Especiales Semana

¿Quién es el enemigo?

Todo el mundo habla de las Farc pero casi nadie las conoce de verdad hoy. ¿Cuánto ganan? ¿Cómo combaten? ¿Cómo ejercen el poder y qué tan crueles son?

9 de junio de 2003

Pedro Felipe Orduz* las Farc lo mataron varias veces. La primera fue al comienzo de su secuestro. Lo subieron vendado al filo de la montaña, lo pararon al borde del precipicio y le hicieron dos disparos que rozaron su oreja. La segunda vez fue al final de su cautiverio, cuando se negó a decirle a su familia por celular que estaba de acuerdo con una cifra de rescate que desconocía. El comandante lo tendió boca abajo, le puso la bota en la espalda y el fusil en la nuca y accionó el gatillo. Como no salió ninguna bala pidió munición, recargó el arma, y le apuntó una vez más. Pedro Felipe, ya creyéndose muerto, escuchó que su captor cambiaba de opinión. "Llévelo más bien al monte a que cave su fosa y evitamos así un reguero de sangre", le ordenó a un guerrillero, que lo llevó de vuelta al campamento.

"Los colombianos no entienden la maldad de esa gente", dice, aún adolorido, Pedro Felipe, unos años después de haber recobrado su libertad. ¿Cómo hacer que los amigos crean que no exagera cuando dice que caminó 400 kilómetros al lado de un anciano secuestrado que hizo la misma travesía descalzo porque tenía un pie demasiado ancho para las botas de caucho?

La tragedia de Orduz es otra prueba más de la crueldad de las Farc. Los colombianos las tienen a granel, todos los días. Pero cada historia tremenda de estas vuelve a impresionar porque pone en evidencia que, después de 39 años de existencia de las Farc, el país sólo sabe generalidades sobre ellas: que son desalmadas, que viven del secuestro y del narcotráfico o que mandan en muchos municipios.

Sin embargo sorprende la poca información precisa que maneja la opinión -e incluso el Estado- sobre las Farc. ¿Sólo se financian con el cultivo de la coca, el secuestro y la extorsión o tienen otros ingresos? ¿Gastan todo lo que ganan en mantenerse? ¿Son un cartel como los de los Rodríguez Orejuela y Pablo Escobar? ¿Cuántos de sus cuadros se dedican a los negocios y cuántos a la estrategia de avance político o militar? ¿Si son una "caterva de delincuentes", sin norte político, por qué siguen disciplinados bajo un solo mando?

Con demasiada frecuencia las respuestas a estas preguntas han estado filtradas por la ideología. Es decir, el diagnóstico de las Farc obedece más a las ganas de defenderlas o de atacarlas que de conocerlas. Además, como su guerra era marginal se les daba poca importancia. Durante años fueron apenas una pesadilla de finqueros, que no por casualidad armaron sus propios ejércitos privados. Hoy en cambio representan una amenaza real para la seguridad de los colombianos y se han convertido quizás en el principal obstáculo al desarrollo económico del país. Por eso hay mayor conciencia de la necesidad de conocer -sin distorsiones ideológicas- mucho más de las Farc, su lógica, sus fortalezas y debilidades, para poderlas enfrentar con mayor eficacia. Es imposible vencer a un enemigo que no se conoce.

Para contribuir a esa discusión, SEMANA entrevistó durante más de un mes a ex secuestrados, a desmovilizados, a capitanes y coroneles, a analistas políticos nacionales e internacionales, a alcaldes y a civiles de zonas bajo la influencia de las Farc. Buscó averiguar qué son las Farc hoy.



El negocio

Una guerrilla es una organización política, un ejército y una empresa. Es decir, es una organización política que tiene un brazo armado, que requiere financiación. Pero con la caída del muro de Berlín y la desaparición de las grandes utopías en las guerrillas del mundo comenzaron a primar cada vez más los intereses económicos que los políticos, como lo documenta un informe del Banco Mundial sobre guerras civiles (ver artículo en la sección Mundo). Las Farc no son la excepción. A medida que su discurso político se ha debilitado, la lógica económica se ha convertido en el eje sobre el cual gira toda la organización.

