Especiales Semana

QUE SIGA LA PACHANGA

ENTRE RESTAURANTES, BARES Y DISCOTECAS TRANSCURREN LAS NOCHES CARIBEÑAS.

17 de junio de 1996

En el mundo existen ciudades que mueren al caer el sol. Existen otras en las que después de medianoche es difícil encontrar a personas caminando tranquilamente por las calles. Pero también están los lugares mágicos, como Cartagena, en los que espléndidos atardeceres anuncian, no el final del día sino el comienzo de una velada inolvidable. La Heroica es una ciudad con vida las 24 horas. Sus visitantes pueden aprovechar las mañanas para broncear su piel mientras escuchan el sonido de las olas, las tardes para hacer un recorrido por la ciudad vieja y las noches para degustar los más deliciosos platillos y bailar al son de la música caribeña.Al comenzar la noche, la famosa 'Casa Amarilla' del barrio El Cabrero enciende sus luces y cobra vida para atender a los amantes de la comida de mar. Se trata de una construcción ejemplar de la arquitectura doméstica cartagenera del período republicano. Allí queda el conocido restaurante La Fragata, donde el comensal puede ordenar cualquier tipo de mariscos. Famosas son algunas de sus recetas, como los langostinos en salsa curry con vino blanco acompañados de arroz con coco y banano gratinado. Y si la intención del visitante es disfrutar de un trago, puede buscar una silla desocupada de la barra y pedir un refrescante coctel con un cebiche.En la ciudad amurallada surgió en los últimos meses una nueva moda: los cafés estilo europeo en los que la gente saborea el exquisito capuccino al aire libre. El epicentro de todo esto es la Plaza de Santo Domingo, donde varios propietarios de cafés ubicados alrededor de la plaza decidieron poner mesas en la parte de afuera. Uno de ellos es el Café Santo Domingo, en el cual las personas pueden pedir una gran variedad de platos caribeños y europeos: una tortilla española, un antipasto italiano, un spaghetti al pesto, unos calamares rellenos o, por qué no, un plato cartagenero que incluye carne negrita, arroz con coco y plátano maduro.Sobre la Calle Baloco está ubicada La Vitrola, un lugar donde los clientes pueden saborear estupendas recetas de mariscos, como los langostinos a la parrilla con finas hierbas o los calamares fritos en salsa arrabiata. Y como este lugar es un homenaje a Cuba, los comensales pueden comer un picadillo cubano o una ropa vieja habanera mientras escuchan a los músicos que tocan y cantan las más famosas melodías de esa isla caribeña. Y para los conocedores de vinos el lugar es una tentación... a la vista de los invitados está una enorme cava en la cual descansan decenas de botellas llenas del líquido blanco o tinto que tan a menudo acompaña las mejores comidas.Pero si la idea es rumbear hasta el amanecer de nada sirve afanarse porque los bares y las discotecas más concurridos apenas comienzan a llenarse a las 11 de la noche. La Escollera de la Marina, La Carbonera o Míster Babilla, no importa cuál de ellos escoja el turista o el residente, pues los tres ofrecen un ambiente agradable con la música que está más de moda.Por estos días el sitio más famoso para la juventud es Míster Babilla. Los fines de semana, después de medianoche, es casi imposible encontrar un espacio libre donde sentarse. Mientras la gente joven escucha la mejor música de la temporada puede comer todo tipo de comida mexicana: fajitas, nachos, burritos, quesadillas..., la lista es interminable. Míster Babilla funciona en una construcción de estilo colonial muy amplia pintada en terracota, azul rey y ocre. Al entrar el visitante queda fascinado con la variedad de lámparas viejas que cuelgan del techo y con la gran cantidad de objetos antiguos que adornan las paredes del establecimiento. En la mitad del lugar hay un arco colonial con una especie de tarima donde mujeres con una figura escultural demuestran sus habilidades para el baile. El hecho de que el bar no posea pista de baile no es ningún impedimento, pues los asistentes se montan sobre las sillas y las mesas y comienzan a mover sus cuerpos.En fin, la diversión en Cartagena de noche da para escribir un libro. Siempre queda la posibilidad de contratar una chiva y visitar varios lugares en una sola velada. Y antes de irse a dormir, el último paseo puede consistir en una visita a La Popa, desde donde puede observarse un panorama muy hermoso de las luces de la ciudad y, los que esperan un poco más, tienen tiempo de disfrutar de un amanecer de esos que no se olvidan nunca.