Especiales Semana

Los belgas

Aportaron en proyectos educativos, hicieron expediciones botánicas y arqueológicas, construyeron edificios góticos y fundaron decenas de empresas.

Por Luis Fernando Molina Londoño*
28 de octubre de 2006

Los primeros encuentros entre belgas y colombianos se remontan a 1517, cuando los Países Bajos (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) y el Nuevo Reino de Granada (Colombia y Panamá) eran dominados por Carlos V de Alemania, el mismo Carlos I de España.

El nuevo continente fue tema de un producto muy flamenco: la cartografía. América se describió con detalle en atlas que se publicaron durante el auge económico de Flandes, y el vínculo de los flamencos con la monarquía española favoreció su entrada a América. Hay constancia de inmigrantes en Antioquia, Cartagena, Popayán y Santafé, en los siglos XVI y XVII. En el siglo XIX, varios naturalistas belgas recorrieron Colombia recolectando muestras de orquídeas y plantas útiles, gracias a lo cual se describieron y clasificaron varios ejemplares. El nexo institucional del café tiene relación con la apertura en Bruselas de la primera oficina de la Federación Nacional de Cafeteros para toda Europa.

Gracias a contratos con el gobierno llegaron al país en 1920 los arquitectos Agustín Goovaerts y Joseph Martens, quienes llenaron algunos pueblos y ciudades del Valle, Antioquia, Bolívar y Boyacá de palacios e iglesias góticas o renacentistas. La antigua gobernación de Antioquia, de Goovaerts, y el Palacio de Justicia en Cali, de Martens, son ejemplos muy conocidos.

También llegó el mundialmente conocido pedagogo Ovidio Decroly, quien marcaría una fuerte impronta en proyectos educativos nacionales. La Escuela de Agricultura en Bogotá fue organizada por Denemostier, y una misión de ingenieros belgas fundó en 1925 la Escuela de Telegrafía en Bogotá.

De igual forma se destaca la presencia de Alberto Dotheé, fundador y profesor de la facultad de Arquitectu­ra de la Universidad Ponti­ficia Bolivariana. La contratación de científicos, técnicos y profesores alemanes, franceses y belgas se daba porque en el medio colombiano se consideraba que en esos países estaba más avanzado el conocimiento práctico, científico y tecno­lógico en minería y manufacturas.

La Societé Agricole du Sinú fue fundada en 1882 como una sociedad de inversio­nistas belgas y franceses dedicada a la explotación agropecuaria en el actual departamento de Córdoba. Los hermanos Dereix fundaron en 1905 el Banco Dereix, uno de los primeros bancos de Montería, que en 1938 fue absorbido por el Banco de Bogotá.

Los belgas financiaron las fábricas de San José de Suaita, Santander, un descabellado proyecto agroindustrial que la familia Caballero inició en 1908. Para apoyar el proyecto, en 1912 se creó en Amberes la Sociedad Industrial Franco-Belga. Luego vendría una serie de pleitos entre los accionistas, y equivocaciones técnicas de todo tipo que llevaron a liquidar la empresa en 1948.

La Sociedad de Estudios Franco-Belga Colombiana, fundada en Bruselas a principios de siglo XX y representada en el país por William Johns Cruyt, se interesó en la expansión y el desarro­llo de las industrias minera y agrícola en Chocó. Realizó estudios con el fin de atraer inversionistas para construir, por ejemplo, el camino de Itsmina a Cartago y el establecimiento de líneas telegráficas y navegación a vapor. Luis Lacharme y Georges Werbruhhes realizaron uno de los mapas más antiguos que se conocen del Sinú.

En 1920, los agregados comerciales en Colombia y la presencia de compañías extranjeras invirtiendo en ferrocarriles persuadieron a los belgas de crear la Société d'Étude Belgo-Colombienne, en 1921, y la Société Nationale de Chemins de Fer en Colombie, en 1923, bajo la dirección de Renné van Meerbeke, por muchos años diplomático de Bélgica en Bogotá. En Antioquia inversionistas belgas se vincularon con la construc­ción del Tranvía de Oriente de Medellín a Marinilla.

En 1952, un año después de haber renunciado al trono, el rey Leopoldo III de Bélgica visitó por primera vez a Colombia. En 1956 regresó a Turbo con arqueólogos y naturalistas y realizó excavaciones en las ruinas de Santa María la Antigua del Darién. Las excavaciones se suspendieron 20 días después por orden del presidente Gustavo Rojas Pinilla, debido a los rumores sobre una posible extracción de supuestos tesoros por parte de Leopoldo.

De este trabajo, el rey y su equipo (C. Verlinden, Craeybeck, Brulez, M. J. Mertens y Gerardo Reichel Dolmatoff) publicaron un informe en francés en el que se tratan los aspectos históricos, la relación y la interpretación de las excavaciones.

Aunque en la actualidad Eternit Colombiana pasó a inversionistas extranjeros, la relación de las cien empresas manufactureras más grandes del país en 1968 muestra sus capitales suizo y belga. La compañía subsidiaria belga productora de asbesto y cemento es conocida con el nombre de Colombit, princi­pal compe­tidora de Eternit.

No es casual que los más altos grados de desarrollo de muchos países se deban al aporte extranjero logrado mediante políticas de inmigración con incentivos económicos. Si la sola presencia belga, una de las más escasas en relación con otras migraciones, genera este conjunto de aportes al avance de muchas áreas de la vida del país, es necesario despertar en el exterior el interés sobre Colombia en un momento de su historia en el que tiene que acelerar su reconversión tecnológica para un desarrollo más competitivo del país.