La doctrina marxista sigue siendo sin duda el discurso que los aglutina y les da una unidad como organización militar. El objetivo revolucionario de la toma del poder les imprime un sentido colectivo, casi mesiánico, y la disciplina necesaria para que los jefes no se 'independicen' con sus hombres pese a manejar millonarias sumas de dinero. Y de paso les ayuda a deshumanizar a sus víctimas (son el 'enemigo') y justificar sus acciones.

Pero aunque es posible que nunca se lo hayan propuesto y que no lo vayan a admitir jamás, las Farc dedican hoy la mayor parte de su esfuerzo a recaudar dinero para acumular fuerza militar, que a su vez utilizan para acumular más plata.

Los frentes del sur del país, que son los más poderosos y numerosos porque representan 80 por ciento de las Farc, están dedicados casi que exclusivamente a manejar el negocio del narcotráfico.

Así, por ejemplo, en el Putumayo en un frente de 96 guerrilleros, 60 están dedicados exclusivamente a la coca. Javier, un desmovilizado de 32 años que duró siete en las Farc y que desertó hace algunos meses, pertenecía a este grupo. Era asistente de uno de los cuatro jefes financieros del frente, un hombre de confianza del Secretariado apodado 'Chuzo'. 'Chuzo' era de la guerrilla pero no participaba en combates, vivía en el caserío y no usaba camuflado. "Era un tipo nombrado por todo el caño", dice Javier y explica que era el rico de la zona. Tenía fincas, carros, ganado y varias mujeres.

'Chuzo' y los otros financieros acudían todas las semanas a un punto en la ribera del río con 300 ó 400 millones de pesos en efectivo, cada uno, para comprarles la coca a los campesinos.

Los raspachines saben que tienen que venderle toda su producción a la guerrilla. Las Farc censan las fincas y tienen una idea clara de cuánto produce cada una. "Además hacíamos requisas en las carreteras y en el río a las salidas del pueblo. Al que encontrábamos con coca se la quitábamos", dice Javier.

Cada campesino llegaba con su pasta en tarritos plásticos y vendía al precio fijado de antemano por el Secretariado. En el frente de Javier pagaban hace un año 2.200 pesos el gramo de pasta básica. Ahora, según otras fuentes, pagan 2.500 y, según alcaldes de zonas cocaleras, las Farc le ganan 1.000 pesos a cada gramo. Javier recuerda que en su puesto recogían hasta 15 arrobas de pasta en una semana. Compradas a 2.500 pesos el gramo da unos 469 millones de pesos. Entonces, con base en los cálculos de los alcaldes de la zona, de 1.000 pesos de utilidad por gramo, en ese solo punto las Farc podían llegar a ganar 190 millones de pesos semanales.

Luego de recoger la pasta de coca los guerrilleros la empacaban en tambores y transportaban en canoas hasta un lugar donde la amontonaban para después transportarla en un Land Cruiser hasta el campamento. De allí en adelante Javier le perdía el rastro. Seguramente iba a los laboratorios o 'cristalizaderos', donde se obtiene la cocaína lista para el tráfico internacional.

Precisamente un militar que estuvo en Guaviare se anotó un gran éxito cuando preparó una emboscada en la ruta que utilizaban en el monte para llevar la coca de los puntos de acopio hacia los cristalizaderos. "Dimos 18 de baja y les encontramos en la mochila 500 millones de pesos", cuenta el oficial.

En algunas zonas las Farc venden la coca a los dueños del laboratorio. Pero la guerrilla ha ido asumiendo el control también de esta etapa del negocio, que es mucho más lucrativa que la de simple compraventa de pasta de coca.

Nadie sabe con precisión cuánta plata ganan las Farc. Según las cuentas del Ministerio de Defensa, reciben al año unos 569 millones de dólares. De éstos, entre 42 y 70 por ciento, dependiendo de la fuente, correspondería al narcotráfico. Menos conservador, el informe del Banco Mundial

calcula que las Farc devengan unos 500 millones de dólares sólo del control del cultivo de coca. A esto hay que sumarle lo que les entra a los frentes que venden la cocaína ya cristalizada y lo que les cobran a los narcos que usan las pistas de aterrizaje para sacar la droga.

