Especiales Semana

LAS 15 ZONAS CRITICAS

5 de junio de 1989

1. Complejo Sierra Nevada- Ciénaga Grande
Es sin duda la zona que ofrece un panorama más crítico. Prácticamente todos los males que amenazan el medio ambiente colombiano en distintas regiones, se pueden encontrar en esta área. Para empezar, la deforestación de las vertientes occidentales de la Sierra Nevada no sólo han perjudicado a la Sierra misma, sino a la Ciénaga Grande, a donde van a parar numerosos ríos que nacen en las altas cumbres, y que no sólo arrastran la sedimentación, producto de la tala de bosques, sino los residuos químicos de la fumigación con glifosato utilizado para destruir los cultivos de marihuana. Pero aparte de esto, la Ciénaga recibe por medio de los ríos, los residuos de los pesticidas utilizados en las siembras de plátano, arroz y palma africana en esas mismas estribaciones y en la llanura que otrora ocupara la zona bananera.
Estos procesos han perjudicado considerablemente la pesca en la Ciénaga, de la que viven decenas de miles de personas.

Al norte de la Ciénaga y frente al mar Caribe, la contaminación y el taponamiento de los caños que intercomunican a la Ciénaga con el mar, en buena medida como resultado de la construcción -sin las debidas precauciones- de la carretera Barranquilla-Ciénaga, ha determinado la destrucción de 50.000 hectáreas de uno de los manglares más extensos de la Costa Atlántica colombiana. El valor del manglar es que allí desovan millones de peces cada año y su destrucción es el principio del final de la actividad pesquera.

Al occidente de la Ciénaga, el Magdalena baja con su gigantesca carga de contaminación y sedimentación. De gran arteria nacional, el Magdalena pasó a ser gran cloaca, que arrastra las consecuencias de la destrucción de su cuenca y de las numerosas cuencas de la zona andina aguas arriba. Entre la Ciénaga y el río, donde antes se encontraban decenas de caños que los intercomunicaban manteniendo entre ellos un perfecto equilibrio ambiental, algunos colonos se convirtieron en terratenientes, desecaron y taponaron los caños del área para dedicarla a la agricultura. Esas tierras de sedimento son inicialmente excelentes, pero pronto, como ya está sucediendo, comienzan a salinizarse, al grado de que los agricultores que causaron el desastre, hoy le están pidiendo auxilio al Inderena. Vale anotar además que los pequeños propietarios que fueron desplazados de esa región por los terratenientes, se trasladaron al mangalar al norte de la Ciénaga y fundaron un pequeño pueblo, Palermo, que cultiva hortalizas y contribuye a la destrucción del mangle.

Más al occidente se encuentra Barranquilla que con sus cerca de millón y medio de habitantes y su activa zona industrial, vierte millones de litros de aguas negras y residuos industriales al río antes de su desembocadura, afectando el parque nacional Isla de Salamanca, ubicado sobre la margen derecha del Magdalena, llegando incluso a alterar el delta de esa desembocadura. Algo similar sucede más al occidente, en la bahía de Cartagena, que hoy se encuentra prácticamente muerta por la contaminación producida por el puerto, las industrias y las aguas negras de la ciudad. Estos procesos están comenzando a afectar gravemente la isla de Barú y los corales de las islas del Rosario, que no son muy profundos y por ello mismo se deterioran fácilmente, afectando la pesca, pues al igual que los manglares, son zonas de desove de los peces.

Toda esta situación se agrava con la carga de sedimento que el canal del Dique trae desde el río Magdalena hasta el occidente de la bahía de Cartagena, y que también afecta a Barú y las islas del Rosario.

Finalmente, la construcción del anillo vial de Cartagena, que se convirtió de hecho en un dique artificial que rompió los caños y manglares que unen la Ciénaga de la Virgen con el mar, ha causado grave impacto en el ecosistema de esta zona. Un plan de inversiones por más de 20 mil millones de pesos está desarrollando el municipio de Cartagena para tratar de mitigar los daños que ha sufrido la Ciénaga, donde los peces se mueren y la oxigenación del agua alcanza ya niveles cercanos a cero.

