Especiales Semana

LAS MUJERES, EL PAIS Y EL MUNDO

Son pocos los oficios o las profesiones que hoy están vedados para las mujeres. Ellas participan prácticamente en todo. Ser piloto, soldado o científico ya no es sólo cosa de hombres.

15 de mayo de 1995

AUNQUE PAREZca increíble, no fue sino hasta el siglo XX cuando la mujer comenzó a adquirir derechos en nuestro país. De hecho, hasta la década de los 30 la mujer tuvo prohibido administrar los bienes de su herencia personal. Cuando se contraía matrimonio, al hombre se le otorgaba la potestad exclusiva de manejar el dinero de su esposa. Solo en 1957 comenzaron los cambios cuando por ley se permitió que las mujeres ejercieran por primera vez el derecho al voto. Según la sicóloga Florence Thomas, al obtener el derecho al sufragio, se transforma totalmente el estatus de las colombianas pues comienzan a ser ciudadanas y se convierten en sujetos históricos.
Ya en los años 40, la mujer comienza a irrumpir en la educación secundaria, y a mediados de la década de los 50, llega a las aulas universitarias. De esta manera, el mundo del saber, antes reservado para los hombres, empieza a contar con la presencia del sexo femenino. Poco a poco, las mujeres llegan a formar parte del alumnado de todas las carreras profesionales.
Luego de conquistar el campo de la educación superior, la mujer comienza a entrar a competir fuertemente con el hombre en el mercado laboral. Actualmente, se encuentran desde importantes gerentes y administradoras de empresas, hasta renombradas ejecutivas y ministras. Para Florence Thomas, a pesar de que la mujer comenzó a trabajar, las cosas en la casa cambiaron muy poco. Es aquí donde se habla de la 'doble jornada' laboral. Las esposas se desempeñan en sus trabajos igual que sus maridos, y además les toca estar pendientes de las tareas domésticas: limpiar, lavar y cocinar, entre otras.
El problema del mundo moderno es que según las especialistas entrevistadas, actualmente las personas de sexo femenino deben ser 'supermujeres': ser madres, esposas y profesionales al mismo tiempo, tomando en cuenta que la carga de las labores de la casa recaen casi siempre sobre 'ellas' y no sobre 'ellos'. Considerando lo anterior, según la sicóloga Maria Consuelo Santamaria, se requieren cambios en la relación de pareja. Los principales conflictos se dan porque mientras la feminidad se trasformó, la masculinidad permaneció prácticamente intacta.
A pesar de que en las últimas décadas su papel ha cambiado sustancialmente, es casi irónico que en Colombia, aun hoy en día, se les prohíba a las mujeres cosas como ser socios principales de algunos exclusivos clubes privados y entrar a los callejones de las plazas de toros.
No obstante, las limitaciones no han sido obstáculo para las mujeres, que han logrado entrar hasta en los sitios más reservados para los hombres: la cabina de un avión, los laboratorios, los estudios de cine, el timón de un bus, la Corte judicial y el Ejército.

CAMINO AL CIELO
CASARSE EN UNA aeronave que va rumbo a Madrid, sólo se le. puede ocurrir a una mujer que ama los aviones. Se trata de Mónica Patricia Vargas, una piloto que desde hace seis años se desempeña como copiloto de Avianca. Cuando en la escuela las mujeres elegían el dibujo de la enfermera, Mónica marcaba el de aviador, pues eso era lo que deseaba ser desde pequeña. Después de todo, se crió en una familia de pilotos pues su padre y sus tíos siempre se dedicaron a volar. Mónica está casada con Alberto Mantilla desde hace cuatro años y tiene una niña de dos años y medio. El ser aviadora le limita el tiempo que puede pasar con su familia. De hecho, ella duerme cinco o seis noches semanales fuera de su casa, ya sea en Nueva York, en Madrid o en París, ciudades a las que viaja con frecuencia. Es por eso que la educación de su hija recae principalmente en la madre de la piloto. Además, Alberto es el que casi siempre se encarga de las cosas de la casa. Todavía no hay muchas mujeres pilotos en Colombia, por eso, Mónica reveló que no es nada raro escuchar comentarios de los pasajeros como: "Mira, yo no sabía que hasta las mujeres sabían pilotear". Definitivamente, si no fuera por el apoyo de su familia y de sus colegas, Mónica no podría convertir su sueño en realidad: volar hasta los últimos días de su vida.

