Especiales Semana

LAS MUJERES EL PAIS Y EL MUNDO

18 de mayo de 1992

LA BATALLA FINAL
EN LOS ULTIMOS 40 AÑOS NADA HA CAMbiado tanto como el hogar. Mientras las familias de la década de los 40 se caracterizaban por un padre que trabajaba, una madre en el hogar y un promedio de seis hijos que revoloteaban, los años 60 llegaron muy revolucionarios con la liberación femenina, la marihuana, la paz y el rock en el bolsillo de un jean. Este contraste tan marcado sólo fue el reflejo de un proceso que afectó a hombres y mujeres por igual.
Acostumbrada y educada para encargarse de su hogar, la mujer de la década de los 60 fue la protagonista de un período de transición. Sus aspiraciones ya no sólo respondían a la creación de una familia sino que esperaba una realización profesional. Durante esta etapa de cambio, la incidencia de la mujer en la universidad comenzó a aumentar y ella hizo sus primeros pinitos en el mundo laboral.
Entre tanto, los hombres acostumbrados al recato de las mujeres de los 40 comenzaron a transformar su posición frente al sexo opuesto. La independecia, autonomía y capacidad laboral de la mujer sorprendió a más de un varón que las consideraba elementos de casa únicamente
La lucha se dio hombro a hombro durante los 50, 60 y 70. Tres décadas en las cuales las mujeres comenzaron a conquistar espacios en el mundo de las artes, de la industria, de las finanzas, del periodismo, de la política, del derecho y hasta en el de la mecánica.
Cada vez más arriesgadas las divas de estas generaciones demostraban al sexo masculino que eran tan capaces como ellos para ocupar los más altos cargos.
No obstante, esta carrera quizá loca, por probar sus capacidades no podía ser del todo una historia de color de rosa. El impacto de la mujer fue muy importante para el mundo laboral, industrial y político. Sin embargo, un campo esencial era completamente desatendido por estas supermujeres.
Mientras el sexo "débil" se debatía en la batalla del mercado laboral, la familia padecía la ausencia de la mano femenina tanto en la crianza de los hijos como en la consolidación del hogar.
Pero eso no es todo. La situación se complicó y es diffcil aún, con el aumento del costo de la vida. Ya no es suficiente el sueldo del hombre para mantener una familia. El salario de la mujer se ha hecho indispensable para sostener; el hogar.
Por lo tanto, la ausencia de la mujer en su casa y su presencia en el trabajo se convirtieron en la tendencia más frecuente.
Los roles de crianza y maternidad no se constituyeron en valores apreciados. Por el contrario, investigaciones realizadas en Estados Unidos detectaron que los hombres exigían cada vez más, mujeres independientes, profesionales y trabajadoras. Entre tanto, más del 50 por ciento de las mujeres encuestadas sentían que su felicidad no estaba sólo en el hogar sino en la realización profesional. Casi el 15 por ciento de los casos aseguró tener esperanzas de dicha únicamente en el campo laboral.
Esta situación produjo la ruptura de muchos hogares y la desatomización del núcleo familiar. Aunque los hombres de los 70 asociaban mujeres eficientes con esposas modelo, la verdad es que esta correspondencia no se dio en la mayoria de los casos. Pues la realización profesional de ellas era prioridad en sus vidas mientras los aspectos hogareños pasaban a los segundos lugares.
A esta situación se sumó el fenómeno de emancipación de la mujer. La autonomía para producir dinero, la independencia que le dio su propio salario y la liberación sexual, fueron factores que determinaron una actitud diferente del sexo femenino ante su vida y la de su pareja.

