Especiales Semana

PUEBLOS DE RUANA

BOYACA ES DUEÑA DE LOS MAS HERMOSOS Y VARIADOS PAISAJES, SALPICADOS DE ARCILLA Y FIQUE, DE HISTORIA Y DE LEYENDAS., 28059

11 de marzo de 1996

Una vez cruzado el cartel verde con letras blancas que indica el ingreso al departamento de Boyacá, luego de recorrer los 100 kilómetros que hay desde la Autopista Norte de Bogotá hasta ese sitio donde el verde remplaza al cemento, se olvidan, en cuestión de 2 horas y media, los huecos, la polución, el tráfico y el trabajo. Ahí, y en cada uno de los caminos que conducen a sus 125 municipios, se le rinde honor a la naturaleza. A la laguna de Fúquene, que, a 18 kilómetros, sobrevive a la invasión de los cultivos de cebolla y a pesar de ello, se ve majestuosa en medio de las montañas. También se honra a Dios y la virgen. A Chiquinquirá, 15 kilómetros al norte de la laguna. Ciudad religiosa por excelencia, el lugar debe su nacimiento y su abrupta aparición en las cartografías a un lienzo elaborado con arcilla y zumo de plantas de la Virgen del Rosario, patrona de Colombia. La pintura, encargada a España en el año de 1562, estuvo completamente deteriorada hasta el año de 1586, fecha en la que se renovaron maravillosamente los colores del lienzo, lo cual, además de despertar un masivo fervor religioso dio lugar a lo que hoy en día se considera la fecha del nacimiento de esta ciudad. Después de atravesar Chiquinquirá, al Oriente, se llega a la población de Tinjacá, famosa por sus casas coloniales, sus talleres artesanales y por ser sus habitantes profesionales en el cultivo, preparación y tejido del fique. Es precisamente en este lugar donde se encuentra el desvío que conduce a Ráquira, la más colorida población del departamento y tierra artesanal inigualable. Allí, hornos humeantes cuecen las vasijas de barro mientras que en las paredes de las casas, bañadas en vivos colores, se ofrecen las obras magistralmente trabajadas. Algunos artesanos alternan la producción de objetos comerciales con nuevos diseños, los cuales determinan su grado de especialización y sensibilidad hacia la arcilla.Al salir del desvío se llega a Sutamarchán, municipio conocido por hacer las más deliciosas longanizas y, en donde además, se pueden conseguir sacos, ruanas y cobijas de lana 100 por ciento natural.Diecisiete kilómetros de camino separan a Sutamarchán de Villa de Leyva, una de las más hermosas poblaciones coloniales del país. Fundada en 1572 por Andrés Díaz Venero de Leyva, esta zona aún conserva en sus casas coloniales, sus calles empedradas y sus viejas tapias de barro pisado, el encanto de sus leyendas y su pasado glorioso. Desde ahí es necesario emprender un recorrido de 70 Kilómetros para llegar a Tunja, capital del departamento de Boyacá. Aquí se funden las construcciones antiguas y modernas, se une la historia con el presente y se mezcla el movimiento y la tranquilidad en un solo escenario con cierto aire de metrópoli en territorio boyacense.En Tunja, las iglesias son las mayores riquezas artísticas e históricas, las cuales, en su interior, guardan verdaderas joyas de la arquitectura y ornamentación colonial, además de numerosos óleos y esculturas de arte religioso.La principal plaza de Tunja es la Plaza de Bolívar, en cuyo centro reposa la solemne estatua ecuestre de Simón Bolívar. Al oriente se encuentra la catedral, construida durante el siglo XVI bajo una marcada influencia gótica, al norte, la Casa Cural y la Casa del Fundador; al occidente la Casa de la Cultura y, en contraste con esa arquitectura colonial, al sur, se levantan imponentes edificios en los cuales funcionan oficinas públicas como la Alcaldía y Telecom.A la salida de Tunja, por el noroccidente, se llega a Paipa, una región provista de importantes fuentes de aguas termales, donde se presenta una mayor infraestructura turística, alrededor del lago Sochagota. Se hallan importantes hoteles como el Dann Sochagota y el Centro de Convenciones, dotado, este último, de salones donde se celebrar seminarios, convenciones y convivencias a nivel nacional e internacional.Y después de Paipa, 12 Kilómetros al norte, se llega a Duitama, ubicada en el valle del río Chicamocha, a 2.590 metros de altura sobre el nivel del mar. De su historia faltan muchos datos que se perdieron en el incendio ocurrido a fines del siglo XIX que destruyó todos los archivos de la ciudad. Sin embargo, con el tiempo, Duitama recuperó en su memoria el pasado y se consagró como la ciudad más industrializada del departamento y el primer puerto terrestre del oriente colombiano.Siguiendo la carretera principal se encuentra Sogamoso, la ciudad del Sol y del Acero. Según la mitología chibcha, este lugar fue declarado por Bochica como templo del sol; una leyenda que aún vive en la plaza central, donde se conserva el monumento de piedra y bronce en honor al sol.De Sogamoso es necesario recorrer 12 kilómetros más para conocer Playa Blanca, uno de los espectáculos naturales más sobresalientes de Boyacá. A un lado de la laguna de Tota, con agua cristalina en frente y arena blanca, esta playa nace en un clima que no sobrepasa los 11grados centígrados. Aquí se encuentra la más deliciosa trucha Arcoiris, los más románticos hoteles y unos paisajes que, como en cada uno de los 125 municipios ubicados a lo largo y ancho del departamento de Boyacá, están salpicados de arcilla y fique, de historia y de leyendas.