UNA VIDA POR LA CIENCIA
VIRGINIA GUTIERREZ CUMPLE sus bodas de oro en 1995. Tiene ni más ni menos que 50 años al servicio de la ciencia. Esta antropóloga ha dedicado toda su vida a la investigación de la familia colombiana y la antropología médica. Además de escribir varios libros, ella ha asistido a conferencias a nivel nacional e internacional y ha recibido múltiples premios por su labor. De hecho, en 1995 fue la acreedora del Premio al Mérito Científico en la categoría Obra y Vida. El ser científica, no le impidió a Virginia construir una familia de cuatro hijos, tres de los cuales ya están casados por lo que tiene seis nietos. Definitivamente, para una mujer de la generación de Virginia el convertirse en una científica no era nada fácil. Su madre se escandalizaba cuando veía que su hija estaba rodeada de hombres en la universidad. En la época de Virginia ella fue toda una pionera en el área de las ciencias. Lo que más le alegró a ella en su etapa de estudiante es que por primera vez tuvo la oportunidad de tener amigos hombres. Antes los varones eran o novios, o esposos, o parientes, pero eso de tener amistad con un hombre no existía". Según Virginia, ella no hubiera podido desempeñarse tan libremente en su trabajo si no fuera por el apoyo de su esposo, Roberto Pineda, quien también es antropólogo. A pesor de que ella tuvo que ausentarse muchas veces de su casa por cuestiones de trabajo, siempre se preocupó por ser excelente madre y estar pendiente de las cosas del hogar.

DETRAS DE CAMARAS
PONER A UN HIJO de cuatro años a ver la película Metrópolis, sólo se le puede ocurrir a Camila Loboguerrero, una de las pocas directoras de cine que hay en nuestro país. Ella se metió en el mundo de la pantalla gigante desde 1968, cuando comenzó a filmar en París. Camila ya dirigió dos largometrajes: María Cano y Con su música en otra parte. Además, ha dirigido varios cortometrajes, mediometrajes y documentales. La cineasta nunca sintió ningún tipo de discriminación por parte de sus colegas hombres. Además, su éxito profesional se lo debe en gran parte el apoyo de su esposo, Rafael Maldonado, un arquitecto con el que lleva 23 años felizmente casada. A pesar de que sus dos hijos son los críticos más duros de su trabajo, para Camila ellos la apoyan mucho en lo que hace. Según la directora de cine, lo que más detesta es que ella siente que el mundo de hoy le exige ser super mujer: "Tener que ser excelente mamá, esposa, cocinera, dama de sociedad y además excelente profesional es agobiante. Eso es lo único malo de la liberación femenina, nos toca ser mujeres maravilla sin tener la oportunidad de hacer nada mal". A pesar de la queja anterior, Camila considera que ella hace todo "relativamente bien". Por eso, piensa seguir asistiendo a los estudios de televisión y cine por muchísimos años mas.