En estos cálculos tampoco se incluye lo que devengan por los cultivos de amapola. Existen evidencias de que las Farc están obligando a los campesinos a cultivar la flor maldita en el Cauca y Huila.

La captura en Surinam el 18 de junio de 2002 de 'Carlos Bolas' -guerrillero que fue luego extraditado acusado de tratar de introducir cocaína a Estados Unidos- confirmaría que las Farc han incursionado en un nuevo eslabón del negocio: el tráfico internacional, sobre todo hacia Brasil, el segundo consumidor mundial de cocaína, y hacia Surinam, de donde sale la droga a Europa. Estos ingresos tampoco están contabilizados.

Pero la plata del narcotráfico es sólo una de las entradas de las Farc. El mismo informe del Banco Mundial calcula que, sólo por rescates de secuestrados, la guerrilla recibe 200 millones de dólares anuales. Según un informe de la ONG Pax Christi, de Holanda, el ELN y las Farc obtuvieron unos 1.500 millones de dólares por secuestros en la década de los 90.

Y hay más. Fuera de succionar regalías y ordeñar presupuestos municipales, las Farc han sido impresionantemente eficaces para extorsionar. Pedro, otro desertor de esta organización, cuenta que en Solita, Caquetá, un pueblo que no supera los 12.000 habitantes, cada finca superior a las 50 hectáreas tenía que pagarles 50.000 pesos mensuales; los cocaleros, 3.000 pesos por hectárea y todas las transacciones de tierra que superaran los 20 millones de pesos un impuesto de 'timbre' de 700.000 pesos. "A mi frente le entraban 30 millones de pesos semanales sólo de impuestos", cuenta Pedro, un joven de 22 años que duró seis en la guerrilla.

El comandante del frente envía al Secretariado parte del dinero que es consignado en bancos nacionales y en cuentas en el exterior. Investigadores judiciales aseguran que unas pocas organizaciones europeas de fachada regresan este dinero al país como supuestas donaciones, pero que no han podido comprobarlo en un proceso judicial.

Un porcentaje del dinero recogido lo guarda el comandante del frente (a veces enterrado en caletas como la que encontraron los soldados) para pagar las remesas y sufragar los demás costos de operación. Es común que además el jefe se haga a una fortuna personal, representada principalmente en ganado. "El guerrillero deja de ser el chusmero de escopeta para convertirse en el mafioso de camioneta cuatro puertas, avioneta, helicóptero o lancha voladora", dice una persona del Meta que los conoce muy bien.

Desde hace unos años las Farc también manejan negocios legales. Poseen empresas de buses, comercializadoras de víveres y distribuidoras de gasolina que cumplen la triple función de lavar dinero y darles liquidez en efectivo, arreglarles el problema de abastecimiento y facilitarles las labores de inteligencia.

"En un municipio de Guaviare se detectó una tienda de víveres que vendía más que un Alkosto en Bogotá y se descubrió que era de un proveedor de la guerrilla", afirma un funcionario que ha investigado transacciones ilícitas de dinero.

En la mayoría de municipios de Guaviare, Caquetá y Vichada y en varias zonas de Cundinamarca las Farc tienen el monopolio de la distribución de la gaseosa y la cerveza. Les queman los camiones a las empresas que no pagan la 'vacuna' y secuestran o destierran a los demás distribuidores. Luego distribuyen las ganancias del millonario negocio con su 'agente', que no es un guerrillero de camuflado pero que pertenece a las Farc.

Bavaria calcula que las Farc tienen actualmente vetado su acceso al 4 por ciento del mercado, una cifra de todos modos inferior a la de hace un año, gracias a la creciente presencia de la Fuerza Pública en las carreteras.

En resumidas cuentas no sería exagerado afirmar que el presupuesto anual de las Farc supera hoy los 1.000 millones de dólares. Con este dinero, que equivale a la mitad del presupuesto nacional de educación, todos los niños colombianos tendrían garantizada una educación de calidad.



