Especiales Semana

LIBRE DE IMPUESTOS

En 1995 las zonas francas generaron 15.000 empleos y exportaron cerca de 91 millones de dólares.

19 de agosto de 1996

A traves del tiempo los colombianos han logrado inventar toda clase de tácticas para evitar el pago de impuestos o, al menos, disminuir el monto de los tributos que le deben pagar al Estado. Sin embargo lo más irónico es que son muy pocos los industriales del país que se han percatado de las ventajas de ubicar sus fábricas en las zonas francas, siendo precisamente la exención tributaria tan sólo uno de sus incentivos. Para 1990 existían en el mundo 614 zonas francas que comercializaban cerca de 482 billones de dólares al año. Y como marco de referencia, mientras que en 1992 en República Dominicana operaban 32 zonas francas que generaban 150.000 empleos y exportaban 600 millones de dólares, en Colombia apenas existían siete, que empleaban 9.000 trabajadores y sacaban mercancía al exterior por un valor inferior a los 60 millones de dólares. En realidad las zonas francas en el país recién están empezando a despegar. Su crecimiento en los últimos años ha sido alentador, pues hoy en día existen nueve zonas operando, las cuales le dan trabajo a aproximandamente 15.000 personas y exportaron cerca de 91 millones de dólares en 1995. Además ya fueron aprobados otros cinco proyectos, que comenzarán a funcionar antes de 1998. Dentro del proceso de desarrollo de las zonas francas la Costa Atlántica ha desempeñado un papel primordial. Los pinitos de este sistema industrial y comercial tuvieron su base en Barranquilla, Santa Marta y Cartagena. Hoy, en esas tres ciudades, trabaja cerca del 67 por ciento del total de los empleados de zonas francas a nivel nacional.
Desde el principio
Para comprender la evolución de las zonas francas en Colombia es importante conocer cómo funcionan. Se trata de áreas geográficas perfectamente delimitadas en las que el gobierno autoriza la aplicación de leyes especiales diferentes a las del resto del país, tales como incentivos de tipo fiscal y cambiario. Aunque parezca increíble (considerando el poco desarrollo que ha tenido el sistema en el país), la primera zona franca industrial que existió en el mundo fue la de Barranquilla, la cual fue creada en 1958 y comenzó a funcionar a principios de la década de los 60. Anteriormente operaban en otros países únicamente zonas francas de tipo comercial. Según el director de la Cámara de Zonas Francas de la Asociación Nacional de Industriales -ANDI-, Roberto Bossa, la historia de las zonas puede dividirse en tres fases. La primera de ellas abarca desde 1960 hasta 1985, período en el cual los incentivos que daba el gobierno eran demasiado limitados, pues únicamente otorgaba la exención para los aranceles y los impuestos indirectos a las exportaciones. Luego viene la etapa de 1985-1991, en la que el Estado adopta una legislación más moderna y adecuada a través de un paquete de incentivos más atractivos para la inversión extranjera. Para ese momento, tal y como lo enfatiza Bossa, "todavía quedaba una barrera que impedía el desarrollo de las zonas francas: estaban controladas por operadores públicos que malgastaban el 91 por ciento de su presupuesto en gastos operativos o de funcionamiento. En otras palabras, existían las herramientas de incentivos pero faltaba un ente administrativo eficiente". Fue entonces cuando el gobierno de Gaviria emitió el decreto 2131 de 1991 y el 2111 de 1992. Se inició así la última fase del desarrollo de las zonas francas, pues estas leyes dejaron sentadas las bases jurídicas que facilitaron la creación de zonas privadas y la privatización de las existentes. La nueva legislación permitió además la creación de zonas francas turísticas. De esta forma, hoy por hoy existen tres proyectos de este tipo en desarrollo: Pozos Colorados en Santa Marta y Barú y Eurocaribe en Cartagena. Así mismo cinco zonas francas dedicadas a la industria y al comercio, que antes eran controladas por el Estado, fueron arrendadas a particulares para que éstos las administraran. Se trata de las zonas de Barranquilla, Cúcuta, Cali, Santa Marta y Cartagena, que según cálculos del Ministerio de Comercio Exterior deberán generar, en los próximos ocho años, unos 252.000 empleos directos e indirectos. Para lograr esta meta requerirán inversiones por cerca de 65.000 millones de pesos. Además de lo anterior, entraron al mercado cuatro zonas francas privadas: La Candelaria en Cartagena, la de Bogotá, la de Rionegro en Antioquia y la Pacífico en Cali. Así, sumado el desarrollo de todas las zonas turísticas, comerciales e industriales, se espera que para el año 2005 casi 700.000 personas trabajen directa o indirectamente en ellas. Como lo recalca Rodrigo Uribe, gerente comercial de la zona franca de Barranquilla, la privatización ha sido realmente positiva. "En Barranquilla antes laboraban 6.000 personas y en menos de dos años logramos aumentar esa cifra a 7.500 y obtuvimos 15 nuevos usuarios". El gerente general de la zona franca de Santa Marta, Hernán Rodríguez, afirma que los operadores privados han logrado agilizar los procesos dentro de las zonas. "Actualmente son permitidos los usuarios sin régimen, que únicamente dan un apoyo logístico como, por ejemplo, las agencias aduaneras. Lo anterior permitió que los trámites que antes demoraban hasta tres días hoy sólo requieran 24 horas".
