Especiales Semana

Más blanco no se puede

Las modernas técnicas de blanqueamiento y restauración ofrecen resultados sorprendentes en una sola cita.

29 de octubre de 2001

Dicen que una imagen vale más que mil palabras y que todo entra por los ojos. Desde ese punto de vista la mejor carta de presentación es una sonrisa impecable. Unos dientes blancos y parejos inspiran confianza. Unos dientes amarillentos y disparejos, en el mejor de los casos, dan a entender que la persona es descuidada. En el peor, inspiran desconfianza, prevención e incluso miedo.

Aunque una persona tenga buenos hábitos alimenticios, una higiene bucal adecuada y asista regularmente al odontólogo sus dientes pueden presentar problemas de color, forma y posición. En estos casos la cosmética dental ofrece varias técnicas de blanqueamiento y de restauración que mejoran notablemente la calidad de vida de los pacientes.

“Dientes amarillos o manchados por el cigarrillo, el café, el té o las bebidas oscuras, pero también fracturados, con fluorosis, cónicos, en posición anormal, muy grandes o muy pequeños o demasiado separados son problemas estéticos susceptibles de ser corregidos en una sola cita”, según lo afirma la odontóloga Clara Esperanza Soler de Caicedo, directora académica de la Sociedad Colombiana de Odontología.

Para tener una sonrisa impecable el paciente debe disponer de tiempo, paciencia, un buen odontólogo y un presupuesto que puede oscilar entre 350.000 y 700.000 pesos, dependiendo de la técnica escogida y, por supuesto, del profesional.

La odontología ofrece dos tipos de geles para hacer los blanqueamientos: el peróxido de hidrógeno y el peróxido de carbamida. Ambos tienen ingredientes activos que deben reaccionar en un corto período sobre los pigmentos, causando el blanqueamiento del diente. La diferencia entre estas dos sustancias, además del principio activo de cada una y el grado de concentración, radica en que el peróxido de hidrógeno debe ser aplicado por el odontólogo en el consultorio ya que puede producir quemaduras en los tejidos blandos si no se evita su contacto. Aunque ofrece resultados más rápidos también es más costoso porque compromete el tiempo del profesional que cita al paciente para aplicarle el gel por un período que oscila entre 30 minutos y dos horas.

El peróxido de carbamida, en cambio, es recomendado para tratamientos domiciliarios. En este caso el odontólogo le suministra al paciente una cubeta hecha especialmente a su medida y las dosis diarias que debe aplicar en la noche para que se produzca el efecto deseado.

La duración del tratamiento depende del color al que se quiera llegar. Una buena forma de escoger la tonalidad es guiarse por el color de la esclera del ojo. La idea es que armonicen. Los dientes demasiado blancos no lucen naturales y se corre el riesgo de que el esmalte se vea opaco. Además puede suceder que los bordes se tornen más transparentes y como la cavidad oral es oscura el efecto que da es que se

vean más oscuros en los bordes. Un diente extremadamente blanco también se puede ver antiestéticamente más plano. El odontólogo debe respetar las características de los dientes: transparencia, cromatismo, luminosidad y opalescencia, así como la edad de los pacientes: los jóvenes tienen una dentición diferente a las personas de la tercera edad.

Los dientes más oscuros o manchados necesitan una mayor exposición al gel blanqueador. Sin embargo la doctora Soler de Caicedo advierte sobre un riesgo que se corre con estos tratamientos y es volver el esmalte tan poroso que el diente quede predispuesto a sufrir una fractura. No obstante esto sólo se presenta cuando se ha sobrepasado el punto de saturación que se alcanza cuando el blanqueamiento disminuye la efectividad drásticamente. Por eso tanto el blanqueamiento que se hace en el consultorio como en casa debe ser controlado por el odontólogo. “Una vez se traspasa el punto de saturación se comienza a romper el contenido de carbono de las proteínas del esmalte, que se vuelve poroso y se pigmenta más rápido y esto ya es irreversible. Todo lo que se le diga al paciente antes del tratamiento es una advertencia. Lo que se diga después es una disculpa”, advierte la doctora Soler de Caicedo.

El blanqueamiento por sí solo no garantiza tener una linda sonrisa. Hay que complementarlo con el cambio de las amalgamas por resinas, con tratamientos de odontología adhesiva (ver recuadro), si el paciente lo requiere, y con retoques que se aplican con el paso del tiempo para mantener la blancura.

Una de las molestias que frecuentemente presentan los pacientes con estos tratamientos es la hipersensibilidad de los dientes al frío. El odontólogo puede aliviarlas mediante la aplicación de flúor o, en casos extremos, de nitrato de potasio, que hace una interferencia química bloqueando los nervios sensitivos. Una vez finalizado el tratamiento la molestia debe desaparecer a las 48 horas, para lo cual el paciente debe usar una crema dental indicada por el odontólogo.

Por último, es muy importante tener en cuenta que existen en el mercado kits de blanqueamiento para aplicar en casa. Estos han sido prohibidos en Estados Unidos porque, al no tener la supervisión del odontólogo, el paciente puede sobrepasar fácilmente el punto de saturación, volviendo el diente vulnerable a fracturas y caries.