Dime cuanto vales

Tal cantidad de dinero supera lo que gastan las Farc en alimentar, vestir y armar a sus combatientes, sobre todo porque son una guerrilla conservadora también en su política de gastos. ¿Qué hacen, entonces, con la plata?

"Ese dinero compra armas, logística, pueblo, corrompe gobiernos y silencia testigos. Es el sustituto del apoyo popular", explica un analista internacional.

Y es que quizás una de las cosas más difíciles de entender sobre las Farc -especialmente porque por este camino es muy fácil disparar una cacería de brujas- es que la estrategia armada es sólo una de las que tiene la guerrilla. La infiltración en las diversas ramas del poder es otro de los 'tentáculos' de su lucha.

"Es más fácil tumbar un avión con un alicate que con un misil, le decía un ex guerrillero a un oficial de inteligencia. ¿Para qué gastar millones en armamento si podemos comprar a un técnico de mantenimiento para que lo averíe y se caiga gastando casi nada?".

También compran políticos. En el Caquetá, por ejemplo, "algunos políticos sirven de intermediarios entre las Farc y los narcotraficantes del norte del Valle, a quienes les garantizan un lugar seguro para entregarles la mercancía", afirma una persona que conoce muy bien la dinámica política de la región. Cuenta que a cambio de la plata de la guerrilla, estos políticos montan negocios que les permiten a las Farc aprovisionarse y lavar dinero. Aunque la Constitución establece una separación de poderes, estos políticos también se las arreglan para influir en el nombramiento de fiscales propuestos por las Farc.

La infiltración de la guerrilla en fiscalías locales, denunciada públicamente por Alvaro Uribe en el caso de Cúcuta en marzo, es vox populi en varias regiones. Ana Suárez, que estuvo secuestrada, cuenta un caso que es ilustrativo. Uno de los que estaba cautivo con ella se voló. Cuatro días después el comandante los reunió y les dijo que como esta persona había ido a la Fiscalía y había contado todo les tocaba abandonar el campamento de inmediato. "En sólo cuatro días, en la mitad del monte, el tipo sabía todo lo que había contado nuestro compañero de cautiverio", recuerda todavía impresionada. Entonces iniciaron una penosa jornada de casi cinco días caminando sin parar. De repente detuvieron la marcha. "Son los chulos que no nos dejan entrar los víveres", anunció la única guerrillera que les hablaba, refiriéndose al Ejército. Pero cuando a los dos días entraron varias mulas cargadas de remesa la guerrillera les explicó que por fin habían llegado a un acuerdo. "Es que el nuevo sargento quería que le pagáramos más", recuerda Ana que les dijo, como si compraran a la Fuerza Pública con regularidad. Un mes después, en otro campamento, llegaron unos guerrilleros estrenando unos fusiles Galil. "¿Salieron a pelear?", preguntó Ana. "Qué va, le respondieron. Salimos a comprarles a los soldados cuatro fusiles a dos millones y medio cada uno".

Pedro Felipe recuerda historias parecidas. Dice que en dos oportunidades, cuando los guerrilleros comenzaron a apagar las fogatas y a cubrir las caletas donde guardaban la comida, le explicaron que en dos días iban a pasar los helicópteros del Ejército. En efecto, dos días después sobrevolaron sobre su escondite en plena selva. ¿Cómo lo sabían?

"En el Ejército hay infiltrados", confirma el oficial del Guaviare. Cuenta que en su batallón detectaron a ocho soldados que eran de la guerrilla. "Uno confesó que tenían planeado estar de centinelas para permitir la entrada de fuerzas guerrilleras al batallón".

"Los que entran de soldados sólo van tras un fusil, afirma el militar. El problema son los oficiales o suboficiales infiltrados". Un capitán contó a SEMANA que el año pasado retiraron del servicio a 120 militares por sus nexos con la guerrilla. Aunque el Ejército ni confirmó ni negó esta versión es claro que estos vínculos existen, así no sean denunciados con la misma fuerza que aquellos que puedan tener miembros de la institución con los paramilitares.

