Especiales Semana

¿QUIENES SON LOS N.N.?

Un programa de identificación de la Fiscalía General permite sacar del anonimato a muchos de los muertos de la "guerra".

18 de enero de 1993

UNA HILERA INTERMINABLE DE CRUCES BLANcas de cemento estan atiborradas en un pequeño lote donde funciona el cementerio Universal, localizado en la parte baja de la comuna nororiental de Medellín. La mayoría de ellas no tienen nombres ni fechas. Sólo unas cuantas están identificadas con un número hecho a mano y con pintura negra. Las demás cerca de 3.000 están abandonadas. Allí reposan los cadáveres de hombres y mujeres que han caido bajo las balas de esa guerra sin fin que se inició hace casi 10 años en Medellin.

A esos muertos se les llama N.N. y la mayoría son jóvenes entre los 14 y 18 años que encontraron la muerte a boca de jarro. Una muerte que llegó con la "fumigación" indiscriminada en las comunas por escuadrones que en las noches montaban operativos para "barrer" con todo lo que oliera a sicariato. Con las masacres y los fusilamientos a plena luz del día por parte de grupos de "limpieza" que se hacen llamar Milicias Populares. Con el asesinato sistemático de policías que se convirtieron en blanco de carros bombas que explotan en cualquier esquina de la capital antioqueña.

Esos cuerpos sin identificación a gran mayoría porque quedaron mutilados e irreconocibles han ido a parar al cementerio Universal. Son los muertos de esa narcoguerra que todavía no termina en el Valle de Aburra, donde en los últimos cinco años el promedio anual de asesinatos, masacres y fusilamientos alcanza la escalofriante cifra de 5.000 personas. Aunque no existen estadísticas oficiales de cuantos de esos 5.000 muertos fueron enterrados como N.N. las autoridades estiman que por lo menos la mitad de ellos fueron a parar a las fosas comunes.

Pero en Colombia los N.N. no son sólo producto de esa guerra del narcotráfico. Ni todos los N.N. han sido enterrados en fosas comunes en Medellín. La violencia, que se ha extendido a lo largo y ancho del país, también tiene en los grupos subversivos y paramilitares a protagonistas de primera linea. Ellos son responsables de numerosas masacres en zonas como el Uraba antioqueño, Cordoba y el Magdalena Medio. En estas regiones las autoridades han hallado en fosas comunes, localizadas en fincas privadas y terrenos baldios, los esqueletos de cientos de víctimas de esa violencia irracional que se apoderó del país. "Colombia es un cementerio donde la mayoría de sus muertos ni siquiera tienen nombre", dijo a SEMANA Gonzálo Alonso, experto criminólogo.

Y no tienen nombre porque los cadáveres que aparecen como N.N. han sido torturados de tal manera que su identificación es casi imposible. En las fosas comunes la mayoría de los cuerpos están mutilados de sus extremidades superiores paraque nadie pueda identificarlos a través de las huellas dactilares. Y como si esto fuera poco, sus rostros y craneos son desfigurados para que ni siquiera los familiares tengan una luz de esperanza de que la persona que esta allí enterrada sea la que llevaban, años buscando, al menos para llorarla y guardarle luto.

BORRANDO HUELLAS
El creciente número de N.N. que hay en el país también obedece a la carencia de una infraestructura que le permita a las seccionales de Medicina Legal lograr la identificación de los muertos que todos los días llegan a los anfiteatros. "No existen técnicas dactiloscópicas que permitan seguirle la "pista" a un N.N. hasta lograr su identificación. Con solo decir que en la Registrauria Nacional hay apenas cuatro personas que tienen a su cargo la tarea de cotejar las huellas de los cadáveres con las cartas de registro que existen en los archivos. Y cuando esas huellas están deformadas por signos de tortura o por el avanzado estado de descomposición del cadáver, hasta ahí llega el trabajo de identificación", señaló a SEMANA un legista de una de las seccionales de Medicina Legal.

A este problema se suma el contrabando de documentación que existe en las seccionales de la Registraduria Nacional. Con Sólo 200.000 pesos es posible que una persona logre nueva identificación y que su pasado desaparezca como por arte de magia. "Hemos tenido casos en los que logramos obtener las huellas dactilares de un N.N. y cuando vamos a buscar su nombre nos encontramos que esa persona murió hace varios años y su cadáver está enterrado con todos los requisitos que exige la ley. En otras oportunidades ese N.N. aparece registrado oficialmente con cuatro identidades totalmente diferentes. Entonces, quedamos con las manos vacias, sin saber para donde coger", agregó el médico legista.

EN BUSCA DE UNA SALIDA
Frente a esta situación, la Fiscalía General de la Nación creó un equipo de expertos, conformado por patólogos, odontólogos, morfólogos, especialistas en balística e investigadores en criminología, para buscarle una salida al laberinto en que se encontraba la identificación de los N.N. Su trabajo esta centrado en los muertos de la guerra. Es decir, las victimas de los carros bombas y los asesinatos colectivos, los cuerpos sin vida que bajan por el rio Cauca, los cuerpos incinerados que se encuentran entre los baules de los carros, y todas aquellas personas asesinadas de manera violenta y cuyos cadáveres son prácticamente irreconocibles, pues su identificación a través de las registros de las huellas dactilares es imposible de lograr.

