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LENGUAJE SECRETO

Científicos norteamericanos descubren que los elefantes se comunican entre sí por medio de sonidos imperceptibles para el hombre.

31 de marzo de 1986

La próxima vez que se encuentre con un elefante y lo vea callado, no se fíe porque, sin que usted lo sepa, está comunicándose con los otros animales mediante un lenguaje extraño, compuesto de sonidos inaudibles para los humanos y que acaba de ser descubierto, luego de largas investigaciones, por científicos de la Universidad de Cornell.
Lo mejor de todo es que este código vocal secreto se puede desarrollar en cortas y largas distancias y les sirve a los elefantes para prevenir cualquier peligro. Es producido por una glándula ubicada junto a las aperturas nasales y con una frecuencia de catorce a veinticuatro hertz, por debajo de la capacidad auditiva de los humanos.
Esta es la primera evidencia de que los mamíferos terrestres pueden producir algunos sonidos infrasónicos y ubica a los elefantes en el mismo grupo de los murciélagos, las morsas, los lobos y coyotes, las ballenas y los delfines, que también emiten sonidos que conforman otro lenguaje secreto, inaudible en algunos casos para quienes los estén observando.
Este descubrimiento viene a cambiar algunas teorías sobre el comportamiento social de los elefantes y equivale, según uno de los investigadores, a la revelación de un lenguaje totalmente diferente y enigmático que fuera empleado por una tribu. Las primeras observaciones que sirvieron para relacionar esos sonidos de baja frecuencia con la conducta de los animales hacen creer que existe todo un método, todo un sistema de comunicaciones entre los elefantes, que a medida que sea analizado mejor, revelará nuevos datos sobre las relaciones que mantienen entre ellos.
Todo comenzó un año atrás en el zoológico de Portland, Oregon, cuando Katharine Payne, una de las investigadoras de Cornell, sintió una extraña vibración mientras permanecía cerca de los animales, vibración que se repetía cada quince segundos. Era como la vibración que proviene de la nota más baja producida por una gaita o un órgano, o como esa última onda sonora que se percibe cuando una tormenta estalla a lo lejos. En ese momento, la científica y sus compañeros llegaron a la conclusión de que los sonidos extraños eran producidos por los elefantes y además, con una razón específica.
Consiguieron sofisticados equipos de acústica y regresaron al zoológico. Descubrieron que los elefantes tenían una pequeña protuberancia en la frente, arriba de la nariz, que crecía y temblaba cuando se producían esos sonidos. Los equipos que estaban ya funcionando detectaron la escasa frecuencia que ellos no habían podido registrar.
Siguieron analizando, grabando, escuchando y asombrándose al comprobar que los sonidos no salían porque sí, no eran fruto del azar sino que eran emitidos con una regularidad matemática y además los animales se estaban comunicando. Los resultados del asombroso descubrimiento aparecerán en el próximo número de un periódico científico, el Behavioral Ecology and Sociobiology y los científicos han seguido trabajando mediante una beca otorgada por el Fondo Mundial para la Defensa de los Animales Salvajes.

ELEMENTOS DE RADAR
Los sonidos que algunos animales utilizan para comunicarse con sus congéneres siempre han causado asombro entre los científicos, porque además de ayudarlos ante peligros inminentes, son usados, como en el caso de los murciélagos, como si fueran elementos de radar en medio de la oscuridad. Igual ocurre con los delfines, quienes emiten ondas sonoras que rebotan con el objeto que está delante de ellos y al ser recuperados por el cerebro animal, se convierten en un gráfico del obstáculo, como si fuera una pantalla.
Algunas especies de aves como las palomas, la gallina de Guinea y algunas más, pueden captar ondas infrasónicas, pero la importancia de este sistema para la vida de esos animales no ha sido determinada todavía.
Estos estudios de Cornell han coincidido con otros que se han desarrollado por parte de universidades africanas, los que revelan que estos sonidos que el hombre no puede captar tienen significados complejos para los elefantes: los observadores han notado cómo, antes que la manada se mueva, se sienten las vibraciones como si fueran órdenes por parte del líder. Los mismos investigadores adelantan otra teoría: los machos pueden zaptar a distancias enormes los llamados sexuales de las hembras en celo utilizando esta misma frecuencia. Esto explica uno de los grandes misterios que durante muchos años ha rodeado la vida de los elefantes: cómo hacen los machos para descubrir las hembras que se hallan a miles de kilómetros de distancia y, sobre todo, durante los días del mes cuando las hembras se hallan fértiles.
Katharine Payne es una de las científicas más destacadas en Estados Unidos, lleva más de veinte años estudiando la conducta de las ballenas y fue la descubridora de un hecho insólito: las ballenas jorobadas, cuando están en grupos pueden cambiar, al mismo tiempo, la melodía de sus cantos para sorpresa de quienes las están escuchando. Este descubrimiento vino a comprobar que durante álgunos períodos de su vida y dentro de una evolución que se compara con el desarrollo cultural de los seres humanos, las ballenas se dedican al aprendizaje de nuevas melodías, nuevas tonadas que deleitan a los marineros insomnes. Premiada en distintos países, esta investigación le dijo al hombre que animales salvajes como éstos, también podían pasar por un proceso cultural.
Ahora, el análisis de las voces de los elefantes reveló que tienen distintas estructuras armónicas. Y algunos de esos llamados infrasónicos tienen un tono que puede ser captado por el oido humano pero como un simple murmullo.
Este descubrimiento echa por tierra la teoría sostenida durante muchos años, segun la cual, el trompeteo y los sonidos guturales de estos animales eran sus únicas formas de comunicación, además del olor y el roce físico con los demás. El trabajo del equipo de Cornell revela, pues, la existencia de un complejo más sofisticado que usan en determinadas ocasiones, complejo que es utilizado para intercambiar información en medios difíciles como los bosques y selvas, donde los sonidos de otros animales ahogarían sus ruidos naturales. Toda una serie de nuevos datos sobre el comportamiento social de los elefantes está siendo procesada en la citada universidad y los investigadores esperan, según uno de ellos, que este mejor conocimiento de los animales, especialmente los que vagan en forma salvaje en Africa, sirva para defenderlos en forma mejor de los cazadores furtivos.
La próxima vez que esté cerca de un elefante, observe con cuidado la pequeña protuberancia que se expande y se contrae encima de la trompa: seguramente está hablando de usted con un amigo a miles de kilómetros de distancia.