Especiales Semana

Rumba bajo el sol

En una ciudad militarizada se realizó el desfile de carrozas.

14 de diciembre de 1992

EL UNICO RASTRO QUE quedó del desfile de carrozas fue un cielo plomizo y un penetrante olor a pólvora. Allí, en medio de las murallas, de las casonas de la Cartagena vieja, de los edificios de Bocagrande y de los barrios pobres de los palenqueros hubo una guerra de buscapiés. Esa misma que cada año libran las gentes de La Heroica y que le pone los pelos de punta a los turistas. Todo eso hace parte de la idiosincrasia de ese pueblo que se entrega a sus festividades novembrinas. Para ellos, la pólvora y las reinas van cogidas de la mano, y en sus bacanales de noviembre, ninguna de las dos puede faltar.
En ese escenario, y con un sol que derretía cuerpos, desfilaron las 28 candidatas que este año asistieron al "Corralito de Piedra". Un desfile que las llevó por entre una calle de honor que formaron hombres y mujeres a lado y lado de la vía y que no pararon de vitorear sus nombres, de pedirles autógrafos, y besos imaginarios. Y a medida que las carrozas serpenteaban por la avenida al Mar y se perdían entre las calles angostas y empedradas de la Cartagena colonial, la fiesta tuvo más sabor a pueblo. Ese que tres horas atrás se agolpó en cualquier esquina a la espera de poder mirar, al menos por unos segundos, a cada una de las representantes. Ellas, montadas sobre unos planchones que fueron halados por viejos camperos, se contagiaron de la rumba y bailaron al compás de las orquestas que encontraron en el recorrido.
Fueron tres horas en que las 28 candidatas se untaron de pueblo. Tres horas en el que el decorado del Concurso Nacional de la Belleza fueron los escenarios naturales de la ciudad amurallada, el muelle de los Pegasos y la legendaria Puerta del Reloj . Pero tambien fue la primera vez que en Cartagena se sintió el coletazo de los problemas de orden público que por esos días azotaron al país. El día del desfile de carrozas, Cartagena era una ciudad totalmente militarizada, donde los edecanes de las candidatas fueron reemplazados por soldados. Toda la ruta, que se inició en inmediaciones del aeropuerto "Rafael Nuñez" y que terminó en la Base Naval, fue custodiado por el Ejército. Desde el aire, un helicóptero de la Marina patrulló el desfile. Escuadrones de las fuerzas especiales tendieron un cordón de seguridad por toda la ciudad. Por primera vez en Cartagena se sintió el estado de conmoción que en ese momento vivía el resto del país. Sin embargo, para los cartageneros no hubo ningún obstáculo y se entregaron a la rumba y a disfrutar el primer desfile popular al que asistieron las candidatas departamentales.
Además de la militarización de la ciudad, la otra nota de este desfile estuvo a cargo de la candidata del Meta, Luz Adriana Gutiérrez, quien se negó a participar en este evento porque no le gustó el diseño de su carroza. Esta era una alegoría a un atardecer llanero, con enormes mariposas y flores de colores. Pero Adriana Gutiérrez dijo que el diseño era un insulto a su tierra, y prefirió quedarse en el cuarto del hotel.
500 AÑOS DESPUES
El tema de las carrozas fue un homenaje que las 28 participantes le rindieron a la celebración de los 500 años del descubrimiento de América. Pero fueron muy pocos los que se enteraron de esta celebración. A los palenqueros sólo les importó tener unos pocos pesos en el bolsillo para entregarse al ron y al baile.
El desfile fue abierto por la reina popular Ingrid Coyo, quien fue la más aplaudida de todas. Luego le seguía Paola Turbay, la ex Señorita Colombia, quien se robó todas las simpatías de los asistentes a este concurso. Ella lució un vestido que su diseñador bautizó con el nombre de "tesoro". Una alusión a las riquezas que poseían los indígenas antes de llegar los españoles. Un gran collar con arabescos en oro sobresalía de su disfraz, y cuatro ruedas de la fortuna, en fucsia y amarillo, fueron el complemento de este diseño.