2. Golfo de Morrosquillo
Aparte del peligro potencial que significa la presencia del gigante carguero que almacena el petróleo transportado por el oleoducto Caño Limón-Coveñas, el golfo de Morrosquillo es víctima de otras amenazas. La construcción de la carretera Tolú-Coveñas sin las debidas precauciones -al igual que sucedió entre Barranquilla y Ciénaga y en la Ciénaga de la Virgen en Cartagena- atravesó los manglares que rodeaban el golfo, formando una franja de 20 kilómetros de largo por 300 metros de ancho. El mangle murió, con todas las consecuencias que esto acarrea para la pesca, y el área desecada se convirtió en una zona de colonización miserable.

Además, de lo anterior, el golfo y la atmósfera de la zona reciben la contaminación resultante de la actividad de la fábrica de cementos, Tolcementos. Pero más grave que esto es la utilización del muelle cementero de esa compañía para el cargue de carbón que no había sido autorizado por el gobierno, lo que determinó una multa de 500 mil pesos diarios por parte del Inderena, mientras dure esta actividad. La firma presentó recurso de reposición contra esta sanción, que debe ser fallado en las próximas semanas.

3. La Mojana
Esta zona inundable atravesada por el caño de La Mojana y ubicada sobre la margen izquierda del Bajo Cauca, hace parte de un complejo sistema de ciénagas y caños, necesario para el mantenimiento de todo el ecosistema de las sabanas del norte del país. El Fondo Nacional de Caminos Vecinales está construyendo una carretera entre San Marcos y Majagual, que se ha convertido en dique artificial que rompe por la mitad este complejo hídrico, reduciendo considerablemente el nivel de oxigenación del agua con catastróficas consecuencias para la pesca. Son 500.000 hectáreas que están siendo afectadas por las obras de infraestructura como esta carretera, sin que se hayan hecho los debidos estudios ambientales.

Aparte de esto, otra entidad gubernamental, el Himat, está planeando la construcción de un dique de cemento de 80 kilómetros de largo, para separar a La Mojana del río Cauca, y convertir la zona en extensos sembradíos de maíz, algodón y arroz. Además de las impredecibles alteraciones que puede sufrir el río Cauca, con su secuela de inundaciones y desastres aguas abajo, aquí puede suceder que en poco tiempo, la tierra de sedimentación que hoy es muy productiva, se agote pronto por la salinización de los suelos, resultado de haber cambiado bruscamente y en forma no calculada el sistema hídrico de la región.

4. Zona aurífera del río Nechí y Bajo Cauca
El Nechí es un río que se nutre de afluentes que bajan de la serranía de San Lucas, en el nororiente de Antioquia. En sus aguas, así como en las del Cauca, centenares de mineros lavan la tierra en busca de oro, con grandes mangueras y trampas que destruyen las orillas de estos ríos y de sus afluentes. Pero lo más grave es que el oro es tratado con mercurio, que va a parar a las aguas de esta cuenca hidrográfica, siendo ese el más peligroso contaminante, pues se acumula en los tejidos de todos los organismos vivos, con secuelas de mutaciones, cáncer y alta mortalidad. Un sobrevuelo por esta región desde un avión permite ver cómo se ha convertido en un gigantesco lodazal amarillo.

La destrucción de esta cuenca -bosques talados, orillas arrasadas- tiene ya graves consecuencias en el Cauca aguas abajo, que pueden resultar en inundaciones y la amenaza sobre importantes poblaciones como Caucasia. El problema mayor es, curiosamente, que cada vez se encuentra más oro, lo que aumenta la presencia de los colonos mineros y la destrucción de la región por la explotación indebida.

5. Magdalena Medio
Esta es otra de las regiones que presenta niveles más críticos de amenaza ambiental. Para empezar están los vertimientos altamente contaminantes, resultado de la explotación petrolera durante más de 50 años, que no sólo afectan al río Magdalena y a sus afluentes, sino a las ciénagas. Pero paralelamente a esto, en este medio siglo se han presentado intensos procesos de colonización, que se desencadenaron por el boom petrolero y por la construcción del ferrocarril del valle del Magdalena. Esta colonización ha venido acompañada de obras de infraestructura como carreteras, y por el crecimiento desordenado de centros urbanos como Barrancabermeja, a los que han llegado decenas de miles de colonos desplazados por la concentración de las tierras agrícolas en pocas manos.

Otras fuentes contaminantes son la industria cementera del área de Puerto Nare y la zona esmeraldífera, pues esta piedra preciosa es lavada en los ríos lo que aumenta la sedimentación y contaminación de estas corrientes.