Investigadores judiciales confirmaron a SEMANA que las Farc tienen en su poder todo el listado de la nómina de la Policía. "Por eso es que cuando hacen retenes tienen la base de datos", afirmó uno de ellos. Por todo lo anterior no debería sorprender la captura hace dos semanas de los empleados de Indumil, la fabricante estatal de armas, acusados de entregarles a las Farc explosivos para sus atentados terroristas.

Con dinero también entran a Bogotá. Las Farc están identificando familias que tengan algún nexo con guerrilleros para que a cambio de mantener su estatus social hagan algunos 'trabajitos'. Los investigadores judiciales llegaron a esta hipótesis a partir del caso de los Arellán en El Nogal y de los jóvenes capturados en Sierras del Moral hace un mes. En este caso, según la investigación, Andrea Carolina Vargas, de 25 años, servía de enlace en Bogotá con el comandante del frente 1 de las Farc, quien es el compañero permanente de su mamá.

Andrea, poco a poco, enredó en la organización a su novio y al primo de éste, un estudiante de ingeniería de la Universidad de El Bosque, hoy también tras las rejas acusado de apoyar a las Farc en Bogotá. "Les pagan la universidad a familiares de comandantes. Están tratando de encontrar un semillero de líderes que arranquen desde ediles hasta congresistas", dice el investigador.

Para un guerrillero del M-19 o del Fmln salvadoreño o para el Che Guevara habría sido impensable tener que becar a un estudiante universitario para contar con su apoyo a la causa revolucionaria. Pero los tiempos cambiaron y las Farc ahora tienen que comprar a sus adeptos en la ciudad y el dinero para hacerlo.

Así mismo, su abundancia de recursos las ha convertido en exportadoras de 'revolución' a los vecinos. En marzo de 2002 guerrilleros de las Farc se reunieron en Huallaga, en la selva central peruana, con miembros de Sendero Rojo, un reducto de Sendero Luminoso que opera en la zona cocalera. "Las Farc les entregaron como señal de entendimiento 50 fusiles Galil", afirma un analista peruano que ha asesorado a cocaleros de esa zona. La prensa del continente también ha reportado que las Farc habrían financiado manifestaciones de piqueteros en Argentina y de un grupo armado que apareció en la región cocalera de Colomi, cerca de Cochabamba, en Bolivia.



El talón de Aquiles

El dinero les ha dado muchas cosas a las Farc, pero es quizá más lo que les ha quitado. "Los está llevando a perder la guerra, la ideología, la cabeza y el corazón", dice Joaquín Villalobos, quien lideró el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (Fmln) de El Salvador. "Una guerrilla necesita recursos pero no tantos que la descompongan".

Esta descomposición se refleja en el campo político y en el militar. Así, cada vez le dedican menos tiempo al adoctrinamiento de los jóvenes y recurren con mayor frecuencia al reclutamiento forzoso. "Se volvió una práctica cotidiana de las Farc y se ha convertido en la principal causa de desplazamiento en el centro y sur del país", afirma un informe de Codhes, la ONG más importante en el tema. Fue lo que le sucedió a Edilberto, un joven paisa de 19 años que recientemente se fugó de las Farc. Cuenta que estaba desyerbando una finca en San Francisco, Antioquia, cuando llegaron unos guerrilleros y les dijeron a él y a otros seis compañeros que tenían que irse para el monte o abandonar el pueblo. "El que no tenía cómo abrirse le tocó irse con ellos", dice.

Edilberto estuvo cuatro meses en el campamento guerrillero y luego lo dejaron volver a la vereda con su mamá para que trabajara como miliciano. Le tocaba comprarles las remesas en la tienda, arreglar los motores dañados, llevar mensajes entre campamentos y avisar si venía el Ejército. A los dos años de ser el puente entre el pueblo y la guerrilla decidió escapar y presentarse en el Ejército para que lo sacara de la zona junto con su familia. "Es que yo nunca quise ser de las Farc", dice uno de los 352 guerrilleros que han abandonado las filas en lo que va corrido del año.