¿Quién gana?
Las zonas francas le dan beneficios no sólo a sus usuarios sino también al país en general. Los usuarios reciben incentivos fiscales tales como la exención de impuesto de renta y remesas por los ingresos obtenidos a través de la venta de bienes y servicios a mercados externos, la exención de los derechos aduaneros e impuestos indirectos a las importaciones de bienes de capital, materias primas y cualquier clase de mercancía y la exención de impuesto de renta para pagos y transferencias al exterior por concepto de intereses y servicios técnicos. También los empresarios reciben beneficios cambiarios, como la libre posesión y negociación de divisas, el permiso para tener cuentas bancarias en moneda extranjera en Colombia y en el exterior y el libre acceso a créditos externos. Sumado a lo anterior están las ventajas relacionadas con la inversión extranjera, tales como la libre repatriación de capitales y utilidades. Como si lo anterior fuera poco, la producción de las zonas francas puede beneficiarse de los acuerdos de libre comercio suscritos por Colombia, tales como la Ley de Preferencias Arancelarias Andina -Atpa-, Caricom, Aladi y el Pacto Andino. Así mismo, los productores tienen la posibilidad de vender en el mercado local, cancelando aranceles sobre el componente importado. Otra ventaja de las zonas francas tiene que ver con su ubicación, pues generalmente están localizadas cerca de los puertos y de los aeropuertos debido a que están íntimamente relacionadas con el comercio. En ese sentido la Costa es una excelente ubicación ya que, como enfatiza el gerente comercial de la zona franca de Barranquilla, "para las industrias ubicadas en el interior es una excelente inversión relocalizar sus plantas cerca de los puertos pues logran disminuir bastante sus costos de flete y transporte". Otro beneficio tiene relación con la infraestructura cada vez más completa que ofrecen las zonas francas: sistemas avanzados de seguridad y vigilancia, lo último en telecomunicación y transporte, agencias aduaneras, auditorios, zonas verdes y, por supuesto, una atmósfera atractiva de trabajo para los empleados. Mientras tanto, tal y como lo resume Jaime Cobo, gerente de la zona franca La Candelaria, el país se beneficia con la creación de nuevos empleos y la atracción de divisas a través del aumento de la inversión extranjera y el incremento de las exportaciones de productos colombianos.
Un oasis en el desierto
"Si bien la solución a la mala situación económica por la que atraviesa el país no es fácil, lo cierto es que las zonas francas son la mejor opción dentro de la crisis", así lo recalcó el director de la Cámara de Zonas Francas. "Este sistema logra aumentar la competitividad de las empresas nacionales pues, al bajar sus costos de producción, les abre la posibilidad de salir de las fronteras colombianas". No obstante la mayoría de los entrevistados coincide en que son muchas las deficiencias que aún posee el sistema de zonas francas en el país, sobre todo en lo que tiene que ver con las legislaciones cambiarias y con la intención del gobierno de eliminar la parte meramente comercial de las zonas. Según Hernán Rodríguez, muchos de los incentivos cambiarios se encuentran en la cuerda floja pues el gobierno no ha emitido una política clara al respecto. Otro problema se presenta con el financiamiento, ya que cuando los usuarios piden créditos para la importación les obligan como requisito a presentar una copia del registro de importación, el cual no existe pues en las zonas francas no se pagan aranceles. Otro punto que está en discusión en el gobierno es el de eliminar o no las actividades meramente comerciales en las zonas francas. Existen, por ejemplo, muchos usuarios que se benefician almacenando sus importaciones en las zonas, pues no tienen que pagar los impuestos sino hasta cuando requieran nacionalizar su mercadería. Para Rodrigo Uribe sería un error que el Ministerio de Comercio Exterior prohibiera este tipo de transacciones ya que éstas generan un valor agregado nacional. Después de todo las actividades de carga y reempaque y los servicios aduaneros y financieros requieren de mano de obra colombiana. Por el momento, tal y como concluye Roberto Bossa, presidente de la Cámara de Zonas Francas, en esta época de vacas flacas las zonas son quizás la mejor alternativa de inversión. Al fin y al cabo este polo de desarrollo apenas comienza a despegar y todo parece indicar que su crecimiento marcha con el acelerador a fondo.