6. Urabá antioqueño
Nadie discute los grandes beneficios que la industria de producción y exportación de banano de esta región le ha traído al país en materia de divisas, generación de empleo, etc. Pero en materia ambiental, hay otras secuelas menos halagadoras. La zona bananera, que rodea básicamente la cuenca del río León, surgió después de una acelerada destrucción de bosques naturales de cativales. Los pesticidas utilizados en las siembras de plátano van a parar a este río, cuyas aguas, a su vez, terminan en el golfo de Urabá, en donde ya se sienten las consecuencias en materia de pesca.

Aparte de esto, la concentración de la tierra bananera en pocas manos ha generado importantes masas de colonos miserables desplazadas a concentraciones urbanas sobre la margen izquierda del golfo, donde se vive en condiciones infrahumanas.

Por otra parte, la compañía petrolera Occidental está solicitando permiso para realizar una prospección geosísmica en el golfo, en busca de petróleo.

Esas prospecciones se hacen con la explosión de cargas de dinamita y la posterior medición de la onda explosiva, lo que permite analizar el subsuelo del fondo del mar. Y estas explosiones pueden llegar a ser el puntillazo para la población de peces del golfo.

7. Valle de Aburrá
La concentración urbanística e industrial en el área metropolitana de la ciudad de Medellín, con cerca de tres millones de habitantes, determinan agudos procesos de contaminación de las aguas y de la atmósfera. El río Medellín es considerado como "clínícamente muerto" por sus niveles de oxigenación de cero. En cuanto a la contaminación del aire, el Valle de Aburrá concentra el 21.2% de las más de 3.500 fuentes fijas de contaminación del país. Todo esto se ve agravado por el hecho de que la circulación de vientos en ese valle no favorece el intercambio del aire, razón por la cual la contaminación atmosférica en Medellín y sus alrededores es más aguda que en Bogotá, una ciudad que casi la dobla en habitantes.

La construcción del metro de Medellín también ha tenido graves efectos ambientales. La necesidad de millones de toneladas de arena para la construcción del viaducto del metro, ha acelerado la actividad de las canteras en las laderas de las montañas que ciñen el valle. Al lado de esas canteras suelen crecer tugurios en laderas inestables, que también se han multiplicado en los últimos meses, aumentando el riesgo de nuevas tragedias- como la de Villa Tina en 1987.

8. Zona petrolera del Arauca
La explotación del complejo petrolero de Caño Limón en la intendencia del Arauca, ha traído gigantescos beneficios a la economía de esa región y a las finanzas del país. Pero paralelamente, ha tenido un grave impacto ambiental. El sistema hidrológico del Arauca y sus afluentes ha sido profundamente alterado, con graves consecuencias para la pesca y para el mantenimiento del equilibrio en aguas y suelos. El propio río Arauca fue desviado en un tramo, con implicaciones que desde ya se prevén harán parte de las discusiones con Venezuela, pues se trata de un área fronteriza y los efectos de contaminación y sedimentación en el río los sienten también los venezolanos. Todo esto para no mencionar los derrames accidentales o, los que más "mojan" prensa, o sea los provocados en esta región y más al norte, a lo largo del oleoducto hacia Coveñas, por cuenta de los criminales atentados del ELN.

9. Valle de Sogamoso
Es una zona de alta concentración industrial, donde se produce hierro, acero, cemento y otros productos. Esto determina un alto grado de contaminación de la atmósfera y de las cuencas hidrográficas, pero no tanto por cuenta de los grandes complejos industriales como el de Paz del Río, que ha modernizado considerablemente sus mecanismos de control, como por otras industrias medianas productoras de cal y otros. Aparte de esto, la actividad industrial en el valle ha desplazado a pequeños agricultores a suelos poco productivos de las laderas, que al poco tiempo y después de haber dejado su secuela de tala y destrucción allí, se trasladan a centros urbanos como Duitama y Sogamoso, donde existen importantes cordones tuguriales.
10. Sabana de Bogotá
Aunque la Sabana de Bogotá tiene la ventaja sobre el valle de Aburrá de que los vientos favorecen una mayor circulación del aire, lo que impide una alta concentración de contaminantes en la atmósfera, tiene en cambio una desventaja en lo que atañe a la utilización de algunos de los mejores suelos del país, no para la agricultura, sino para urbanizaciones.

