Especiales Semana

'Made in' la sabana

El TLC con Estados Unidos implica un gran reto para los empresarios de Bogotá y Cundinamarca: encontrar nuevos negocios de exportación.

5 de diciembre de 2004

A comienzos de septiembre, en uno de los tantos foros que se han hecho sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, el alcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón, y el ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, protagonizaron un enfrentamiento que sorprendió. El alcalde cuestionó, entre otras cosas, la forma casi 'clandestina' como el gobierno nacional está manejando la negociación del acuerdo. El Ministro le respondió diciendo que la confidencialidad era una condición necesaria para que este tipo de negociaciones puedan avanzar.

Este episodio refleja el tire y afloje que han desatado las negociaciones del TLC, no sólo con los estadounidenses, sino también internamente. Para Bogotá y Cundinamarca es mucho lo que está en juego. En 2000, la región se fijó la meta de multiplicar por siete sus exportaciones, esto es, pasar de 1.500 a 10.500 millones de dólares en el término de 10 años. La pregunta que se hacen los empresarios bogotanos y las autoridades distritales es qué tanto ayudará el TLC con Estados Unidos a cumplir este objetivo y, más aún, cuánto aportará al crecimiento económico y al bienestar de la región.

Las cifras demuestran que Bogotá y Cundinamarca están mejor que otras regiones en términos de comercio exterior. Las exportaciones no tradicionales de Cundinamarca ascienden a 845 dólares por habitante, más del doble que otros departamentos como Antioquia o Bolívar. Sin embargo, su ubicación y el atraso de la infraestructura vial del país son un obstáculo.

Recorrer los 1.000 kilómetros de carreteras, muchas de ellas en mal estado, que conectan a la Sabana de Bogotá con los puertos de la Costa Atlántica, encarece las exportaciones de la región y, por tanto, les quita competitividad. Queda la opción de enviarlas por avión, pero hacerlo es costoso y limita el grupo de productos exportables a aquellos de valor agregado. ¿En dónde están entonces las oportunidades?

Todos coinciden en que el negocio con mayor potencial en Bogotá es la exportación de servicios, un sector que representa casi 70 por ciento del PIB de la ciudad y que en los últimos años ha cobrado importancia dentro del comercio mundial. En el futuro, la idea es encontrar consultores colombianos que presten sus servicios en Estados Unidos, firmas de ingeniería que participen en licitaciones del gobierno norteamericano, arquitectos 'virtuales' que realicen planos para compañías estadounidenses o empresas de informática dedicadas a exportar software. Lograrlo dependerá de los resultados de la negociación del TLC, en aspectos como facilitar el ingreso de profesionales colombianos a Estados Unidos o la homologación de títulos universitarios, y de los avances que se den en proyectos de infraestructura, como la masificación de Internet.

Otro beneficio que traería para la región el TLC es volver permanentes las ventajas del Atpdea, que hoy permiten que productos como las flores de la sabana de Bogotá entren sin aranceles al mercado estadounidense. Los floricultores podrán así consolidar la posición que ya tienen en ese país. Sin embargo, la principal tarea del sector privado y el gobierno bogotano es encontrar nuevas formas de aumentar el comercio con Estados Unidos. El reto está entonces en no exportar más de lo mismo.