Especiales Semana

REINAS Y SOLDADOS

Las fiestas novembrinas en el Corralito de Piedra se caracterizaron por las estrictas medidas de seguridad.

11 de diciembre de 1989

Sin buscapiés,con bombas y más ejército que turistas, pero con mucho ron y optimismo, Cartagena celebró este año su reinado.La tensión que ha vivido el país en los últimos meses también estuvo presente en las tradicionales fiestas novembrinas de la Ciudad Heroica, desvirtuando aquella frase envidiosa de los cachacos que asegura que "la costa es otro país". Sin embargo, los cartageneros le hicieron frente a la amenaza del terrorismo, cumpliéndole a Colombia con esa "pausa refrescante" que es el Concurso Nacional de la Belleza.
En su versión 37, el reinado se caracterizó por las estrictas medidas de seguridad. En esta oportunidad, además de los impecables edecanes, a las reinas las seguían en todo momento soldados de uniforme camuflado; policías y militares se sumaron este año a ese séquito inseparable de mamás y chaperonas, peluqueros y maquilladores, reporteros y fotógrafos, que desde hace 55 años conforman la corte real.

CANUTILLOS Y METRALLETAS
Desde el arribo de las reinas a Cartagena, la sede oficial del concurso, el Hotel Hilton, se convirtió en una fortaleza inaccesible para los curiosos, admiradores y cazadores de autógrafos reales. Allí las sonrisas no abrían puertas ni los ruegos lograban conmover a los serios uniformados. Y de las requisas no se salvaban ni huéspedes ni periodistas. Los turistas debían abrir sus maletas en la recepción, las canastas de flores eran deshojadas en la entrada, sin cumplir su romántico cometido. Ni siquiera las voluminosas pero delicadas cajas en las que llegaron sus espectaculares atuendos de fantasía se escaparon de ser minuciosamente revisadas, pluma por pluma.
La sombra del atentado realizado hace unas semanas en el sexto piso aún rondaba por los pasillos. Cualquier paquete olvidado entraba inmediatamente bajo sospecha. A tal punto llegó el celo por la seguridad de las reinas, que cuando una reportera del Diario del Caribe dejó su tandy (computador portátil) por unos minutos en la recepción, la policía lo recogió con cautela pensando que pudiera tratarse de un artefacto explosivo. La conmoción fue mayor cuando la periodista, preocupada por su equipo de trabajo, exclamó alarmada: "¡Quietos, no toquen, eso!". Aunque el susto sólo duro los segundos que demandó la explicación, este incidente sirvió para poner a la prensa sobre aviso de que, en este año, la seguridad iba en serio.
Las 20 candidatas, alojadas en el tercer piso del hotel, tenían terminan temente prohibido salir solas de sus habitaciones. Así que la cacería de chismes, exclusivas y esas pequeñas primicias que nutren la información sobre el reinado se convirtió en tarea de titanes. Los reporteros que ingeniándose mil artimañas lograban llegar al piso real, encontraban que esta vez la intimidad del reinado se vivía entre canutillos y metralletas, y que más que consejas y chivas lo que había era "órdenes estrictas".

