Especiales Semana

¡Pobre país!

La misión de pobreza, después dos años de investigación, llegó a una conclusión aterradora: el crecimiento económico en Colombia va en contra de los pobres ¿Qué va a hacer el gobierno para disminuir la preocupante desigualdad social?

14 de octubre de 2006

A los 31 años, el sueño de Nelly Avilez es construir una casita de cemento para vivir con sus seis hijos y su esposo Willington. Desde hace cuatro años, cuando salieron desplazados de su finquita en Ataco (Tolima), no han vuelto a dormir decentemente. Tras vivir en Neiva, prácticamente como mendigos, decidieron echar raíces en Sitio Nuevo, un pequeño pueblo en la costa, a orillas del Magdalena, de donde salió Willington a buscar fortuna 15 años atrás. Llegaron a un lote en el 12 de octubre, una invasión sin acueducto ni alcantarillado, donde el barro se entra a la sala y al cuarto. Allí duermen los seis: Heidi Yesenia, Yurani, Yamile, Willington, Edison y Argenio. Entre la hija mayor, que tiene 9 años, y el menor, se llevan seis años largos.

En medio de tanta pobreza han tenido suerte. Su suegro les regaló el lote, y su esposo cultiva guayaba y limón. Y cuando no hay para comer, Nelly sale a rebuscarse 15.000 ó 20.000 pesos lavando ropa. "Yo no dejo aguantar hambre a mis hijos", dice esta mujer que estrenó cédula el año pasado para acceder a un programa de subsidios del Estado.

Han logrado aliviar algunos vacíos de la pobreza, pero no tienen muchas razones para ser optimistas. Ni siquiera entienden por qué su panorama sigue siendo oscuro, si trabajan duro para mejorar sus condiciones.

Muchos hasta piensan que son pobres por voluntad divina. Pero no. Tras un par de años de trabajo, la Misión contra la Pobreza, un grupo conformado por el gobierno junto con expertos de Planeación Nacional, varias universidades, consultores internacionales y ONG, encontró las razones para que tanta gente esté estancada. Y el hallazgo no podía ser más dramático: aun en un ambiente de permanente crecimiento económico, hay condiciones sociales, económicas y políticas que impiden a 22 millones de colombianos (quienes están en la línea de pobreza) mejorar sus condiciones de vida. Por eso, el Producto Interno Bruto podrá aumentar 6 por ciento este año, pero esa no será una buena noticia para los pobres, pues antes que abrirles nuevas oportunidades, aumentará sus dificultades.

¿Cómo se puede dar esa paradoja? Según Jairo Núñez, coordinador de la Misión, esto pasa porque la mayoría de recursos fue utilizada por las personas que habían tenido mejor capacitación y acceso a la educación universitaria, que en su inmensa mayoría no son pobres. Y lo más paradójico es que buena parte de las ayudas del gobierno en salud, pensiones y educación va a parar a las personas de los estratos más altos de la población.

Precisamente este martes, cuando se celebra el Día mundial de la lucha contra la pobreza, el gobierno dará a conocer el informe final de la Misión y anunciará lo que será uno de los pilares del segundo mandato del gobierno de Álvaro Uribe: la red de Protección social contra la pobreza extrema.

Los antecedentes

No siempre la situación ha sido tan mala. Entre 1970 y 1996, el crecimiento del país permitió que la pobreza se redujera, especialmente del 78 al 95, cuando la economía crecía al 4 por ciento anual y el desempleo no superaba el 10 por ciento. El porcentaje de los colombianos por debajo de la línea de pobreza se redujo en 20 puntos, y la pobreza extrema pasó del 45 al 21 por ciento.

Por entonces hizo carrera la tesis neoliberal según la cual el crecimiento económico generaría inevitablemente bienestar a todos los colombianos. Pero desde 1996, la economía comenzó a desacelerarse, y en 1998 y 1999 cayó en una recesión con terribles consecuencias sociales. La pobreza pasó del 49,9 al 57,5 por ciento, mientras más de dos millones de personas fueron desplazadas por el conflicto. En los últimos cuatro años se ha registrado una mejoría marginal frente a la tragedia de estos millones de personas. Se lograron avances importantes, como el aumento de escolaridad y culminación del bachillerato, más acceso a la seguridad social, reducción de la mortalidad infantil, crecimiento en la cobertura de servicios públicos y mayor esperanza de vida, pero no se ha podido reducir la pobreza de manera importante. "A pesar de que la economía está creciendo y generando riqueza, una buena parte de la población sigue estando por fuera de estos beneficios, bien porque el crecimiento y el gasto no son lo suficientemente propobres o bien porque la pobreza extrema es persistente como consecuencia de las trampas de la pobreza en las que se encuentran inmersas muchas familias. En consecuencia, no se han atacado de manera integral las múltiples dimensiones de la pobreza", dice la Misión.

Precisamente uno de los aportes más importantes de esta iniciativa fue comprender por qué los pobres no dejan de ser pobres. Y encontró que este es un problema multidimensional que no puede ser solucionado con programas asistenciales dispersos. Además, encontró que hay 15 trampas que les impiden ascender socialmente (ver nota siguiente). En otras palabras, viven un círculo vicioso en el que los hijos están condenados a repetir la historia de sus padres y sus abuelos, y así sucesivamente, hasta que alguno pueda romperlo.