Detrás de Paola Turbay apareció la primera candidata del reinado en su versión 1992. La Señorita Amazonas, Paula Andrea Betancurt, quien iba en una de las tres carabelas. Todos los detalles de este diseño fueron elaborados a mano por el decorador Carlos López. A medida que la carroza de Paula Andrea avanzaba por entre este río humano, su nombre comenzó a pasar de boca en boca de un pueblo que siempre la tuvo como su gran favorita. Y para ganar más puntos, la representante de Amazonas se hizo acompañar por Capax, el personaje más significativo de ese rincón de Colombia.
Luego comenzó el desfile de Luz Zoraida Pérez, candidata de Antioquia. Ella le rindió homenaje a la Niña, la segunda carabela de Colón. Tenía un disfraz con mucho colorido y con detalles de la época, elaborados a mano. En su recorrido, la linda paisa se llevó más de un susto con los buscapiés y las bombas de agua. Pero a medida que su carroza avanzaba, ella se repuso y se entregó de lleno al baile. El tercer homenaje que se le rindió a Colón, con su carabela la Santa María, estuvo a cargo de Bibiana Martínez, candidata de Atlántico. Un espectacular vestido, lleno de detalles, fue complementado con olas en distintas gamas de azules. Pero a pesar de la vistosidad de su atuendo, fue una de las candidatas menos aplaudidas durante su recorrido.
Pero no sólo las participantes en Cartagena le rindieron homenaje a Colón y al descubrimiento. También hubo un espacio para la cultura indígena. Se le rindió un homenaje a sus costumbres, su riqueza, sus dioses. La primera en hacerlo fue la representante de Bolívar, Ana María Trujillo. Su carroza se llamó "reminiscencia quimbaya". Un gran pectoral antropomorfo, adornado con dos tinajas y rematado con dos enormes mariposas en oro, fue el diseño que lució la candidata anfitriona. Carmen Johana Ocampo, Señorita Boyacá, cuyo traje le rindió culto a los dioses de los taironas, desfiló con Patricia Arango, de Caldas, entre un "sueño precolombino", adornado con tinajas de oro y arreglos florales. En el momento de partir, la carroza de la Senorita Caldas se varó. Caqueta, Katherine Durán, prefirió convertirse en una indígena mexicana, cubierta con jeroglíficos aztecas.
Casanare, Luz Karime Galenao desfiló en una carroza cuyo motivo era un penacho indígena, con guacamayas a bordo y un gran arco iris que le dieron un gran colorido a su carroza. La linda caucana Mónica Rodríguez, fue otra de las candidatas que se llevó el corazón de los cartageneros. Ella desfiló en una carroza que bautizó "azteca", escoltada por dos enormes serpientes elaboradas en fina fantasía. Por su parte, Lina María Pavajeau, del Cesar, escogió como disfraz un tunjo de oro. Cuatro orquídeas y tres figuras precolombinas hacían parte de su vestuario.
La candidata de Córdoba, Claudia Patricia Henao, desfiló con un traje de fantasía, donde se distinguió un inmenso y radiante sol, complementado con un bohío, un cactus y muchas flores artificiales. Cundinamarca, María Angélica González, hizo su recorrido por las calles de La Heroica con un tocado apache en el que se destacaba una cabeza de indio con una tiara adornada con plumas.
La chocoana, Magaly Caicedo, le rindió culto al sol. Su carroza iba adornada con un gigantesco sol, acompañado de dos tinajas y muchas flores artificiales. Guainía, Yorely Castañeda, desfiló en una carroza que tituló "culto indigena". Era una balsa muisca con ídolos de oro en diferentes tamaños y flores de colores. La exótica representante de La Guajira, María Nelly Contreras, recorrió las calles del "Corralito de Piedra" en una carroza que llamó "pesca fantástica". Estaba adornada con una canoa y de la parte posterior sobresalía un bohío con dos grandes redes donde estaban atrapados peces de colores .