PURA PANTALLA
En los 55 años de historia del Concurso Nacional de la Belleza pocas cosas han cambiado tanto las tradicionales fiestas como el inicio, hace cinco años, de las transmisiones en directo por televisión. Desde entonces, el reinado tiene una rara particularidad: durante los días previos a la lectura del bando, las candidatas están y no están en Cartagena. Su presencia anticipada a la iniciación oficial de las fiestas, obedece principalmente a la grabación de los programas especiales que realiza RCN Televisión y a los ensayos para el espectáculo de la noche de coronación. Asisten también al banquete del millón, donde reciben las llaves de la ciudad,y algunos eventos sociales privados, ofrecidos por los patrocinadores del concurso. Es entonces cuando la prensa tiene más acceso a ellas y hay tiempo para entrevistas, foticos y charla. Pero las reinas, y este año con mayor razón, viven en una campana de cristal donde sólo hay grabaciones y ensayos.
Antes del 9 de noviembre, reinado y fiesta no son la misma cosa. El primero se vive en Bocagrande y El Laguito y se desarrolla fundamentalmente en torno a la televisión. La segunda se realiza en las casetas de los barrios, con sus propias candidatas y elección de la reina popular.Por eso, en aras de las grabaciones y de la seguridad, esta vez cartageneros y visitantes tuvieron que conformarse con ver a las candidatas por televisión, como el resto de los colombianos. Sólo pequeños grupos de curiosos y admiradores lograban acceso a los lugares de grabación.
Pero como sin subditos no puede haber reinas, desde el viejo convento de La Popa y en el Castillo de San Felipe, las candidatas, bajo el ardiente sol, extrañaban el calor humano de los cartageneros. En los fríos recintos con aire acondicionado echaban de menos los piropos y las aclamaciones que son, al fin de cuentas, lo que las convierte en soberanas. "Nos hace mucha falta el contacto con la gente, que es una de las cosas más lindas del reinado", exclamó Angela Mercedes Mariño, Señorita Cundinamarca.
Durante los eventos sociales, muchas de ellas no podían creer que ese sueño que habían alimentado, algunas desde toda la vida, se redujera a posar, sonreir y desfilar ante unos entusiastas pero escasos espectadores que lograban derribar, con credenciales e invitaciones, las barreras de seguridad.
Pero fue sólo cinco dias después de su llegada a la Heroica que pueblo y reinas se encontraron. La primera aparición de las candidatas fue el lunes 6, durante el concierto tropical en la tradicional Plaza de la Aduana que, dicho sea de paso, el pueblo cartagenero recuperó para sus fiestas este año, luego que un alcalde anterior las había prohibido, argumentando la defensa del patrimonio histórico. Ese "lunes Emiliani", poco antes de la hora programada, las calles de la ciudad vieja permanecían solitarias y sólo se veía el trajinar de soldados y camiones del ejército, como en las películas sobre dictaduras tropicales. Las razones, sin embargo, eran serias. Cuatro horas antes, el narcoterrorismo se había encargado de recordar a los cartageneros que se hallaba presente en la Heroica, con el estallido de una potente bomba en un centro comercial, que por fortuna no tuvo víctimas. Las candidatas, que hasta entonces habían permanecido lejos del mundanal ruido, aún no se habían enterado. Poco a poco, al ritmo de la música de Juan Piña, el gentío fue ingresando al Corralito de Piedra para apostarse alrededor de las tarimas. Momentos despues apareció el ron. Y el público recobró el entusiasmo cuando vio aparecer a las candidatas vestidas con el uniforme de la Selección Colombia. La certeza de Italia-90 elevó los ánimos y renovó el optimismo.