LOS 80 Y LOS 90
Hoy por hoy la tendencia se ha invertido. Cada vez más y más mujeres en el mundo se incriben al nuevo movimiento del posfeminismo.
Este fenómeno qúe lleva cerca de cinco años rondando en las principales ciudades del planeta. Pretende resarcir los efectos de la revolución femenina.
Ahora esta "contrarrevolución" pretende recuperar el hogar que se diluyó en el océano del mundo laboral, y la feminidad que desapareció por la ambición profesional.
En la actualidad la mujer entra en un estado de reflexión. Comienza a sopesar los aspectos más importantes para su futuro. Y entre ellos el rol de la maternidad y la crianza de sus hijos se llevan la delantera.
Las décadas de los 80 y de los 90 han llegado con mucha reflexión después del sacudón que representaron los años anteriores. Más calmada, con una carrera profesional a cuestas y después de demostrarse a sí misma sus capacidades laborales, la mujer de finales del siglo XX es consiente de que el cargo más importante que puede desempeñar está en la maternidad y en la crianza de sus hijos.
No obstante, el dilema de las prioridades continúa.
" Decidirse a dejar el trabajo para cuidar a los hijos en esta época es una situación muy difícil ", aseguró Catalina, una joven veterinaria, madre de una pequeña hija y en espera de su segundo bebé.
Pero en la actualidad no todas las mujeres pueden darse el lujo de renunciar para atender el hogar. Por eso, según un estudio realizado por expertos norteamericanos, el 50 por ciento de las mujeres con hijos que trabajan, desearian hacerlo medio tiempo.
Por eso, el nuevo movimiento del posfeminismo pretende encontrar un espacio en el que la mujer pueda realizarse profesionalmente sin abandonar su hogar.
Para ello, muchas mujeres se han lanzado a trabajar en el hogar mientras cuidan a sus hijos simultáneamente. El avance de la informática ha colaborado en gran parte a ello.
A pesar de esos esfuerzos por lograr la realizadón en todos los campos, las representantes del nuevo movimiento piensan que el gran paso no se ha dado aún. Y por eso la tendencia se orienta hacia la recuperadón de la familia y la disminución del tiempo para el trabajo.
Como quien dice que mientras hace 20 años las mujeres luchaban para dejar el delantal por el maletín de trabajo, hoy los papeles se han invertido y ellas desean más que nunca demostrar sus capacidades en el hogar, pues por algo se dice que la caridad entra por casa.

REGRESO AL HOGAR
ELSA DE NARVAEZ DE CRANE ES UNA DE ESAS MUjeres echada para adelante. Su universidad la vivió a finales de los 60 y comienzos de los 70, es decir, en plena transición de los roles de la mujer.
Esta matemática pura con especialización en economía en la Universidad de los Andes tuvo, como dicen las mamás, el mundo en sus manos.
Brillante, inteligente y simpática Elsa trabajó como consultora y directora de proyectos de desarrollo en Planeación Nacional y Pedro Barrero y Cía. Su experiencia y capacidad la llevaron muy alto y la podrían haber conducido hasta por los caminos de los gabinetes presidenciales. Sin duda, Elsa pintaba para ministra de alguna cosa.
No obstante, durante sus estudios y sus primeros pinitos en la vida profesional, ella tuvo a sus tres primeros hijos.
"La angustia que vive la mamá al estar trabajando mientras los hijos estan con algún pariente o Son las empleadas es infinita. Aunque corrí con la suerte de trabajar medio tiempo, no hacia mas que correr de un lado a otro no y no disfrutaba en toda su dimen sió la crianza de mis hijos", aseguró Elsa.
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Muy profesional y con la inteligencia a flor de piel decidió regresar al hogar cuando esperaba a su cuarto retoño. " Uno quiere hacer cosas para dejar al mundo cuando uno muera -dice-, pero lo que realmente va a quedar de mi son mis hijos, ellos van a ser la prolongación de mi existencia y eso es lo mas importante. Cuando fui consciente de ello tomé la decisión de criar a mi bebé como debia ser, dedicarle todo mi tiempo." Para ello, Elsa se informó, estudió y descubrió que durante los tres primeros años de vida los niños no necesitan ni más calidad que cantidnd de tiempo ni más tiempo con menos calidad. Eso es una falacia. Lo que el niño necesita son grandes dosis de compahía de su mamá con la mejor calidad posible.
Por eso, ella opina que la sociedad debe replantear el rol de maternidad y crianza de la mujer. "Este es un papel desagradecido no remunerado y poco valorado socialmente señaló Elsa-. No obstante, es urgente recuperar el infinito valor que tiene el hecho de que la madre crie a sus hijos y los ayude a crecer".