Especiales Semana

MODA EN MEDELLIN

5 de agosto de 1991

EL BAUL DE LA ABUELA
CUANDO EULALIA PIEDRAHITA TERMINO sexto de bachillerato se fue para Europa. Allí hizo un curso de telares, compró los equipos, regresó con ellos a Colombia y al llegar, jamás los desempacó porque se dedicó al diseño de modas. Los trapos le gustaron desde cuando en sus juegos infantiles se sumergió por primera vez en el baul de la abuela y descubrió vestidos que ya nadie usaba, juguetes que podía desbaratar o modificar a su antojo, encajes, letines, tejidos crujientes, texturas y colores que la marcaron para siempre.
Junto con Olga Piedrahita, su hermana, cómplice desde esos días y sin más capacitación que las ganas de hacer las cosas, comenzó la labor de vestir con elegancia y estilo propio a las mujeres que se identificaron con su sello personal. El nombre del taller y los diseños que de allí surgen, sumados al aire que se respira hablan de ese sello: barroco.
Hoy, con 30 años de edad, esta diseñadora nacida en Medellín, se ha hecho a un publico propio en la capital de Antioquia y en Bogotá. Se desempeña como profesora de la Colegiatura Colombiana de Diseño y en la Escuela Arturo Tejada.
La experiencia le ha enseñado que en la capital de la Republica existen unos parámetros de moda diferentes de los de su ciudad, Las temperaturas capitalinas demandan por sí el inexcusable uso del forro de las prendas, el abrigo del paño y una carta de colores en términos generales, más sobria.
Considera que el medio de esta ciudad resiste más diseño en unos aspectos y menos en otros. La existencia de clientela más cosmopolita, gente habituada al roce internacional, esposas de diplomáticos y un buen volumen de extranjeros hacen que resulte un terreno abonado para los creadores de la moda. En su concepto, Medellín difícilmente cuenta con clientes extranjeros y la gente en general es más temerosa para vestirse.
A lo anterior, la diseñadora suma la certeza de que en su ciudad natal hay buena confección. Sin embargo, considera que no sucede lo mismo con el diseño de modas.
No hay un trabajo muy honesto en cuanto a creación -asegura Piedrahita-. Aquí se rediseña. A los confeccionistas les resulta más fácil copiar lo europeo o americano que arriesgarse a tener un estilo propio. Entonces no hay una verdadera identidad en lo que se vende a la gente. Prima la visión comercial típica del antioqueño.

ENTRE EL SUEÑO Y LA REALIDAD
Una de las realidades que mayor conflicto le ha generado a Eulalia Piedrahita es que sus prendas no siempre lucen en sus clientes tal como lo había soñado. Ello se debe a que sabe que las mujeres se han mirado mucho en el espejo y cuando van a comprar ropa llegan esperanzadas buscando el diseño adecuado que esconda los defectos y resalte la belleza. Esto es posible. Y legítimo. Pero a veces, sucede que el comprador ha fabricado en sus fantasías frente al espejo un cuerpo que no corresponde con la realidad.
Entonces, sucede lo inevitable. Esa prenda boceteada, minuciosamente planeada, cuidada hasta el ultimo detalle, termina ciñendo apretadamente un cuerpo generoso en carnes que cree que una talla menos es la fórmula de la figura esbelta o la prolongación de una juventud que se escurre tercamente por entre los accidentes del vestido.
Por eso, y por principio, a Eulalia Piedrahita no le gusta seguir la moda al pie de la letra sino que escoge las tendencias con las que se identifica, las que más le gustan y las que permanezcan al tanto de la realidad cotidiana de la ciudad.
En la actualidad, Eulalia está zambullida de lleno años 60, en el concepto de la belleza fresca, de la silueta libre, muy teenager, desestructurada, donde el cuerpo se puede mover con holgura. Basada en la idea de que las piernas, los brazos y el cuello son hoy los blancos de todas las miradas, la diseñadora trabaja elementos como la tradicional línea A en los vestidos, prendas sin cuello, sin mangas, talegos y chaquetas sueltas.
Así mismo, Eulalia Piedrahita se ha inclinado por la manga sisa, entrada, con cuellos altos para mostrar los hombros y destacarlos con formas con formas simples y sencillas. En lo que se refiere a la carta de colores, la diseñadora se decidió por combinaciones de naranja y fucsia, verde limón, amarillo tostado, mostaza y rojo cereza.
Eso sí, aclara que de forma paralela mantiene la línea clásica que la caracteriza y en la cual predominan diseños a base de sedas, linos y shantung. Telas que conoce desde cuando empezó a jugar con lo que encontró en el baul de la abuela.

EL TERMOMETRO DEL TIEMPO
LA MODA NO SOLO ES ROPA, ACCESORIOS o tendencias que se imponen. Va más allá del tiempo para materializar en un pedazo de tela la expresión de una época. Es historia impresa en el ropero del ciudadano comun.
Con el propósito de tomar el pulso a la actividad del diseño de modas en Medellín, SEMANA consultó las opiniones de Juan Diego Martinez y Luis Bernardo Llano, dos de los más prestigiosos diseñadores de Medellín.

PARA VESTIR BIEN ...
Desde antes de cumplir 13 años de edad ya sabía que queria estudiar diseño de modas. Fue entonces cuando poco antes de morir su padre la familia lo envió a educarse a Nueva York en Parson School of Design, institución considerada el Harvard de la moda.
Invitado a dictar un taller para el gremio de la confección, llegó a Colombia en 1987 y se quedó definitivamente.
Al referirse a las principales caracteristicas de su trabajo, Martinez afirma que sus diseños son limpios y con silueta. Dos características que logra con el buen corte y la ausencia de accesorios llamativos.
Siente una marcada preferencia por los colores básicos para combinarlos con el mármol y los tonos neón.
Elabora diseños para diversos tipos de mujer, asesora a sus clientes y a diario escribe reflexiones sobre la moda en las que ha redactado frases como