el emir de Qatar, con el objetivo de promover una nueva conciencia en el mundo árabe hacia la modernidad. El emir dijo entonces que "la única esperanza es que la sociedad civil árabe despierte, que los pueblos se liberen de las dictaduras, empezando por la tiranía iraquí, y que hagan oír sus voces". Para ello contrató un grupo de periodistas libaneses, palestinos, egipcios y sirios, un auténtico dream team pues la mayoría se habían formado en la tradición de la BBC inglesa, y donó 137 millones de dólares del tesoro katarí para los cinco primeros años del proyecto.

El nuevo canal revolucionó la televisión árabe con un estilo occidental impactante. Sedujo a los televidentes árabes, cansados de la televisión estatal dedicada a loar las hazañas del presidente, dictador o emir de turno. Las transmisiones en árabe clásico superaron la barrera de los dialectos nacionales y pronto se convirtieron en referencia obligada sus entrevistas exclusivas a líderes mundiales de todas las tendencias, desde George Bush y Colin Powell hasta Yasser Arafat, Jacques Chirac, Ariel Sharon y Ben Laden. Desde sus inicios esta cadena desató también polémicas en el conservador mundo árabe con sus debates sobre temas sociales, políticos, religiosos y sexuales y, sobre todo, con sus críticas a los gobiernos de la región. "Nido de sionistas" los llamó el gobierno de Bahrein y "cadena insultante" la familia real de Jordania. En noviembre pasado la cadena fue expulsada de Kuwait bajo la acusación de estar a favor del régimen iraquí, aunque Saddam Hussein la ha acusado de proisraelí.

"Siempre presentamos todas las visiones posibles de la noticia. Con el 11 de septiembre emitimos los videos de Ben Laden pero también hicimos entrevistas con representantes de todo el mundo. Los norteamericanos dieron su punto de vista, los árabes, los radicales, los liberales, todos. Hemos sido acusados de antiárabes por presentar a Sharon, de antisemitas por presentar a Arafat, de profundamentalistas por presentar a Ben Laden y ahora de antioccidentales e islamistas por emitir las imágenes de los horrores de esta guerra en Irak", le dijo a SEMANA desde Doha, capital de Qatar, Dima Jatib, la jefe siria de redacción de Al Jazira.

Sus actuales problemas con Washington y Londres son similares a los que tuvieron durante la reciente incursión en Afganistán. "Estados Unidos nos acusó de estar del lado de los Talibán y ahora de ponernos del lado del régimen de Hussein, pero nosotros no cedemos a las presiones", comentó Jatib. Esta cadena fue la primera en mostrar las víctimas civiles de los bombardeos y a los soldados estadounidenses muertos o hechos prisioneros en suelo iraquí. Desde entonces no ha parado de presentar el horror de la guerra, con imágenes de niños y adultos destrozados, y de esta forma ha hecho volar en mil pedazos el discurso propagandístico de la coalición sobre un conflicto aséptico: sin muertos ni prisioneros y mucho menos daños colaterales. Mientras la Bolsa de Nueva York expulsó a sus corresponsales las cadenas europeas, árabes, africanas y asiáticas emiten sus imágenes y se ha convertido en el contrapeso de las grandes emisoras de televisión estadounidenses. Gracias a esto la cadena duplicó sus suscriptores en Europa hasta alcanzar ocho millones de personas. "La mayoría de nuestros clientes son árabes y lo increíble es que ahora nos han contratado muchos musulmanes y personas que no saben árabe, pero que quieren ver imágenes de la guerra distintas a las que muestran los otros canales", señaló Kamel.

La cadena también logró 100.000 nuevos suscriptores en Estados Unidos en la primera semana de la guerra y cerca de 20.000 en América Latina. Su página de Internet (www.aljazeera.net) se ha convertido en la más visitada desde el inicio de las hostilidades y ha soportado los ataques de los hackers que apoyan a la coalición. Pero a Al Jazira le preocupan ofensivas más serias que las informáticas. En Afganistán, dos días después de estallar el conflicto, sus oficinas fueron bombardeadas por tropas estadounidenses. "Un error", se excusó la administración Bush. Para que errores de este tipo no se repitan Al Jazira tomó medidas drásticas. "Esta vez, sostiene Jatib, le hemos dado al ejército norteamericano las coordenadas exactas de nuestras oficinas en Bagdad, para que no haya malentendidos".