Especiales Semana

Los superbichos

Un grupo de médicos y biólogos de la Universidad de Antioquia realiza una investigación pionera en Latinoamérica para recuperar úlceras con larvas de moscas.

23 de mayo de 2004

Una técnica de la Primera Guerra Mundial recobra vigencia: utilizar larvas para limpiar tejidos muertos en úlceras. Y aunque puede parecer algo repulsivo se trata de una técnica de probada esterilidad y eficiencia que está demostrando sus bondades frente al tratamiento tradicional con antibióticos y limpiezas manuales, a veces bastante dolorosas para los enfermos de úlceras diabéticas, venosas o varicosas Aunque la técnica la descubrió y la desarrolló el doctor William Baer, en la década del 20, ahora resurgió y se emplea con éxito en Estados Unidos y Europa. En Latinoamérica sólo se tienen registros de su utilización en el Laboratorio de Colecciones Entomológicas del Instituto de Biología y en la Unidad de Dermatología de la facultad de medicina de la Universidad de Antioquia.

La técnica de las larvas recobró vigencia y valor, dado que muchos pacientes desarrollan resistencia a los antibióticos y ven empeorar la situación de sus lesiones.

Muchos se preguntan: ¿si las moscas son animales comedores de desechos y restos alimenticios, cómo van a ayudar a limpiar lesiones de la piel? La explicación es sencilla: las larvas provienen de un proceso bajo control de antibióticos y de extrema esterilización. Cuando llegan a la herida del paciente no han tenido contacto con agentes ni medios externos a los del laboratorio, advierte la bióloga Marta Wolff, que lidera el proyecto junto con los médicos dermatólogos Juan Carlos Wolff y Mónica Escobar.

"Hemos tratado a 40 pacientes, desde 2001, cuando comenzamos a emplear la técnica. Ninguno tuvo problemas infecciosos ni enfermedades asociadas a las larvas de las moscas. En la mayoría de los casos la recuperación de los pacientes resultó mucho más rápida, menos dolorosa y menos costosa que la registrada en los procedimientos de limpieza y antibióticos acostumbrados", explica Wolff.

Por supuesto la utilización de las larvas sólo constituye un paso en el tratamiento de los pacientes. Luego de que los animales cumplen su tarea de limpieza, los dermatólogos se encargan de formular al paciente medicamentos que estimulen la reparación y el crecimiento de tejidos sanos, para lograr la curación total, una recuperación notoria o un cuidado bastante aceptable de las úlceras.

Así obran

La larva, proveniente de la mosca Phaenicia sericata, se come los tejidos muertos (necróticos) y la fibrina, una especie de tejido que retrasa e impide la cicatrización de los pacientes. Hay dolor, pero en general es menor que el producido por las dispendiosas limpiezas a las que están acostumbrados los pacientes de úlcera. "Incluso, ellas obran en pliegues de la piel donde a veces no llegan los cuidados manuales de médicos y enfermeras", dice Wolff.

Los animales se ubican en la lesión cuando tienen un tamaño promedio de dos milímetros y se retiran cuando alcanzan los 12 milímetros. Eso significa que las larvas se ponen en la herida y 48 horas después son retiradas mediante un sencillo procedimiento con pinzas.

La herida del paciente se cubre con gasa, dado que las larvas requieren una temperatura y unas condiciones de aislamiento especiales. Eso además ayuda a que el beneficiado no tenga que ver 'trabajar' a los bichitos, lo que para algunos podría resultar molesto o desagradable, pero que en esencia es una ayuda natural formidable y eficaz.

No hay peligro, si usted las necesita, no se preocupe, las larvas empleadas sólo comen tejido muerto. "Su comportamiento está estudiado y sabemos que su alimento exclusivo es ese. No hay riesgo de que coman tejidos sanos. Si no encuentran más el alimento que requieren, mueren. Además, cuando alcanzan cierto tamaño, tienden a lanzarse al suelo, a una superficie terrestre, donde, si estuviesen en su medio natural, entrarían en la fase de pupas (se envuelven en una membrana) para pasar a ser moscas adultas. Cuando se retiran de las úlceras, se sumergen en alcohol y mueren", explica Wolff.

Los avances de este grupo de investigadores son tan alentadores que en la actualidad trabajan en la redacción de un libro con uno de los especialistas del mundo en la materia: el doctor Ronald Sherman.

Se proyecta que por sus bajos costos y su eficacia comprobada, esta técnica tienda a masificarse en los países en desarrollo.