Especiales Semana

NEGOCIOS ASTRONOMICOS

7 de abril de 1986

Desde 1910, cuando el Halley vino por primera vez en este siglo, ya se podía prever qué iría a ocurrir ahora, 76 años después, con la espectacularidad de su viaje y con el misterio de su equipaje cargado aún de enigmas: la comercialización del fenómeno astral.
Ya entonces la venta de cocteles con el nombre del cometa, joyas y perfumes para prevenir los males de su presencia y tarjetas, cereales y cientos de otros artículos con su insignia, auguraba lo que hoy seria el show, para el que han estado dispuestos comerciantes de todo el mundo, empresarios con imaginación y negociantes sin escrúpulos que han aprovechado la atencion del público para hacer una verdadera "Feria Halley".
Las primeras empresas que se movieron a conseguir la clientela fueron las agencias de viajes que han promovido excursiones hacia aquellos lugares del orbe (Suráfrica, Suramérica y Australia), donde el cometa es más visible. De acuerdo con The New York Times, desde julio de 1985 ya 10 mil norteamericanos y 11 mil japoneses habían hecho reservas en los "planes Halley", pero el más osado de todos los países ha sido Brasil, que espera recibir 70 mil turistas en estas semanas, como una prolongación de su carnaval y bajo siogan que advierte, "no espere otros 76 años", e invita a "viaje a Rio en la cola del cometa Halley".
Chile y Uruguay se han sumado también al grupo de paises que procuran dólares a cambio de avistamientos perfectos, pero no tanto como Brasil y tampoco como Nueva Zelanda, que a la belleza permanente de sus bosques y lagos, agrega ahora el atractivo de ser zona de privilegio para la observación .
En materia de excursiones turísticas quien fue más ambicioso, está en estas semanas navegando en un crucero entre Auckland, capital neozelandesa, y Sydney, con decenas de turistas norteamericanos y japoneses que escuchan perplejos lo que explica el científico Carl Sagan, autor de la serie "Cosmos", convertido ahora en una especie de Jacques Costeau del espacio.
Claro que todo lo anterior vale como muestra de comercialización, pero orientado exclusivamente a lo turístico, porque como empresario total del fenómeno celeste, el campeón ha sido el norteamericano Owen Ryan, quien fundó la General Comet Industries sin proponerse ningún negocio serio, pero empezó a notar el furor de la expectativa y entonces decidió suplir esas necesidades del "mercado" sus industrias producen más de cien artículos (chaquetas, discos, bolsos, camisetas, tarjetas...), ya se encuentra editada una película con el argumento de un grupo de astronautas que aterrizan en el cometa y se encuentran con vampiros capaces de chupar la fuerza vital y, claro, para redondear el negocio la misma empresa ha inventado las " pildoras antivampiros cometarios", que, según la etiqueta, deben tomarse cada media hora. Toda esta creatividad, que incluye la expedición de certificados de propiedad del cometa grabados y numerados con la garantia de que volverá dentro de 76 años, le reportará a la empresa unos nueve millones de dólares (cerca de 1.500 millones de pesos), y ya tiene representantes en nueve países .
Claro que a quienes también les ha ido bien en el negocio es a los fabricantes de telescopios; el jet propulsion la ofrece su cazador de cometas a 500 dólares (unos 85 mil pesos) y su competidor más fuerte es el "halleyscopio", que se vende por el equivalente a 40 mil pesos colombianos y "también sirve para espiar a su vecino", dice la propaganda.
Inglaterra, que fue el lugar donde nació Edmond Halley, el descubridor del cometa, no podía estar atrás en la comercialización de este espectáculo: la Sociedad Británica del Halley ya cuenta con 15 mil afiliados que, para ingresar, deben comprar corbatas o medallones, y otro grupo de comerciantes decidió aprovechar la sed que da el fuego del cometa para envasar toda clase de licores en botellas "estilo Halley". --