En una organización tan grande, que maneja tanto dinero y se mueve tan dispersa en la enorme geografía nacional, es normal que se vayan dos o tres centenares de guerrilleros cada año. Pero el aumento sostenido de la deserción desde 1999 revela otra cosa: el adoctrinamiento político es débil, la mística revolucionaria escasea y, en cambio, abunda el maltrato. Cuando comienzan a abandonar las armas guerrilleros de mayor rango como 'Plotter', el ideólogo del Bloque José María Córdova que recién desertó, la evidencia de que hay crisis en las Farc es aún mayor.

El excesivo dinero también ha corrompido su dinámica militar. Como lo señala Villalobos, el hecho de que las Farc sigan utilizando cilindros de gas, que sólo matan civiles y cuya efectividad es mínima, demuestra que han perdido su espíritu de sacrificio pues la única razón para usarlos es que les permite golpear con un bajo riesgo para sus miembros. "Cuando el temor a perder la vida comienza a ser un principio para la acción militar es porque lo que tienen detrás es un montón de plata", dice el ex comandante salvadoreño. Y explica que el Fmln los dejó de usar muy pronto porque en un ataque al Ejército mataron a una familia completa y en otro le pegaron a una clínica. La misma lógica de minimizar el riesgo de sus combatientes estaría detrás de la utilización de hombres bomba engañados o forzados en Arauca, y la semana pasada en Granada, Meta.

Apelar a estas burdas estrategias bélicas les ha granjeado el odio de la gente. También los estrictos controles que ejercen sobre la población para mantener las riendas de la producción de coca, que satisface 70 por ciento del consumo mundial. Javier, el ex guerrillero del Putumayo, cuenta que cuando estaban cortos de liquidez, o cuando querían subir el precio, las Farc no les compraban a los campesinos la pasta ni se la dejaban vender a otros compradores. Esto llevó muchas veces a los raspachines al borde del hambre. "Los campesinos nos preguntaban ¿qué hacemos con la coca? Y nosotros les decíamos, 'hágase una colada", recuerda Javier.

Ahora que la superioridad aérea del Estado ha obligado a la guerrilla a abandonar su guerra de movimientos porque la Fuerza Aérea ubica fácilmente grandes concentraciones de guerrilleros, las Farc se encuentran en una encrucijada. Han vuelto a la guerra típica de guerrillas, que actúa en grupos pequeños. Pero para obtener victorias militares y volver a la ofensiva necesitan dos cosas que han perdido: la disciplina, que sólo da una gran convicción política porque los riesgos son altos, y la colaboración activa de un pueblo que no sólo no los quiere sino que los ha comenzado a delatar.

Cerrada esta vía, y luego de una fuerte discusión interna, decidieron acudir al terrorismo en las ciudades.. Algunas fuentes cercanas a las Farc dicen que también están entrenando francotiradores para asesinar personalidades públicas y arrebatarle por la vía del miedo el apoyo al presidente Alvaro Uribe.

Pero, como dice Villalobos, "no hay que confundir el terrorismo con la guerra urbana". La guerra urbana supone un trabajo intensivo de propaganda y contar con toda una red de simpatizantes que apoyen decididamente a los combatientes armados en el momento en que lo necesitan.

El Fmln -como lo hizo en su momento el M-19-, se llegó a tomar 23 emisoras de radio y una estación de televisión. En cambio la propaganda de las Farc, que es sobre todo vía Internet desde Suiza o Suecia, paradójicamente sólo les llega a los estratos más altos con mayor acceso a esta tecnología. Y cuando la guerrilla hizo su ofensiva final en San Salvador ya había acercado en secreto 7.000 combatientes a los objetivos urbanos, que en todo caso son mucho más pequeños que Bogotá. Lo pudo hacer porque contaba con el apoyo irrestricto de unos 3.000 milicianos en las periferias de las ciudades. "Cuando llegamos a la capital ya nos la habíamos tomado políticamente", dice Villalobos.

Las Farc, según todas las fuentes consultadas, aunque tienen frentes localizados cerca de Bogotá y han entrenado gente para hacer acciones terroristas urbanas, no están ni cerca de tener una red de apoyo semejante. No tienen una base social organizada y el dinero que les sobra no alcanza para comprar la pasión que se necesitaría para levantar un pueblo contra un gobierno de todos modos democrático. Además el Ejército y la Policía les han frustrado muchos de su planes en las ciudades y les han desbaratado varias de sus células urbanas en la capital.



