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Ponga la cara por Cali

Una ingeniosa campaña ciudadana, liderada por la Unidad de Acción Vallecaucana, busca convencer a los caleños de que salgan a votar en masa el 28 de octubre, para cerrarle el paso al clientelismo y acabar con los malos gobiernos.

6 de octubre de 2007

Luego de más de una década de pésimos gobiernos, Cali tocó fondo. Apolinar Salcedo, su último alcalde, fue destituido en medio de un escándalo de corrupción; eso, sumado al desgreño administrativo que se apoderó de las secretarías y dependencias del gobierno, amenaza con llevar al municipio a la bancarrota. El Concejo de la ciudad tampoco se salva. Es la entidad con mayor desprestigio, según la encuesta de percepción que se realiza cada tres meses; además, como junta directiva de la ciudad, no hizo nada para evitar los escándalos por malos manejos que sacudieron a la administración de Salcedo durante más de tres años.

"La ciudad fue saqueada en nuestras narices y no hicimos nada, ahora, cuando todavía estamos a tiempo de evitar una debacle mayor, debemos poner la cara", explica Eduardo Fernández de Soto, presidente encargado de la Unidad de Acción Vallecaucana (UAV), entidad de carácter privado que asumió liderar una campaña que busca recordarles a los caleños que el manejo de lo público es responsabilidad de todos.

Y precisamente así se bautizó la campaña: Ponga la cara por Cali. El objetivo de esta iniciativa es que los ciudadanos tomen conciencia sobre su deber de participar en la toma de decisiones que tienen que ver con el manejo de los destinos de su ciudad y su departamento. "Lo principal es que logremos reducir el abstencionismo que tradicionalmente se registra en la capital del Valle, donde unos pocos han decidido, por la mayoría, los gobernantes de turno", señala Fernández de Soto.

Y es que las cifras lo acompañan. Por ejemplo, Apolinar Salcedo fue elegido con 180.726 votos, siendo el potencial electoral de 1.201.913 votantes, es decir que sólo el 15 por ciento de los caleños aptos para sufragar eligió a este cuestionado gobernante. En el mismo sentido, en las elecciones para escoger mandatarios locales en 2003, de las principales capitales del país, Cali fue la que presentó el más alto porcentaje de abstención: Medellín 54 por ciento, Bogotá 56 por ciento y Cali 62 por ciento.

El estudio detallado de la forma como votan los caleños ha desvirtuado el mito de que al alcalde lo pone el distrito de Aguablanca, o sea, la gente de los barrios ubicados en los estratos 1 y 2, más susceptibles al clientelismo debido a sus precarias condiciones de vida. Al analizar la abstención por estratos en 2003, se puede apreciar que ésta fue menor en los estratos 1 y 2, donde llegó al 54 por ciento. En el 3 y el 4 llegó hasta 57 por ciento y para el 5 y el 6 alcanzó el 63 por ciento. Los estratos altos, en proporción, participaron menos en la decisión de escoger el alcalde de la ciudad.

Con esta herramienta en la mano, el equipo que lidera la campaña ha recorrido centros comerciales y otros sitios de alta concentración, y con sencillas piezas teatrales busca convencer a los caleños de la necesidad de salir a votar. Incluso en el último clásico futbolero entre el deportivo Cali y el América, los jugadores salieron al campo ataviados con las camisetas de la campaña.

El 28 de octubre se sabrá qué tanto influyó y cuánto éxito tuvo esta iniciativa ciudadana, la primera de su género que se despliega en esta capital. Los caleños tienen ese día la oportunidad de castigar a los malos gobernantes que por años los han ilusionado y los han dejado viendo un chispero.