Especiales Semana

Regale vida

A pesar del alto número de muertes violentas que hay en Colombia miles de personas están a la espera de un órgano o un tejido para vivir. Inscribirse como potencial donante es el mayor acto de generosidad.

16 de noviembre de 2002

A Claudia, Juan Carlos, Gloria, Luz María, Juan, Mauricio, Guillermo y Ernesto alguien les salvó la vida. No fue un superhéroe ni un ser poderoso de otro planeta. Hoy viven gracias a la generosidad de personas comunes y corrientes que tomaron la decisión de donar sus órganos para que cuando murieran pudieran darles la oportunidad de vivir a otros.

Y aunque en Colombia muchos de los miles de muertos podrían ser donantes la realidad es que las cifras son desesperanzadoras. Por cada millón de habitantes hay 14 personas dispuestas a dar órganos y tejidos, una cifra muy por debajo de la necesidad del país y del promedio internacional. En este momento hay más de 3.000 personas en Colombia -10 por ciento de ellos niños- esperando un trasplante, pero cerca del 50 por ciento de ellos mueren en esa espera debido a la falta de órganos. Lo ideal, como sucede en países como España, es que existan 33 donantes por millón de habitantes.

Lo triste es que a pesar de los esfuerzos de varias instituciones, como la Fundación Davida, este año el número de donantes ha bajado 2 por ciento. Los principales obstáculos son la falta de conciencia sobre esta situación, el bajo nivel educativo y los factores culturales y religiosos.

Convertirse en un héroe de estos que salvan vidas es fácil. Sólo se requiere tomar una determinación y acudir a la Red Nacional de Trasplantes en cada ciudad, donde guían a las personas interesadas sobre el proceso. Tan importante como firmar el documento es comentar esta decisión con la familia para que, en caso de fallecer, todo el proceso sea más fácil y se le pueda dar a un enfermo la oportunidad de vivir, tal como les sucedió a Alberto Gómez y Juan Carlos Ruiz, dos personas que nunca se conocieron pero que entrelazaron sus vidas gracias a este acto de generosidad. Esta es su historia que, a la vez, muestra el proceso de la donación de órganos en Colombia.



1. El diagnóstico: En 1999 las metas de Juan Carlos Ruiz eran muy claras: quería ver crecer a su hijo, quien entonces apenas tenía un año. También deseaba ver a su esposa convertirse en una exitosa diseñadora de modas. Pero una tarde de agosto de ese mismo año la noticia acerca de que tenía un problema grave en el riñón le derrumbó todos esos sueños. Su problema no daba espera. Al día siguiente inició su tratamiento de diálisis, un proceso mediante el cual una máquina reemplaza al riñón en la tarea de limpiar la sangre. Sin este tratamiento simplemente moriría. "Fue un golpe muy duro para mí y para mi familia". Su calidad de vida se deterioró porque debía asistir a estas sesiones tres veces a la semana de 12 del día a 5 de la tarde. No podía comer, bajó 22 kilos y sentía que cada diálisis le robaba las fuerzas para seguir viviendo.



2. La espera: Aunque recibió todo el apoyo de su empresa tuvo que dejar su trabajo como analista de siniestros de la Compañía Ganadera de Seguros porque la diálisis ocupaba mucho de su tiempo. Durante dos años y medio tuvo que someterse a ese suplicio. Pero en junio de 2002 ocurrió lo que él llama un milagro cuando tuvo que trasladarse a la Clínica Navarra para hacerse la diálisis. En este lugar se encontró con Ursula Betancur, una médica que hace parte del programa de trasplantes, quien le informó sobre la posibilidad de recibir un riñón. Sin pensarlo dos veces se inscribió. Para hacerlo tuvo que pasar por cerca de 10 exámenes muy difíciles y demorados pero al cabo de un mes aceptaron incluir su nombre en la lista. "Era muy esperanzador pero había 7.000 nombres más en espera y pocos órganos", recuerda.



3. El donante: Hace tres meses, exactamente el 4 de julio, llegó a la unidad de cuidados intensivos de la clínica San Pedro de Bogotá un hombre de unos 40 años. Se llamaba Alberto Gómez, estaba casado y tenía dos hijos. Había recibido una bala en la cabeza y tenía un trauma severo pues el proyectil le había causado una fractura y un edema en el cráneo. Durante varios días los médicos trataron de salvar su vida pero no hubo mejoría. Le fue declarada la muerte cerebral.



4. La autorización: Las unidades de cuidados intensivos de las principales ciudades están conectadas con la red de trasplantes Davida. De la Clínica Corpas, en Bogotá, llamaron a Carolina Perdomo, uno de los médicos coordinadores de la red, para informarle sobre el caso de Gómez, quien no tenía carné de donante. En seguida ella se desplazó a la clínica para hablar con su esposa. Ella le explicó que donar órganos era un acto de generosidad por el cual su esposo podría ayudar a vivir a otras personas. Después de discutirlo con sus hijos y otros familiares la mujer aceptó. Pensó que sería lo único bueno que podría surgir de una terrible tragedia como la que estaba viviendo.



5. El órgano: Después de obtener la autorización del familiar se analizaron los órganos que podía donar el paciente con muerte cerebral. En la sala de cirugía, médicos expertos retiron los órganos que la familia donó. También se hicieron una serie de pruebas de compatibilidad en el donante para saber su grupo sanguíneo. Esta información se cruza con el listado de receptores para saber cuál de todos los que esperan órganos son más compatibles con el del donante. En la lista apareció Juan Carlos Ruiz. Hay que actuar rápido pues entre menos tiempo transcurra entre la recuperación del órgano y el trasplante es mejor.