Además de este problema, está la muerte del río Bogotá, cuya recuperación cuesta hoy la astronómica cifra de mil millones de dólares. A ese río no sólo llegan desechos industriales, sino también aguas negras y residuos de pesticidas usados en las siembras de flores y otros productos, así como en los pastos para ganadería. Todo esto sin mencionar el millón y medio de toneladas de basura que anualmente y según cálculos más bien conservadores, producen los bogotanos.

11. Zona cafetera del Viejo Caldas
En esta región donde se encuentran centros urbanos como Manizales, Pereira y Armenia, existen altos niveles de contaminación atmosférica y del sistema hídrico. Pero aparte de ello, la agroindustria del café -sobre cuyos beneficios para el país no es necesario profundizar- también está generando graves daños ecológicos. El lavado del grano y en particular el vertimiento en los ríos de la piel que lo recubre, determina la contaminación de las aguas con compuestos fenólicos (alcoholes de difícil degradación) que son antinutritivos, pues hacen que quien tome esas aguas tengan grandes dificultades para asimilar los alimentos. Además, la sustitución de los sembrados de café arábigo por caturra (más resistente a la roya y más productivo) ha hecho que ya no se siembre café a la sombra de guamos, pomarrosos y plátanos. Y ese monocultivo del caturra degrada considerablemente los suelos. Por fortuna, la Federación Nacional de Cafeteros ha adelantado importantes proyectos de sustitución de cultivos, que pueden mitigar este daño.

12. Delta del rio San Juan y bahía de Málaga y Buenaventura
Una parte de esta región fue calificada por una investigación de Smithsonian Institute de Washington en 1987, como la de mayor megadiversidad biológica del mundo. Y hoy está seriamente amenazada.
Por un lado, está la minería del oro en las aguas del río Dagua, con similares efectos a los que se aprecian en la región del río Nechí, en el nororiente antioqueño. Además, la industria maderera de alto desarrollo en esa área, está dejando grandes residuos de aserrín, que invaden los ríos y las aguas del Pacífico, con su carga de taninos, elementos tóxicos para cualquier animal. Por otra parte, están los efectos de la Base Naval del Pacífico y de la carretera que la une con Buenaventura, destruyendo el sistema del bajo Calima, la zona analizada por el Smithsonian.

13. Valle del Cauca
Además de los efectos contaminantes del complejo urbanístico e industrial de Cali y Yumbo, que concentra el 11.3% de las fuentes fijas de contaminación atmosférica del país, la agroindustria de la caña y la ganadería están afectando el ecosistema del Valle del Cauca. El mal manejo de las zonas planas utilizadas para levante de ganado, básicamente por falta de drenajes y el uso de abonos y sales minerales, está salinizando los suelos a niveles que hoy ya se consideran críticos. Por otra parte, el monocultivo de la caña ha agotado ya centenares de hectáreas. Un hecho alentador es la reducción de las quemas de caña, que ahora se está utilizando para extraer pulpa de papel.

14. Zona arrocera del Meta
El uso de pesticidas y agroquímicos en las extensas siembras de arroz al norte del departamento del Meta, y el establecimiento de distritos de riego que no previeron el impacto ecológico, están afectando gravemente el sistema hídrico de la cuenca del río Meta. Los peces de esta corriente desovan en las partes altas, allí precisamente a donde llegan los residuos de los agroquímicos. Este río es uno de los de mayor riqueza ictiológica del mundo, tanto por su variedad como por su productividad, y eso se está perdiendo. Una investigación del Inderena reveló hace poco que en los tejidos de los peces hay un alto contenido de estos residuos, y en algunos tramos, esos residuos superan hasta en 50 veces los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud.

15. Serranía de la Macarena y cuencas del Ariari y el Guaviare Esta es una de las más críticas zonas de colonización, donde se ha llevado a cabo una sistemática destrucción de bosques de infinita riqueza, por su alta diversidad biológica. Esto es particularmente dramático en las laderas orientales de la Macarena, que cuentan con lo que los biólogos llaman "uno de los bancos de genes más ricos del planeta". Esto quiere decir que no sólo hay allí una gran variedad de especies, sino que las que hay tienen, por su origen, una riqueza genética que no se encuentra en las mismas especies en otras regiones del país o del mundo.
Por otra parte, la tala de bosques en la zona del Ariari-Guaviare, principalmente para sembrar pastos para la ganadería, y también para sembrar coca, han determinado la destrucción de unas 250.000 hectáreas. Todo esto claro, con su secuela de daño en la cuenca en los suelos y en las aguas.--