POR LAS CARRTERAS DE COLOMBIA
CUANDO ERA NIÑA PASABA largas horas al lado de su padre mientras éste manejaba un camión. Desde entonces decidió que cuando fuera grande seria conductora de bus. Se trata de María Celmira Muñoz, una mujer que lleva 14 años de su vida al mando del timón de un bus. Desde hace 10 años ella trabaja en la Flota Magdalena y es la única mujer motorista que hay en Colombia. Le toca manejar rutas intermunicipales hacia Pasto, Medellín, Buenaventura, Cali y Bogotá. Según María Celmira, a ella todavía no la ven como algo normal. "Por ejemplo, los compañeros nuevos de la empresa donde trabajo no lo pueden creer cuando me ven. Me miran como si yo fuera un fenómeno. Se paran en la terminal de Cali a verme porque no pueden creer que yo maneje igual de bien que ellos". El hecho de que María Celmira se vista con su uniforme de corbata, camisa y pantalón, no le quita su feminidad. Ella sigue siendo vanidosa, le gusta estar siempre maquillada y con las uñas arregladas. Además, es madre de Linda Aguirre, una adolescente que pronto terminará en Cali sus estudios de bachillerato. Según la motorista, su hija vive orgullosa de su trabajo. "Nunca se me va a olvidar cuando mi hija llegó feliz a contarme que ella era diferente a todos sus compañeros porque todas las profesiones de sus mamás salieron repetidas menos la mía". Lo único que es dificil para María Celmira, es el hecho de que casi nunca duerme en su casa. Sin embargo, asegura que siempre vive pendiente de su hija y tienen una excelente relación.

EL ANGEL DE MURINDO
MARIA BEATRIZ POSADA, galardonada con el premio Mujer Cafam 1995, es el claro ejemplo del dicho 'el que quiere, puede'. Su madre, Margarita Rentería, era una empleada doméstica. Su padre, comenta, siempre se mostró reacio a que su única hija mujer, entre tres hijos varones, estudiara. Cuando tenía tan sólo 16 años, María decidió irse de la casa y forjar sola su destino. Para poder salir adelante trabajó planchando ropa, en una fotocopiadora y vendiendo chance, entre otros oficios. Al ser todavía muy joven, quedó embarazada y el padre de su hijo la abandonó en pleno embarazo. Maria y su niño dormían en cualquier calle, se bañaban en la fuente del Parque Simón Bolívar y comían lo primero que encontraban en la calle. Años más tarde, ella consiguió un trabajo estable como auxiliar de enfermería en el Hospital Mental y terminó su bachillerato en la nocturna del Liceo de la Universidad de Antioquia. Luego fue mensajera en un juzgado lo que la motivó a estudiar derecho en la Universidad Autónoma Latinoamericana. En la actualidad, María Beatriz se desempeña como jueza primera municipal de Turbo y cursa un posgrado en derecho penal y criminología. El premio Cafam lo recibió como reconocimiento a su liderazgo en la ayuda a los damnificados del terremoto en Murindó. Definitivamente, esta mujer es un excelente ejemplo de superación pues ella, a pesar de ser mujer, negra y de bajos recursos económicos, logró salir adelante.
DE ARMAS TOMAR
MUCHAS PERSONAS PIENSAN que el Ejército es cosa de hombres. Lucy Eugenia Restrepo es la prueba de que esto no es así. Ella es ni más ni menos que teniente coronel de las Fuerzas Militares de Colombia. Actualmente se desempeña como auditora superior de guerra del Comando General. Desde que terminó la carrera de derecho en la Universidad Santiago de Cali, decidió que iba a ingresar a las filas del Ejército. Desde entonces, desempeña su profesión como auditora de guerra y ha pasado por múltiples ciudades: Ibagué, Tunja, Ocoña, Bucaramanga y ahora Bogotá. Aunque Lucy Eugenia nunca sintió ningún tipo de discriminación, al principio fue difícil para ella pues fue la primera mujer que llegó a la Sexta Brigada de Ibagué. "Al comienzo me miraban raro porque la gente se imagina a las militares muy bruscas y yo no soy así. Mejor dicho, las mujeres le damos la parte femenina a una institución que siempre fue de los hombres". En la actualidad, sólo cinco mujeres tienen el rango de teniente coronel, el más alto al que ha llegado el sexo femenino en el Ejército. Según Lucy Eugenia, ella no estaría en esa posición si no fuera por el apoyo de su esposo que también es militar. Según la teniente coronel, nunca descuidó a sus tres hijos por su carrera. Por eso, Lucy Eugenia se transforma totalmente al llegar a su casa. Después de vestir su traje verde oliva de militar, al ingresar a su hogar se vuelve apacible y se pone a cocinar, bordar, pintar y a ayudar a sus hijos con sus tareas del colegio.