6. La llamada: Algunos pacientes deben esperan uno o dos años para que aparezca un órgano que sea compatible con su tipo de sangre. Por fortuna la espera de Juan Carlos fue corta. A los 20 días de haber terminado los exámenes lo llamaron a su celular y le dijeron que había llegado un órgano y que debía prepararse de inmediato para la cirugía. "Fue como volver a vivir. Sentía que Dios estaba de mi lado". De una vez se fue con su esposa al hospital. Tres cirujanos lo esperaban en el cuarto piso.



7. El trasplante: En la intervención quirúrgica, que duró dos horas, Juan Carlos estuvo a punto de morir en dos oportunidades. Sin embargo su recuperación fue muy rápida. Su nuevo riñón trabajaba a las mil maravillas y por eso fue dado de alta cinco días después del trasplante. "Después de sentir náuseas por la comida volví a disfrutar de lo que era un buen plato. Comía pescado hasta en el desayuno", dice. Como el organismo ataca a cualquier cuerpo extraño Juan Carlos tendrá que tomar de por vida medicamentos inmunosupresivos para evitar que el sistema inmunológico ataque y dañe el riñón. Pero ese es un detalle mínimo. La vida cambió para él y ahora tiene en su horizonte metas con su esposa y su hijo y, lo mejor, recuperó sus ganas de vivir.



8. Las gracias: Juan Carlos le preguntó al grupo de trasplante de quién era el órgano que hoy le permite llevar una vida normal pero no le dijeron su nombre, pues esa información es confidencial. Sólo sabe que era de un hombre de unos 40 años. "Yo quería agradecerles a sus familiares porque esa persona me dio la vida". En estos casos se le recomienda escribir una carta anónima y la red se encarga de hacerla llegar a su destinatario. Hoy Juan Carlos trabaja vendiendo partes de vehículos, viaja en carro en los puentes festivos y adora a su familia. Cuando le preguntan cuántos años tiene dice: "Tengo tres meses de vida porque antes no vivía, estaba ahí, respiraba y caminaba pero era como si en realidad estuviera muerto"





Muerte cerebral: La mayoría de personas piensan que la muerte llega cuando la persona deja de respirar y su corazón ya no late más. Pero también existe una condición conocida como muerte cerebral, en la cual una parte del cerebro, conocida como el tallo central -que maneja las funciones básicas del cuerpo- deja de trabajar. En estos casos el corazón sigue latiendo, el cuerpo de la persona mantiene su temperatura y el movimiento del pecho por la respiración continúa, pero sólo gracias a la acción de máquinas de ventilación que soportan estas funciones. Aunque en los monitores se observa el ritmo cardíaco los médicos consideran que el paciente está muerto pues su cerebro no tiene actividad y este es un evento irreversible. En estas condiciones la persona es un donante ideal pues sus órganos están en perfecto estado gracias a la acción del ventilador. Sin embargo sus familiares pueden rehusar a consentir la donación debido a que creen que ese ser querido aún esta vivo.





Trasplantes

en cifras

n En Colombia los trasplantes con mayor demanda son los de riñón y córnea.



n El primer trasplante en el país fue en 1966. Desde entonces se han realizado 5.279 intervenciones de este tipo.



n El Plan Obligatorio de Salud (POS) cubre los costos de trasplantes de corazón, médula ósea, riñón y córneas.





Los mitos

Mito: Si tengo carné de donante los médicos no van a trabajar para salvarme.

Realidad: No. Sólo personas que han sido declaradas con muerte cerebral o muerte cardiorrespiratoria pueden ser donantes.

Mito: Tener un carné es suficiente.

Realidad: No. Es importante discutir con la familia la decisión de donar los órganos para que en caso de un accidente se respete su voluntad.

Mito: Estoy muy viejo para ser donante.

Realidad: No existe un límite de edad para donar. Todo depende de la calidad de los órganos de la persona. lo cual se examinará al momento de la decisión.





Por quE donar Organos y tejidos

n Es un acto de amor: la muerte propia o la de un ser querido puede ser la oportunidad para que otra persona viva y sea productiva.

n Es un acto de generosidad: una persona que dona sus órganos (donante totipotencial) puede beneficiar hasta a 55 personas enfermas.

n Es ponerse en la piel del otro: nadie sabe cuándo va a vivir en carne propia la necesidad de un trasplante de órgano. Los donantes, en el hipotético caso de que lo necesiten, tienen preferencia a la hora de recibir un órgano como retribución por su generosidad.

n Ayuda a sobrellevar el duelo: estudios han confirmado que donar órganos de un ser querido puede proveer alivio y consuelo en este difícil proceso.

n No hay mutilación: los órganos se extraen mediante complejos procedimientos quirúrgicos. En algunos casos los órganos son reemplazados por prótesis y no quedan incisiones. La persona puede tener un funeral normal.

n La religión apoya la donación: algunas lo dejan a libertad de la persona pero la mayoría respetan esta decisión.

n El país ahorra en costos médicos: aunque un trasplante vale 40 millones, con este procedimiento se reducen los costos por tratamientos como diálisis. Además la persona vuelve a ser productiva.