Especiales Semana

¿QUE TAN BUENO FUE?

En términos generales, obtiene mejor calificación el gobierno que la figura del Presidente.

27 de agosto de 1990

Cada vez que termina un gobierno, la sensación general es que el presidente que se va es el peor de la historia. Posteriormente, con el transcurso del tiempo y el apaciguamiento de los ánimos, las cosas van quedando en su lugar. Con Virgilio Barco sucede algo peculiar. El sentimiento no es el del que haya sido el peor de la historia, sino el mas raro. Y aunque es audaz pretender hacer pronósticos sobre cual sera, al final de cuentas, el veredicto , no suena imposible que el concepto de presidente más raro sobreviva al paso de los años.

¿Pero, por qué les parece a los colombianos Virgilio Barco tan raro? En primer lugar, porque no lo conocieron.
Barco dio siempre la impresión de ser un presidente distante, ajeno a la realidad, como de otro planeta. Los que quieren defender este temperamento recurren al argumento de que no se dejó manosear. Sin embargo, no es eso.
Alberto Lleras, Carlos Lleras, Alfonso Lopez, etc., tampoco se dejaron manosear y el país, al final de sus mandatos, sentía que los conocía. También se dice, a veces, que el país no tuvo presidente sino gerente. Esto puede ser verdad, pero si se entiende que el gerente fue Germán Montoya. Porque la realidad es que pocas veces se había ejercido tanto el criterio gerencial en palacio, pero no por Barco sino por su Secretario General.

Otra tesis que también se aventura para tratar de entender al actual primer mandatario, es que es un hombre lleno de condiciones personales, a veces opacadas por sus limitaciones como hombre público. Esto puede ser verdad, pero lo que sucede es que la Presidencia de la República es el primer cargo público del país y requiere condiciones adicionales a la de ser un ciudadano ejemplar. La impresión de la mayoría de los colombianos es que Virgilio Barco es una gran persona, pero que no fue un gran presidente. Al terminar su mandato, curiosamente, el pueblo colombiano siente hacia él menos rechazo del que generalmente han vivido sus antecesores a la salida del gobierno. A pesar de que todo el mundo le reconoce honestidad, valor y carácter, a Barco lo miran con una combinación de indiferencia y respeto. Coloquialmente, la evaluación de su gestión por un ciudadano del común sería: "El no nacio para esto. Hizo lo que pudo".

Pero si quienes no conocen a Barco -el grueso publico tienen de él una imagen mas bien positiva, casi todos los que han tenido algún contacto con él durante la Presidencia, tienen una imagen más bien negativa A la mayoría de los que han desfilado por el despacho presidencial en la Casa de Nariño, no les ha quedado muy claro cuáles fueron los atributos que llevaran a Barco a despachar en ese recinto. Los testimonios en este sentido son casi unánimes. Incluyen parlamentarios, dirigentes gremiales, representantes de multinacionales, periodistas extranjeros, diplomáticos, etc. Los comentarios más difundidos han sido que al presidente no le interesaban mucho los ásuntos que se discutian. El papelito del que siempre echaba mano para expresar sus opiniones, nunca fue suficiente para desvirtuar la imagen de que el que presidía la mesa no entendía mucho de que se trataba la cosa. Por lo general, no reflejaba ni gran conocimiento de los temas, ni convicción sobre los mismos. El interlocutor universal de cualquier problema de fondo que casi siempre se espera de un presidente, no se vio.

La gran pregunta, entonces, es la de ¿cómo llegó con la mas abrumadora mayoría al primer cargo de la nación? Barco le debe su Presidencia a tres personas: Alberto Lleras, Hernando Santos y Rodolfo González. Lleras lo seffaló, Santos lo promocionó y González, desde la Contraloría, lo eligió. Sin embargo, estos tres pilares no son suficientes para explicar el enorme apoyo popular con el que llegó a la Presidencia.
El contraste con Belisario, el silencio enigmático y la imagen de ejecutor que había dejado en la Alcaldía de Bogotá, crearon el mito de Virgilio Barco. Pero hoy el mito ya no existe. Cuatro años de gobierno lo han desinflado y el veredicto parece ser que fue mucho mejor el gobierno que la figura del Presidente.

Aunque no hubo ni liderazgo inspirador, ni jefe de tropas, hubo una obra, controvertida como todas, pero no necesariamente mala.
Los ministros de las carteras claves fueron, por lo general, buenos. La enorme resistencia contra Hernán Montoya no fue tanto por las gestiones adelantadas, sino por el hecho de que fuera el Secretario General de la Presidencia y no el Presidente el que ejerciera el mando.
Algo parecido se puede decir del sanedrín. Daba la impresión de que en Colombia muchas personas tomaban las decisiones importantes, pero no Virgilio Barco.

A pocas horas del cambio de gobierno, SEMANA hace un balance de la administración Barco en cuatro frentes: narcotrafico, política, economía y política internacional.