Especiales Semana

Los gitanos

Es una comunidad étnica que a pesar de llevar siglos en Colombia, se mantiene alejada del resto de la sociedad para preservar su cultura y su identidad.

Carolina Vegas
28 de octubre de 2006

Hasta hace poco más de 30 años era usual ver en las afueras de los pueblos o las ciudades colombianas las grandes carpas de los gitanos, que llegaban sin previo aviso en algún momento del año. Allí llevaban su vida en comunidad apartados de los gadye (los que no pertenecen al pueblo Rom) acercándose a la gente del lugar solamente para negociar, ya fuera caballos, zapatos, trabajos de herrería o la tradicional bienaventuranza -la lectura de la mano o las cartas practicada por las mujeres-. Tal y como llegaban se iban y continuaban hacia otro pueblo llevando en sus carrozas su hogar y todas sus posesiones.

En la actualidad, los aproximadamente 4.000 rom de Colombia ya no viven en carpas sino en casas en diferentes kumpanias -lugares en donde residen distribuidos en barrios específicos y que son puntos de referencia para todos los gitanos en el país-. Las más grandes se encuentran en Girón, Bogotá y Envigado. Los grupos familiares suelen trasladarse con frecuencia a otras ciudades o a los países vecinos, pero el desplazamiento ya no suele ser a lugares lejanos, sino que se trata de un nomadismo circular en donde van de kumpania en kumpania.

Para los gitanos viajar de un lugar a otro es sinónimo de un buen vivir y de independencia. Desde el inicio de su existencia se negaron a ser subyugados, tratando de conservar sus leyes, su cultura y sus tradiciones a toda costa. Y es esta forma de vida la que llevan hasta el día de hoy, cuando existen comunidades rom prácticamente en todo el mundo. Ellos coinciden en que su verdadero lugar de origen es el norte de India y aún conservan su lengua, el romanés, que se deriva del sánscrito y que es hablado, con pequeñas variaciones, por todos los rom del mundo. Pero al ser este un idioma ágrafo, su historia sólo ha sido registrada por la tradición oral del pueblo.

La libertad ha sido siempre su paradigma de vida y por esto ha sido un pueblo perseguido a través de la historia. Se cree que los primeros rom en llegar al continente americano cruzaron el Atlántico en los barcos de Colón durante su tercer viaje. Lo que sí se puede asegurar es que desde la Colonia se asentaron tribus gitanas en Colombia. Luego vendría otra gran oleada migratoria entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, a causa de la persecución por parte de los nazis, en la que cientos de miles de gitanos europeos perdieron la vida.

"A diferencia de Europa y Medio Oriente, nosotros gozamos en Colombia de buen prestigio como comerciantes y no hay una marcada xenofobia. Estamos muy contentos de vivir acá, a pesar que la situación de violencia no nos permite desplazarnos con la misma facilidad de antes", dice Venecer Gómez, reconocido líder rom en Colombia. Aunque se consideran colombianos y muchos están cedulados, nunca se han integrado al resto de la sociedad. Es más, no se acepta que una mujer gitana se casé con un gadye y si lo hace, es una vergüenza para la comunidad y es expulsada de su familia. En el caso de los hombres, se acepta que se casen con mujeres que no pertenezcan a la etnia, pero sólo si ellas aceptan acogerse a las tradiciones. "La cultura rom es patrilineal y los hombres son quienes toman las decisiones. Creemos que la mujer se adapta más fácilmente a nuestro ambiente, en cambio un hombre no aceptaría cambiar su forma de vida", explica Ana Dalila Gómez, coordinadora del Pueblo Rom (Prorom).

Sus tradiciones las preservan hasta hoy y la mujer desempeña un papel importante en esto, por ser quien enseña a los niños el idioma y las costumbres. El proceso de volverse más participativos dentro del Estado se está llevando a cabo hace casi nueve años y ya se están viendo los frutos. Uno de los más importantes es que los niños y los jóvenes están asistiendo al colegio, lugar que antes evitaban por no tener referentes a su cultura.

Pero la mayoría sólo suele completar la primaria, porque es costumbre casarse muy joven y comenzar a trabajar desde la temprana adolescencia. Uno de los miedos más grandes de los rom es perder su identidad y aunque siempre han querido marcar de manera clara su diferencia étnica, lentamente están dejando de ser un pueblo invisible para la sociedad colombiana. Su reto es que Colombia deje de verlos como extranjeros.