QUIEN ES QUIEN
Aunque el consenso general era que pocas veces Cartagena había recibido un grupo de candidatas tan homogéneo en belleza, este año los favoritismos tardaron en aparecer. A pesar del despliegue dado por la prensa en los meses previos al concurso, y de la profusión de fotografías de las candidatas, la verdad, cuando el "ramillete de beldades" hacía su aparición, resultaba imposible identificar con certeza quién era quién.
Si bien, gracias a las nuevas versiones del cuestionario Proust ideado por las revistas,la gente sabía que la Señorita Santander era Géminis,y que la de Bogotá le tiene fobia a los tumultos y que el color favorito de la del Valle es el rosado,pocos lograban reconocer dentro del grupo a la de cada departamento. Y es que una cosa son las fotografías y otra la cruda realidad. Las que se veían altas y espigadas en los periódicos, eran bajitas, y otras que en la prensa habían pasado inadvertidas, ahora lucían radiantes. Además, como ahora las candidatas no llevan en el pecho la gran banda, sino un pequeño botón en la cintura, la confusión era general. Incluso es pueblo cartagenero, tan ducho en cuestiones de belleza, se veía en aprietos a la hora de responder a las encuestas sobre sus favoritas.
Otro factor que aumentaba la confusión es el camaleónico maratón a que se ven sometidas las candidatas, que las lleva a cambiar su apariencia tres o cuatro veces en un día. Así las que parecían inconfundibles en la mañana, en trusa y sin maquillaje, en la noche, con traje de coctel, maquilladas y peinadas, resultaban irreconocibles. A cada paso, ellas debían aclarar su procedencia. Algunas veces inútilmente, pues fueron varias las ocasiones en que comprobaron desilusionadas que las fotografías en las que lucian radiantes en los periódicos tenían una leyenda equivocada que le achacaba tanta belleza a otro departamento.
Poco a poco, bajo las pavas que hacen parte obligada de la indumentaria real " de calle", las personalidades comenzaron a aflorar. Entonces se supo que la de Córdoba era muy alegre, la de Boyacá muy moderna, la de Atlántico muy reservada,la de Nariño queridisima y la del Tolima llorona, la de Magdalena extrovertida y la de Antioquia sofisticada.Y las tablas de puntajes comenzaron a funcionar:Los rostros más lindos: Antioquia, Cundinamarca, Chocó y Nariño.Ojos, los de Chocó y Quindio.Los mejores cuerpos: Atlántico, Caldas, Bogotá y Valle.Las más armónicas: Bolívar y Santander.Las más exóticas: Tolima y Sucre.
El comentario general era que este fue el año de los rostros lindos. Hasta antes del desfile en vestido de baño, las fuerzas estaban repartidas muy equitativamente entre por lo menos 15 de las 20 candidatas. "No hay ni una fea", era el comentario de los turistas en la playa."Todas son pa'coronar, señalaba un taxista. "Bellas y seguras", comentaba la recepcionista de un hotel. "Se nota que son mujeres hechas y derechas. Al contrario de lo que siempre sucede, esta vez no ha habido histerias ni envidias. Incluso se ofrecen a prestarse accesorios y vestidos", agregaba un maquillador.

Y todos parecían encantados con "la madurez" de las reinas. Es que, al parecer, en esto de los concursos la disciplina tiene un puntaje tan alto como la belleza,la simpatía o la elegancia. Y este año el lema real parecía ser "Siempre listas"."Estamos impresionados con la madurez y el cumplimiento de las candidatas", reconoció Patricia Moreno, chaperona oficial del concurso y quien lleva quince años lidiando reinas.
La indisciplina corrió por cuenta de María Teresa Egurrola. Antes de entregar la corona, la Señorita Colombia se vio en aprietos con la junta organizadora y los grandes patrocinadores del concurso, Catalina Punto Sport y Jolie de Vogue. El primer tirón de orejas fue de Catalina. A pesar del contrato de exclusividad, María Teresa apareció recientemente en la portada de una revista luciendo un vestido de baño de otra marca. Ante la falta de seriedad, Catalina dio por terminado el contrato con la reina, lo cual, según las malas lenguas, le costó a la soberana la bobadita de medio millón de pesos que dejó de ganar de su contrato. Luego, al llegar a Cartagena, Doña Tera le llamó la atención por haberse comprometido a enviar informes para el noticiero TV Hoy y le recordó que la Señorita Colombia no podía realizar ningún contrato hasta después de entregar la corona. Para rematar, los informes de María Teresa estaban patrocinados por una firma de cosméticos competidora de Jolie de Vogue, que es la marca oficial del concurso.
Pero si María Teresa pasa al mundo de las ex reinas con el sol a la espalda, otra cosa sucedió con Margarita Rosa De Francisco, a quien cada día parece alumbrarla más. La Mencha, como la bautizó popularmente su primer éxito como actriz, volvió a vivir la experiencia del reinado pero esta vez desde otro ángulo, encargada de realizar informes para el Noticiero de las 7. Y a la hora de las entrevistas, el público no sabía si mirar a la entrevistada o a la entrevistadora. Y por las calles, sus seguidores y admiradores le pedían tantos autógrafos como a las candidatas. Fresca, desenvuelta y lindísima, Margarita Rosa, sin buscarlo, competía en popularidad y belleza con las reinas. Las mismas candidatas, en sus acalorados atuendos y bajo los reflectores, miraban con cierta envidia las ventajas del post-reinado. Porque, como dijo Margarita Rosa, "el reinado es mejor recordarlo que vivirlo".

