Especiales Semana

Laura Montoya Upegui

La única beata colombiana. Fue la primera religiosa en el mundo occidental en desempeñar el oficio misionero predicando el Evangelio.

Patricia Castro Hernández*
3 de diciembre de 2005

Laura Montoya Upegui, popularmente conocida como la madre Laura (1874-1949), llevó a cabo una intensa labor educativa en las escuelas superiores de Amalfi, Fredonia, Santo Domingo y en el colegio de la Inmaculada en Medellín. Una apasionada por su trabajo evangelizador con los indígenas de la región de Guapa en el Chocó. Fundó en Dabeiba, Antioquia, en 1914, la Congregación de Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, primera comunidad femenina de origen colombiano dedicada al trabajo misionero. Y creyó conveniente fundar centros cercanos a los poblados indígenas para que las misioneras no tuvieran que trasegar por una selva plagada de peligros. Así, en 1918, las hermanas procedieron a establecer dos ambulancias, en El Pital y en Antadó, situadas en puntos diametralmente opuestos a 11 ó 12 kilómetros de Dabeiba. Allí las misioneras 'excursionistas' podían congregar a los nativos para unas 'fiestas educativas' o 'ejercicios de cristianización'. Por desavenencias con el refecto apostólico de Urabá, José Joaquín Arteaga, quien consideraba que las religiosas mostraban "un deseo marcado de ser únicas y de sobreponerse a los hombres en el sagrado ministerio de la conversión de las almas", la Comunidad salió de la Prefectura Apostólica de Urabá en 1924 para establecerse en San Pedro, en jurisdicción de la diócesis de Santa Rosa de Osos, donde la madre Laura organizó el noviciado y la Casa Generalicia. Entre 1914 y 1940, la madre Laura y sus misioneras catequizaron a los indígenas en 13 localidades ubicadas en el norte y el noroccidente de Antioquia. Durante los 10 primeros años de su permanencia en Urabá, abrieron tres casas en el municipio de Dabeiba, tres más en Frontino y sus alrededores, y una en Turbo, además del internado indígena de Indocrespo en San Pedro. Tras la salida definitiva de la Prefectura de Urabá, las Lauritas abrieron nuevos centros misionales en otros cinco municipios de Antioquia y se consolidaron como la primera y más efectiva comunidad misionera femenina de origen colombiano. En la actualidad, dirigen por lo menos 177 casas misionales distribuidas en 16 países. Antes de la fundación de la Congregación de la madre Laura, ninguna mujer ni ninguna religiosa en el mundo occidental había desempeñado el oficio misionero predicando el Evangelio. Su novedosa concepción misionera, en conflicto con el pensamiento canónico vigente, hizo que la madre Laura debiera enfrentar severos obstáculos para poner en marcha y desarrollar su empresa. Lo original de su método radicó en querer catequizar a los indígenas viviendo entre ellos para realizar un tipo de evangelización que los integrara de una forma más digna al mundo adverso que los rodeaba, donde el indígena era tratado con desprecio por los 'blancos' o 'libres', y los colonos los acosaban e invadían sus tierras. Como complemento de su obra misionera, la abundante producción de la madre Laura nos nuestra su talento para la narración escrita. Escribió, entre otros: Cartas misionales, 1915-1922 (1932), Constituciones para las misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena (1933), Voces místicas de la naturaleza (1961), La aventura misional de Dabeiba o Brochazos históricos sobre los orígenes de la congregación (1962), y Autobiografía de la madre Laura o historia de las misericordias de Dios en un alma (1971). El 25 de abril de 2005 se celebró en Roma la ceremonia de su beatificación. *Profesora Universidad Nacional de Medellín