La fuerza de la pobreza extrema hace que las nuevas generaciones tengan más dificultades para superarla. Los niños de estas familias son enfermos recurrentes y difícilmente culminan sus estudios; al no acceder a una educación técnica o superior, están abocados al desempleo o a trabajos inestables y de baja cualificación. Como sus padres tienen ingresos muy bajos, los hijos tienen que dejar sus estudios o salir a buscar recursos y, por lo general, empiezan muy jóvenes a tener hijos (14 ó 15 años), lo que los lleva necesariamente a buscar el sustento diario para mantener escasamente a la familia.

Por donde se mire hay ejemplos. Lina, una bogotana menuda, fue la única mujer de su casa que logró terminar el bachillerato hace 10 años. No tuvo cómo seguir sus estudios, y tras quedar embarazada de su novio, un trabajador de la construcción, terminó como sus hermanas: trabajando como empleada doméstica. Sus dos hijos están en el colegio y tienen la esperanza de ser profesionales y tener una vida más allá del barrio El Codito, en los cerros al norte de la capital.

Para romper la pobreza, la Misión le propuso al gobierno crear un programa que coincidió con una propuesta que desde hace dos años le entregó la Red de Solidaridad al gobierno. Se trataba de una idea similar a Progresa, de México, o Chile Solidario, que funcionan en sus respectivos países. De esa manera, el 25 de septiembre el Conpes aprobó la creación de la Red de Protección Social contra la Pobreza Extrema (RED), que será lanzada oficialmente el próximo martes.

La RED, además de enfocarse en mejorar la integración de programas y el gasto de los más pobres, introducirá un modelo cuya unidad de intervención es la familia basado en un modelo de autogestión que les permita el acceso preferente a la oferta de servicios sociales del Estado. La meta del gobierno es invertir 19 billones de pesos entre 2007 y 2010, y buscará por primera vez atacar la pobreza de manera integral. La RED acogerá durante cinco años a 1.500.000 familias más pobres y vulnerables y darles toda una batería de subsidios, servicios y conocimientos que les permitan romper las trampas de la pobreza y salir adelante.

La base de la Red de Protección Social contra la Pobreza será el programa Familias en Acción, creado en 2000 por el gobierno de Andrés Pastrana para mitigar los efectos de la crisis económica, evitar la deserción escolar y mejorar la nutrición de los niños. El gobierno actual fortaleció este programa que les entrega a las mujeres un subsidio mensual de 46.500 pesos para comida destinada a sus hijos, y otro de entre 14.000 y 28.000 pesos mensuales a cada uno para que vayan al colegio. A cambio de estos recursos, las mujeres deben llevar a los niños a controles de peso y crecimiento, y tenerlos al día en el plan de vacunación. A la vez, las madres deben asistir a programas de salud o hacerse exámenes como la citología vaginal.

En este momento, el programa de Familias en Acción beneficia a 690.000 familias, de 887 municipios, de las cuales 99.000 son desplazadas. Estas familias entrarán a la RED y las otras serán escogidas de acuerdo con el Sisbén. En total, serán beneficiadas 6.500.000 personas. En Bogotá habrá 100.000 familias, 20.000 en Medellín y 18.000 en Cali, entre otras ciudades.

Las familias firmarán un acuerdo con el gobierno en el que se comprometen a cumplir 50 puntos para salir de la miseria. Hay de todo, desde salud, educación, alfabetización de los mayores, capacitación para los adultos, pasando por control de la violencia intrafamiliar o educación sexual y reproductiva, hasta tener acueducto, alcantarillado, una vivienda digna y un trabajo que les permita un ingreso formal. "Es importante aclarar que este es un programa con una profunda dosis de corresponsabilidad social, en el que a la gente no la saca de la pobreza el Estado, pero que sí pueden salir de la miseria con su ayuda", dijo Luis Alfonso Hoyos, director de la Red de Solidaridad y uno de los encargados de que este programa funcione.

Esto significa que las personas, además de recibir el paquete de ayudas, tendrán asesores que les ayudarán a canalizar sus necesidades en las entidades y los programas del Estado, los cuales deberán darles prioridad. A cambio, cada cierto tiempo las familias deben mostrar avances y logros. En últimas, el Estado se está jugando su legitimidad y su forma de imponer orden y progreso, como reza desde hace décadas el escudo nacional.

"Necesitamos que los empresarios tengan como prioridad a estas personas en las que el gobierno va a hacer una importante transformación, que se puede ver afectada, si no consiguen un trabajo formal o si no se convierten en microempresarios. Necesitamos también su corresponsabilidad en la solución de estas personas", dijo Luis Alfonso Hoyos.

Todo este esfuerzo no alcanzará para acabar con la pobreza. Buscará reducirla del 49 al 39 por ciento en 2010 y al 19 por ciento en 2019, cuando el gobierno hará la segunda celebración del bicentenario de la Independencia. Sólo entonces se podrá ver un horizonte futuro en el que todos los colombianos, sin excepción alguna, gocen del nivel de vida que merecen.