¿Que quieren?

Por eso, aunque su discurso siga apuntando a tomarse la Casa de Nariño, sus acciones indican que lo que realmente les interesa es el poder local que da controlar el territorio y sus fuentes de riqueza. "Son felices siendo señoritos feudales en sus regiones", dice un analista. Y de hecho lo son.

En El Calvario, un pueblo escondido en el Sumapaz, son los amos y señores. Primero llegaron unos cuantos de ruana a pedir trabajo como jornaleros durante la cosecha de fríjol. Hicieron inteligencia en el pueblo y a los cuatro meses vino la arremetida militar. Unos 200 guerrilleros atacaron la estación de Policía, mataron a 15 agentes y saquearon la Caja Agraria.

De esos, 30 se quedaron y le dijeron a todo el pueblo que de ahora en adelante iban a gobernar. "Con un sentido libertador comenzaron el lavado de casa", recuerda una persona que vivió allá. Delante de todos asesinaron al violador del pueblo. Al mes, después de que mataron a la señora que vendía jugos en la plaza por negarse a obedecer y a un señor que no se dejó extorsionar, ya estaba todo el pueblo pagándoles un 'impuesto'. "Andaban en carros lujosos y se los prestaban a los chinos para que hicieran rallies por las trochas", dice esta persona. Así reclutaron a varios jóvenes de la región, que en adelante se pavonearon por las veredas sometiendo a los adultos. En una ocasión, incluso, obligaron a tres mujeres que se disputaban al galán de El Calvario a comer una sopa del mismo plato y delante de todo el pueblo las amenazaron: "Si siguen peleando las ponemos a hacer el amor delante de todos y al tiempo".

Obviamente fueron un paso más adelante y se metieron en la política. Una de las estrategias ideadas por Alfonso Cano, el más político del Secretariado, es destruir los gobiernos locales mediante las amenazas de muerte, para colocar sus propios alcaldes, algo que ya están haciendo. Por eso es que personas que los conocen dicen que las Farc son una amenaza grande para Colombia pero no porque se vayan a tomar Bogotá sino porque con su clientelismo armado impiden que el sistema político se modernice. "Lo vuelven medieval", dice un experto en defensa. Han replicado ?pero a sangre y fuego? las costumbres corruptas de los políticos que dicen combatir.

Vistas así las Farc, más a través de sus intereses que de su discurso, es posible pensar que la solución al conflicto armado pueda ser diferente al convencional péndulo en el que se han movido los últimos gobiernos: de la negociación a la confrontación puramente militar. También surge la pregunta de si la política oficial para combatirlas es la adecuada. ¿Se necesitan más helicópteros o más bien más agentes de inteligencia y contrainteligencia? ¿Sería más efectivo invertir en programas anticorrupción que en fumigación? ¿Sería más efectivo vigilar el flujo del cemento y la gasolina hacia el Caquetá que intervenir teléfonos? ¿Puede ser más eficaz controlar que las multinacionales no paguen rescates de secuestro a que los países firmen múltiples declaraciones contra las Farc?

El gobierno admite que sólo hasta ahora emprende una agresiva labor diplomática para cerrarles su espacio de maniobra internacional y que tampoco les ha hecho ni cosquillas a las finanzas de la organización, en donde reside una de sus grandes fortalezas. ¿Cómo podría, cuando la Unidad de Inteligencia Financiera, creada hace tres años para detectar movimientos de dinero ilícito, sólo cuenta con 14 investigadores?

La estrategia de los soldados campesinos, la red de informantes y los batallones de alta montaña, entre otras estrategias de la política de seguridad del actual gobierno, ha obligado a las Farc a replegarse. Fuentes cercanas a la guerrilla dicen que el Secretariado está escondido en campamentos subterráneos, en cuevas, con cocinas al estilo vietnamita que botan el humo hacia abajo. La pregunta es qué pasará cuando las Farc saquen la cabeza, y si podrán hacerlo con tan sólo desearlo.

*Todos los nombres de las víctimas de secuestro y de los desertores de la guerrilla han sido cambiados para proteger su identidad.