Especiales Semana

Pisando fuerte

Cada vez más mujeres ocupan altos cargos y tienen mejores salarios gracias a la formación académica. Todo esto sin dejar de lado su rol en la familia. Este informe muestra cómo ellas ganan terreno.

Janeth Acevedo Neira*
20 de noviembre de 2010

De las 100 empresas más grandes de Colombia, cuatro son dirigidas por mujeres. La cifra puede parecer poco representativa, pero en un país donde por tradición el mundo corporativo ha sido dominado por los hombres, este 4 por ciento da cuenta de que el llamado ‘sexo débil’ está ganando terreno: hace una década en la lista no figuraba ninguna mujer en cargos de primer nivel.

María Eugenia Coronado pertenece a este selecto grupo. Gas Natural, la firma que tiene a su mando, factura al año más de 1,2 billones de pesos.

“Llegué al Grupo Gas Natural Fenosa en 2001, después de haber trabajado cerca de 15 años en PriceWaterhouseCoopers (PWC). Me vinculé al grupo como directora económica financiera; fui trasladada a Italia, donde asumí responsabilidades de planeación estratégica y gestión regulatoria, y regresé a Colombia en 2007 como ‘country manager’ de Gas Natural ESP”, señala la directiva, al recordar que en su primer trabajo (auditora junior en PWC) ganaba 30.000 pesos.

Aunque su trabajo es fundamental, para ella la prioridad es su familia, compuesta por su esposo, dos hijos varones de 28 y 7 años y una adolescente de 16 años. Al hablar sobre las claves para lograr el equilibrio entre estas dos facetas, dice que cada día trae su afán y su prioridad, y que la organización y flexibilidad son esenciales.

Junto a Coronado, Mónica de Greiff, de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB); Erika Herrero, de Belcorp, y María Adelaida Saldarriaga, de Avon, completan la lista de las cuatro mujeres más poderosas del mundo empresarial.
 
El cambio

Para Carmen Millán, directora del Grupo de Investigación de Género del Instituto Pensar, de la Universidad Javeriana, la historia empezó a cambiar cuando las mujeres tuvieron la oportunidad de cursar el bachillerato, ‘privilegio’ otorgado por la Ley 28 de 1932 en el gobierno de Enrique Olaya Herrera.

A este factor,  Florence Thomas, coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional, agrega que también fue decisiva la posibilidad de planificar. “La anticoncepción es la piedra angular. Desde ese momento las mujeres comenzaron a irrumpir en el mundo laboral, pues ya podían decidir cuántos hijos tener y en qué momento. Esto les dio confianza para salir a trabajar”, dice.

 Nadie duda de que las mujeres ganaron terreno. Sin embargo, falta camino por recorrer.
Según una encuesta del Foro Económico Mundial (FEM) en 600 empresas líderes de 20 países, las mujeres tienden a ocupar cargos que están ubicados en los niveles bajo y medio de la base de la pirámide.  Las principales barreras para que accedan a posiciones de primer nivel en el mundo empresarial tienen que ver con las prácticas culturales de cada país, la tendencia corporativa patriarcal y la falta de modelos a seguir.

Contra todas las percepciones, Colombia saca la cara por la región junto con Brasil. Esa es la conclusión de Rodrigo Montealegre, director de Gestión Humana de la firma de consultoría Mercer, con base en un estudio que hizo en 856 grandes compañías de Colombia, Centroamérica, Brasil y Argentina.

De los países en los que Mercer hizo la investigación, Brasil y Colombia tienen los porcentajes más altos de mujeres en gerencias generales, con 25 y 8,9 por ciento, respectivamente. Mientras que en  Argentina solo llegan a 5 por ciento y en Centroamérica este tipo de cargos es ocupado solo por hombres.

En Colombia, la brecha salarial en los cargos de primer nivel también se está acortando.  En el cargo de gerente general la diferencia es de apenas 7,5 por ciento. Una mujer gana mensualmente, en promedio, 40 millones de pesos y un hombre en la misma posición, 43 millones de pesos.

En las 203 empresas evaluadas por Mercer en el país, la diferencia se hace menor a medida que va descendiendo la pirámide. En el escalafón de dirección, el hombre recibe en promedio 27 millones de pesos y las mujeres, 25 millones; y en el nivel de gerencia el salario mensual es 17 y 15 millones, respectivamente. En el renglón de jefatura, ellas devengan 6 millones y ellos, 7.

Mercado laboral

La presencia de la mujer en el mercado laboral colombiano viene en ascenso. Diez años atrás, 6 millones de mujeres tenían empleo. Hoy la cifra se ubica en 7,6 millones.
El 43,3 por ciento de las mujeres en edad de trabajar tienen empleo, mientras a comienzos de este siglo el porcentaje llegaba a 39 por ciento.

Las actividades de mayor desempeño son servicios comunales, sociales y personales, comercio, hoteles y restaurantes e industria manufacturera.

Estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran que en las dos últimas décadas ha sido significativo el aumento de la participación femenina en el mercado laboral en toda la Región. Esto obedece -entre otras causas- a la crisis económica que presionó el bajo ingreso de los hogares y obligó a la mujer a salir a buscar empleo; a los cambios en la estructura familiar, especialmente el incremento de la jefatura femenina, al mayor acceso al sistema educativo y a las opciones de autonomía económica.

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Puntos críticos
 
En 1994, de los hogares de la zona urbana colombiana, la mujer era la que aportaba los ingresos en el 30,1 por ciento. No obstante, en los últimos años, el porcentaje supera el 40 por ciento.

Pese a lo anterior, la tasa de desocupación femenina sigue siendo alta y se ubica en 15,3 por ciento, mientras que la masculina llega a 10,3 por ciento.

Para el Observatorio de Asuntos de Género, la asignación social de roles diferenciados entre mujeres y hombres, que ha adjudicado principalmente a la población femenina la responsabilidad de lo doméstico y lo familiar, la forma de asumir la maternidad más como una responsabilidad de las mujeres que como una función social necesaria para la reproducción de los seres humanos, entre otros aspectos, ha incidido en las menores posibilidades para la acumulación de capital social, lo cual las hace más vulnerables al desempleo y establece mayores barreras para ingresar al mercado laboral.

*Periodista