Especiales Semana

Mujeres geniales

A lo largo de la historia las mujeres han realizado grandes aportes al desarrollo de la ciencia, aunque muchas veces su éxito ha sido opacado.

1 de marzo de 2002

En el siglo XIX el filósofo alemán Arthur Schopenhauer definió a las mujeres como mamíferos de cabellos largos e ideas cortas, haciendo referencia a la supuesta incapacidad del género femenino de producir conocimiento. Durante siglos el acceso limitado a la educación y la falta de oportunidades ayudaron a fomentar la creencia de que las mujeres no estaban capacitadas intelectualmente para llevar a cabo desarrollos científicos que ayudaran a mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo la realidad ha sido otra. Si bien el siglo XX fue el escenario en el que se hicieron evidentes los logros femeninos en el campo de la ciencia los aportes de las mujeres se remontan a la antigüedad. Tal es el caso de Hipatia, una reconocida matemática de Alejandría y cabeza de la escuela neoplatónica, que se hizo famosa por sus tratados de álgebra, geometría y astronomía. Hipatia desarrolló instrumentos para destilar agua, para medir la gravedad y se dice que diseñó los principios del astrolabio. No obstante sus aportes no fueron suficientes para disuadir a los cristianos, que veían en sus enseñanzas una amenaza contra la fe y en el año 415 una turba enardecida la asesinó en la calle.

Mejor suerte corrió lady Augusta Ada Byron, hija del poeta inglés George Gordon, lord Byron, quien es considerada la primera programadora de computadores. En 1833, cuando apenas tenía 18 años, Ada conoció al sabio Charles Babbage, quien la adoptó como discípula y juntos desarrollaron programas para la máquina analítica que había inventado Babbage. Ada se las ingenió para cumplir con sus obligaciones sociales como ama de casa y de paso construir las bases de la programación, es decir, la creación de las instrucciones que necesita un computador para efectuar sus tareas.

Pese a su creatividad y talento analítico sus contemporáneos la catalogaron como una mujer extravagante y libertina cuyas ideas calenturientas no eran propias de una dama. A comienzos de los años 80 la Secretaría de Defensa de Estados Unidos, en mora de hacer un reconocimiento póstumo a la genialidad de lady Byron, bautizó con el nombre de Ada uno de sus lenguajes de programación.

El desconocimiento hacia los aportes femeninos se presenta incluso en la biografía de las mujeres famosas, como sucedió con Marie Curie. A comienzos del siglo XX el trabajo de los esposos Curie en radiactividad les mereció el reconocimiento de la comunidad científica por su descubrimiento del radio y el polonio y sus experimentos abrieron el camino de la química nuclear. Sin embargo el hecho de haberse ganado dos premios Nobel no fue mérito suficiente para que la Academia Francesa de las Ciencias admitiera a Marie Curie como una de sus miembros.

Aunque la mayoría de las mujeres investigadoras debieron conformarse con el reconocimiento póstumo su legado más importante fue demostrar que en el mundo de la ciencia lo que importa es el cerebro y no el género.