Especiales Semana

Renacer de las cenizas

El Eje Cafetero es una región de inmensas potencialidades. Es hora de explotarlas para que renazca de la crisis y no pierda una década más.

5 de junio de 2005

En el año 2001 la diferencia entre el mayor y el menor índice de desarrollo humano del país -Bogotá y Chocó, respectivamente- era del 20 por ciento. En el Eje Cafetero esa diferencia fue del 37 por ciento entre los municipios con más alto y más bajo indicador: Manizales y Marulanda.

Esa comparación dramática que hace el Informe regional de desarrollo humano: un pacto por la región, pone en evidencia las disparidades enormes que existen entre los niveles de desarrollo humano de la zona. La conclusión más dura del Informe, revelado en 2004 por el Pnud, es que en desarrollo humano y calidad de vida el Eje Cafetero perdió toda una década: hoy la región conserva los mismos índices de hace 10 años.

José Manuel Mariscal, director del Pnud en Manizales y gestor del Informe, advierte que se deben romper las fronteras administrativas de los tres departamentos para mirar el desarrollo de la región en conjunto y no fraccionado "porque sus problemas y soluciones son similares y conjuntas. Además con ellos se aumenta el sentido de pertenencia al Eje como zona". Después de los reveladores resultados del estudio, "en este aspecto se ha visto un crecimiento enorme", asegura Mariscal.

Existen varios factores para que una región tan rica en paisaje, tierras fértiles y con un capital humano tan pujante que no le tiene miedo al trabajo, tenga un índice de desarrollo humano dificultoso.

Con la ruptura del Pacto Mundial del Café, al finalizar la década del 80, la oferta mundial sobrepasó a la demanda. Eso hizo que, durante la década del 90, los precios del grano decayeran a tal punto que la libra pasó de costar casi dos dólares a uno.

La crisis cafetera producida por esta significativa caída del precio ha sido de una magnitud tal que su impacto en las exportaciones actuales sólo representa un 6 por ciento del total de las divisas por este concepto, décadas atrás representaba más del 30 por ciento. El Informe regional de desarrollo humano evidenció que después de 1997, cuando se dio la más fuerte caída de los precios del grano, las economías de los tres departamentos se contrajeron y no han podido revertir ese comportamiento. La agricultura -distinta del café- creció en términos reales en los últimos años, pero todavía no alcanza a dinamizar sus economías. En Risaralda, por ejemplo, trabajan por duplicar el área sembrada de mora, lulo y granadilla para 2007 y convertir el departamento en 2017 en el líder nacional en el mercado de productos verdes. El Quindío le apuesta también a otro tipo de economía: "El departamento es agrícola y cafetero primordialmente, pero entendimos que teníamos que diversificar nuestra economía y empezamos a trabajar el turismo", dice Amparo Arbeláez, gobernadora del Quindío. Además el departamento tiene sus ojos puestos en los alcoholes carburantes. Orlando Polanía, coordinador del proyecto y miembro de la Federación Nacional de Alcoholes Carburantes, dice que el departamento le apuesta a la caña y a tener en corto tiempo una destilería que les permita la producción de esta mezcla para combustible.

La región también hace esfuerzos por dinamizar la agricultura y devolverle el entusiasmo por la tierra a sus campesinos. En este momento la Secretaría de Agricultura del Quindío, por ejemplo, lleva a cabo Agricultura por contrato, un proyecto que le asegura el mercado a la producción de los campesinos. Lo que cosechan ya está vendido a almacenes de cadena o mayoristas. Así no tienen pierde.

Al caído caerle

Al Eje Cafetero, además de la crisis del café, le llegó el terremoto y con él destrucción y una gran ola migratoria. Gente de otras regiones del país llegó -especialmente al Quindío, que fue el departamento que más sufrió- en busca de casa y trabajo. Muchos se hicieron pasar por damnificados para reclamar un techo y lo lograron. Otros, por el contrario, deambularon durante años de un lado para otro sin poder recuperar lo que les pertenecía. De esta forma la población de muchos municipios aumentó: la de Tebaida, por ejemplo, aumentó de 20.000 a 40.000 habitantes. "La gente llegó con expectativas de vivienda y empleo, pero en realidad llegó a engrosar los cinturones de miseria", asegura la oficina de Planeación del Quindío.

En ese momento las cosas empezaron a complicarse aún más. Entre 1999 y 2004 se dio un fuerte crecimiento del desempleo. La persistencia de ese comportamiento ubicó a los tres departamentos del Eje en los primeros renglones de la lista de desempleo en Colombia. Armenia tiene el índice de desempleo más alto del país, y Manizales supera la barrera del 20 por ciento. Este panorama atravesado por las dificultades hizo que muchas personas emigraran hacia otros países en busca de empleo e ingresos. La situación constante y creciente ha hecho que cuando se habla de la economía de la región, aparece una percepción que raya peligrosamente en la realidad: la economía del Eje Cafetero está atravesada por las remesas y eso la convierte en una economía ficticia, endeble, que en cualquier momento podría incluso desplomarse.

El reciente Estudio sobre migración internacional y remesas en Colombia, de Luis Jorge Garay para el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, estima que el monto promedio de las remesas que llegan al Eje Cafetero es de 293 dólares y son utilizados en un gran porcentaje para pagar gastos recurrentes o de primera necesidad como alimentación, servicios públicos, educación y salud. Sólo un 4,2 por ciento financia el ahorro y 4,7 el pago de vivienda.

Una de las preocupaciones que plantea el informe y que desvela a las autoridades es que el nivel promedio de inactividad en la región es superior al 43 por ciento. La cifra da pie para pensar que esta dinámica "podría estar promoviendo cierta sustitución de ingresos domésticos por la presencia de un menor nivel de actividad de sus miembros en edad de trabajar", según dice el estudio. Por eso la Cámara de Comercio de Armenia y la Fundación Micros del Quindío trabajan en un proyecto para que 200 familias de la región beneficiarias de las remesas destinen un pequeño porcentaje del dinero recibido a la creación de proyectos productivos en pequeña y mediana empresa. Las instituciones asesorarían a las industrias y les harían seguimiento para que sean realmente beneficiosas.

En educación y salud las cosas no están mejor. Los indicadores del Informe de desarrollo humano presentan un bajo nivel de educación secundaria y superior, y una alta disparidad entre municipios, "lo que en gran medida puede amenazar el desarrollo humano de la región en el futuro".

Un año después de develar un panorama desalentador, los resultados del Informe han comenzado a tener eco. Se está montando la mesa de planificación regional que involucra a los alcaldes de Pereira, Manizales y Armenia, y a los gobernadores de los tres departamentos. "Es una mesa en la que se discuten problemas y se proponen soluciones para temas comunes como seguridad, turismo e infraestructura", asegura Mariscal.

Esta zona, que años atrás fue la que más le aportó al país en su bonanza, durante los últimos 10 años ha sido golpeada por los azares del destino. Hoy, su gente, está dispuesta a trabajar para renacer de las cenizas. Lo más importante es que el Eje Cafetero tiene un gran potencial económico, un paisaje maravilloso que incluso está postulado ante la Unesco como patrimonio de la humanidad, pero, sobre todo, esta región tiene un gran capital humano. Es hora de aprovechar esas potencialidades y no permitir que se pierda otra década para la recuperación de esta región.