Guaviare, Claudia Marcela Devia, también le rindió culto al sol. Su carroza estaba adornada con máscaras de diferentes rostros de indígenas, todas ellas elaboradas a mano. En una carroza que llamó "siembra", la representante de Huila, Solvey Milena Salazar, hizo su desfile metida entre inmensas mazorcas y otros productos que cultivaban los indígenas. Magdalena, Margarita Meyer, le rindió tributo a los indígenas taironas. Dos grandes poporos, con detalles indígenas, hacían parte del decorado que fue complementado con flores naturales. Norte de Santander, Claudia Patricia Pardo, realizó su desfile en un poporo quimbaya.
La representante de Putumayo, Luz Marina Acuña, quien no paró de bailar durante todo el desfile y que de paso se llevó más de un susto con los buscapiés y las "bombas de agua", representó a la cultura calima. Lució un pectoral con el rostro de un indígena labrado en alto relieve, complementado con búcaros y flores naturales. La sanandresana, Sharon Elizabeth Naranjo, representó un pectoral adornado con pompones amarillos y blancos. La bogotana, Katty Saenz, desfiló en una carroza que representaba la cultura maya. Lo más sobresaliente de su diseño era una enorme máscara tallada a mano, rodeada de flores de colores.
Claudia Patricia Reyes Mesa, candidata de Santander, fue una de las más alegres y espontaneas de este desfile. No sólo repartió besos a diestra y siniestra sino que a su paso regaló dulces que se producen en su tierra. Ella representó un ídolo indígena en oro. La sucreña, Angélica María Vallejo, viajó en una carroza que representaba los frutos de su tierra. Era un bote repleto de frutas tropicales que tenía como telón de fondo un inmenso sol, rodeada de flores naturales. El Valle, Lina Fernanda Restrepo, tan dulce como la caña de azúcar de su tierra, representó un ídolo de la cultura quimbaya. Fue una de las carrozas mejor diseñadas de este desfile, creada por Victor Arnedo.
Vaupés, Claudia Marcela Pérez, recordó que una de las frutas de mayor exportación del país es el banano. Por eso su desfile lo hizo metida entre dos matas de plátano cargadas con sus frutos. El desfile de carrozas lo cerró Vichada, Vianny Figueroa, quien representó un culto de adoración de la cultura quimbaya. Dos ídolos sobresalían en su carroza. Así la América Precolombina revivió su historia 500 años después en un escenario que tuvo como telón de fondo las aguas del Caribe y las murallas de La Heroica.
Fue un recorrido multicolor para que la rumba llegara a su clímax. Los cartageneros contaron para ello con reconocidas agrupaciones musicales. Sobre las murallas de La Heroica se instaló el rey del vallenato Diomedes Diaz, quien cantó sin parar durante las tres horas que duró el desfile. A unas cuadras de allí, otro de los grandes del folclor costeño: Alfredo Gutiérrez, quien sacudió su acordeón hasta que el último turista abandonó las calles.
Pero también esta presentación dejó a muchos damnificados por el vandalismo que se generó con la guerra de pólvora. Muchas personas, en su mayoría turistas, sufrieron quemaduras. En el centro de urgencias del Hospital Universitario de Cartagena, los médicos no dieron a basto para atender a los pacientes. Además de las quemaduras, se presentaron robos de carteras y joyas. En esta oportunidad la peor parte se la llevó la prensa. Varios de los periodistas que cubrían el evento fueron despojados de sus equipos de trabajo. Pero en una fiesta como la que se vivió la semana pasada en Cartagena cualquier cosa puede ocurrir. Los mil soldados que tuvieron a su cargo la responsabilidad de custodiar la ciudad no dieron a basto en su misión. Cuando la noche cayó sobre la ciudad heroica toneladas de basura y miles de botellas de licor fueron los únicos testigos de que allí hubo más que una fiesta. Un batallón de escobitas duró toda la noche limpiando las principales vías para darle paso a la siguiente rumba.