Especiales Semana

"NIÑO GRANDE" DE JAPON BUSCA LIDERAZGO MUNDIAL

Calibre de Tokio inferior al de Londres y Nueva York

2 de noviembre de 1987

LOS TITULARES están desvirtuando la creencia de que el mundo financiero siempre será un mundo occidental:
"Bolsa de Tokio reemplaza a la bolsa de Nueva York como No. 1"
"16 de las principales instituciones financieras mundiales son japonesas".
Con cada uno de estos titulares, aumenta el temor de Occidente. Temor de que Tokio reemplazará a Nueva York como primer centro financiero mundial, como EE.UU. reemplazó a Londres después de la Primera Guerra Mundial.
Temor de que las instituciones financieras japonesas avasallen a Nueva York, Londres y otros centros financieros extranjeros, adueñándose del mercado y envíen a la bancarrota a sus competidores.
Como la mayoría de los temores, parten de una base legítima. Como la mayoría de los temores, están poco justificados.
El surgimiento de Japón como gigante financiero no debería ser una sorpresa para nadie. Los excedentes comerciales de Japón en 1986 alcanzaron 86.000 millones de dólares, unas 18 veces el nivel de hace 6 años.
Japón, sentado en esta montaña de billetes, se ha convertido en el principal país acreedor del mundo.
El país del sol naciente también debe su puesto de importancia en el mundo de las finanzas internacionales a la geografía. Tokio cubre la brecha horaria que se encuentra al desplazarse hacia el oeste desde Nueva York a Londres, convirtiendose en el tercer centro fundamental del creciente mercado mundial.
Las instituciones financieras extranjeras han llegado en masa, atraídas por sueños de ganancias cuantiosas y el argumento --difícil de refutar-- de que no se pueden dar el lujo de no estar en Japón. Hoy hay seis firmas extranjeras de corretaje de valores en la bolsa de Tokio, y al menos otras 10 se les unirán a breve plazo.
A pesar de toda la alharaca de que el Kabbutocho de Tokio está sobrepasando a Wall Street, según normas internacionales el mercado financiero de la capital nipona es increlblemente poco sofisticado. Un funcionario del Banco de Tokio recientemente comparó al mercado de Tokio con "un niño grande crecido pero inmaduro".
Tokio carece de muchos de los mecanismos que normalmente se asocian con los principales mercados financieros. El mercado de bonos japonés no tiene un equivalente a la US Depository Trust Company, o a Euroclear, a través de las cuales sus asociados se transfieren valores mediante transacciones computadorizadas.
Tokio todavía no tiene "la pujanza y la creatividad de Nueva York y de Londres", dice John T. Clayden, vicepresidente de la sucursal japonesa del Banco Real de Canadá, quien además opina que la falta de ciertos productos modernos, como las opciones comerciadas y las operaciones a plazo obstaculiza la atracción de clientes no japoneses.
Pero es muy poco probable que el mercado de Tokio siga siendo el hermanastro pobre de Nueva York y de Londres.
"A Tokio le falta mucho camino para alcanzar a Nueva York", dice William P. Sterling, economista veterano de Merrill Lynch Japan. "Enfrenta la inercia de sus instituciones y prácticas de negocios relativamente anticuadas". Pero, agrega: "Japón realmente se tendría que quedar dormido al timón para evitar convertirse en vínculo fundamental del sistema financiero mundial".
Sin embargo, Tokio no es ninguna amenaza para Nueva York y Londres. El concepto de la competencia corre contrario a la tendencia de integración que se nota en cada vez más centros financieros. De la misma manera que la City de Londres aprendió a convivir con Wall Street, estos dos centros trabajarán con Kabbutocho.
Tokio, Londres y Nueva York tienen mucho más que ganar colaborando que compitiendo, creando como resultado un verdadero mercado financiero global.
Mediante la colaboración, las instituciones financieras japonesas y no japonesas se entretejerán cada vez más. Se forjaran alianzas mundiales formales e informales.
El sistema tripolar financiero apoyado por alianzas mundiales, que forjarán un mercado internacional mejor integrado, será el orden del día. Y el temor occidental a la amenaza japonesa no quedará justificado en lo más mínimo.--