LINDAS PERO...
Consentidas por la prensa durante los meses previos al reinado, las candidatas se encontraron con sorpresa ante ese jurado implacable en el que se convierte todo aquel que pisa suelo cartagenero en las fiestas novembrinas donde, si bien no faltan los piropos, tampoco faltan las críticas. En la recta final por la corona nacional, los atributos y cualidades se dan por vistos y la elección por parte de la gente se hace prácticamente por descarte. Por eso, en cuanto aparecieron los primeros comentarios desfavorables en la prensa,las lágrimas Y los pucheros hicieron su aparición. A las objeciones de las madres, que señalaban que "¡no hay derecho!", las siete futuras comunicadoras sociales del grupo tomaron la vocería para sentar su protesta:"¿Por qué siempre tienen que ver lo malo? ¡Es el colmo!". Pero de poco sirvieron los reclamos.
En Cartagena cuando se habla de reinas se habla en serio y los cánones de belleza son tan estrictos que, antes de que empiecen a aparecer los nombres de las favoritas, la tónica general es "Linda, pero... "; "Fulanita es lindísima pero no tiene cuerpo"; "Sutanita tiene una figura espectacular pero es muy simple"; "Menganita tiene carisma pero es muy chiquita". Y los más entendidos en la materia, los estilistas, señalaban que, si bien todas tenían atributos coronables, muy pocas poseían el "factor X". Es decir, eso que las abuelas llamaban "ángel" y que ellos definen como "aquello que atrae a los hombres y hace morir de envidia a las otras mujeres".
La verdad es que, a la hora de coronar, los colombianos tienen sus propios argumentos. Los visionarios no piensan en la elección de la Señorita Colombia, sino en la representante a Miss Universo y se van por las más altas y que hablen inglés.Otros, con un agudizado espíritu cívico, quieren otorgar la corona como premio a las ciudades que celebran sus centenarios o a los departamentos y regiones que por primera vez participan en el concurso. También están los protectores de la raza, que descartan de plano a las rubias de ojos claros, y los de avanzada que se deciden por las reinas exoticas.
Juzgar la belleza fue un saludable ejercicio popular que ocupó la atención de todo el pais durante varios meses. Y para los asistentes a las fiestas es como una especie de calentamiento. Una vez decretadas las fiestas, con la lectura del bando, el jolgorio popular animado por el ron y las papayeras se integró a las reinas que, con sus comitivas, se lanzaron a las calles. Entonces las cábalas sobre la sucesora de María Teresa Egurrola opacaron los rumores que hablaban de "lanchas-bomba" en las playas de los hoteles y la tensión, que parecía estarle ganando la batalla a la alegría costeña, sucumbió ante la euforia y el entusiasmo por el reinado. Sin embargo, a pesar del optimismo demostrado por los cartageneros y de las campañas realizadas por los hoteles y restaurantes, que rebajaron sus tarifas para atraer el turismo nacional, a las fiestas de la Heroica no llegaron todos los invitados que se esperaban. De todas formas, Cartagena sacó adelante ese evento que hace parte de sus tradiciones más queridas y, haciendo olvidar a los colombianos el trago amargo del terrorismo, de mostró que la fiesta sigue viva.