Por primera vez en el país se comienza a hablar de que los N.N. sitienen nombre. Porque como lo dice la directora de este programa, Olga Nieto, "los huesos hablan" y eso es una pista más que suficiente para lograr la identidad de los cadáveres que hoy estan enterrados en las fosas comunes. ¿En qué consiste este trabajo? En un delicado y complejo engranaje donde cada una de las piezas tiene que encajar como un rompecabezas. El primer paso que se da es a través del estudio científico que hace el patólogo de los huesos del esqueleto. Esto le permite al equipo de científicos determinar la edad, el sexo, la raza y la contextura.
Luego entra en acción el odontólogo, quien al reconstruir la dentadura le permite obtener información valiosa que va desde los hábitos alimenticios hasta las malformaciones faciales que podía haber tenido la victima.
Después el turno le corresponde al morfólogo, quien es algo así como el escultor del equipo de investigadores.
Con la información recibida por el patólogo y el odontólogo, comienza la reconstrucción facial. El estudio de cada uno de los músculos de la cara le permitirá determinar si se trataba de una persona obesa, delgada, de pómulos salientes, ojos grandes, nariz recta, cejas pobladas, parpados caidos. En fin... su trabajo permite darle un rostro al N.N. Y Sólo cuando ese rostro ha sido reconstruido se comienza una carrera contra el tiempo en busca de cotejar fotografías de los archivos de la Registraduría o de las autoridades para determinar cual es la verdadera identidad de ese N.N.

Pero el trabajo no para ahí. Si bien una foto o la identificación de un familiar puede llevar a los investigadores a saber que estan sobre la pista real de una identificación, esta sólo se determinará cuando se realice la prueba de fuego. Se trata del DNA, que no es otra cosa que el estudio genético. En otras palabras la única prueba que no es irrefutable para determinar la identidad de una persona.
Y eso ya se esta haciendo en Colombia para identificar a los N.N. Esto se logró por un convenió con la Universidad Nacional, que es pionera en América Latina en estudios genéticos.

El programa de identificación que se inició hace ya más de un año ha dado excelentes resultados. Y quizás una de esas muestras es la propia ciudad de Medellín. Allí bajo un trabajo coordinado de todas las entidades que tienen que ver con el reconocimiento de cadáveres se logró en este año identificar al 95 por ciento de los 5.400 muertos por homicidio en la capital antioqueña.
Por primera vez, las fosas comunes del cementerio Universal no están repletas de N.N. Igual ocurre en el Valle del Cauca, dónde los muertos que bajan por las aguas del rio Cauca (ver recuadro) también comenzaron a tener una identidad. El trabajo por el momento es lento, pues cada identificación se demora en promedio tres meses, pero este problema se solucionará con la preparación de nuevos grupos de científicos que ya están a las puertas de iniciar sus labores. Y que permitirán, por fin, que tantos N.N. tengan un nombre y paz en su tumba.-

LA RECONSTRUCCION
EL PRIMERO DE ABRIL DEL aÑo pasado, un cuerpo sin vida bajó por las aguas del rio Cauca. A la altura de la población de Marsella, en el norte del Valle del Cauca, dos campesinos lo rescataron y lo llevaron al anfiteatro del pueblo. Estaba irreconocible. Las extremidades superiores habían sido mutiladas, su craneo destrozado y su rostro desfigurado.
Durante una semana permaneció en el anfiteatro a la espera de que alguien lo reconociera, pero nadie se hizo presente. Entonces fue enterrado en una fosa comun bajo la sigla de N.N.

Seis meses después un juzgado de orden público de Cali inició una investigación para dar con el paradero de un hombre que había desaparecido de su casa el 8 de febrero de 1991, minutos despues de haber salido rumbo a su trabajo. Las pistas que siguieron los detectives que tenían el caso los llevaron a Marsella, donde se realizó la exhumación del cadáver en busca de información que permitiera dar con el paradero del hombre que buscaban. Allí sólo se encontraron varios esqueletos y los informes correspondientes de Medicina Legal. Por el relato que contenia el expediente entregado por los médicos legistas de Marsella se decidió que el equipo de investigadores de la Fiscalía de Cali reconstruyera uno de los cadáveres que se había hallado en la fosa.

El esqueleto presentaba serias lesiones y parte del craneo había desaparecido, lo que hizo muy difícil la reconstrucción facial. El patólogo logró determinar que se trataba de un hombre de aproximadamente 35 años, de 1.80 de estatura, de piel blanca y de contextura fuerte. Pero la prueba de fuego le correspondía al odontólogo quien tuvo que reconstruir la mandibula inferior de la cara, pues esta había desaparecido.
El encargado de balística encontró que el hombre había sido asesinado de tres disparos a quemarropa que entraron por la parte frontal del cráneo.

Con toda esta información, el morfólogo inició la reconstrucción facial y el resultado final fue un rostro de cejas pobladas, nariz ancha, pómulos salidos, frente amplia y parpados caidos.
Cuando el equipo científico observó las fotografías que le fueron entregadas por el despacho de orden público de Cali, supo que se trataba del hombre que estaban buscando. Pero sólo cuando se realizó la prueba del DNA. que fue cotejada con una muestra de sangre de uno de los padres, se supo la verdadera identidad de este N.N. El juzgado pudo determinar los móviles del asesinato y hoy cuatro personas están condenadas por el crimen.--