Especiales Semana

SALTO AL VACIO

La falta de claridad de la Constitucióndio pie para que el Ecuador tuviera trespresidentes en forma simultánea.

10 de marzo de 1997

El sábado pasado Ecuador amaneció con tres presidentes. El destituido Abdalá Bucaram, quien se negó a abandonar el poder; el proclamado por el Congreso, Fabián Alarcón, y la vicepresidenta, Rosalía Arteaga, quien se autoproclamó. Independientemente de lo que haya pasado luego, lo cierto es que muy pocos imaginaron que ese pudiera ser el desenlace de una semana histórica en la que las protestas de los ciudadanos de ese país pusieron en entredicho sus instituciones.
Ese terremoto político dejó más preguntas que respuestas. Para muchos observadores internacionales el episodio del jueves en la noche, cuando el Congreso destituyó al primer mandatario, tuvo mucho de tropical porque, desde su óptica, a un presidente no se le saca del palacio a sombrerazos. El procedimiento que siguió el Congreso ecuatoriano para destituir a Bucaram resultó, según esa tesis, apresurado e inconsulto y dejó de lado algo que parece tan elemental en otras latitudes, como es la realización de un juicio político en el que el procesado, en este caso el presidente de la República, tenga el derecho fundamental a la defensa.
Porque si en el fondo de todo estaban las medidas que tomó Bucaram para ajustar la economía, ellas no distan demasiado de las que en su momento asumieron presidentes como Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Alberto Fujimori en Perú y Carlos Menem en Argentina, quienes por lo demás también llegaron al poder haciendo promesas populistas.No tiene, además, mucha presentación que el Congreso pueda declarar la vacancia por "incapacidad mental" del presidente mediante una simple votación política sin que medie lo que parece obvio: un concepto científico suficientemente fundamentado y controvertido. Aunque es cierto que Bucaram es excéntrico e impulsivo, esa no parece ser razón suficiente para declararlo clínicamente incapaz. Por ese camino, insisten los críticos, a cualquier congreso que quiera sacar al presidente le bastaría con declararlo incapaz mental.
El problema es que así lo contempla la Constitución. Según César Montúfar, politólogo y editorialista del diario El Comercio,"el artículo 100 de la Constitución Nacional dice que el Congreso puede cesar por incapacidad física o mental al mandatario y no establece para ello mayoría especial. Es cierto que no existe precedente de que un gobernante haya sido cesado por ese procedimiento y que el artículo mismo es discutible. Pero existe, y por lo tanto el Congreso tenía todo el derecho de aplicarlo".Sobre todo si estaba presionado por el pueblo. Para el director de Radio Quito, Miguel Rivadeneira,"el verdadero motor de la cesación de Bucaram por el Congreso fueron las protestas populares, pues se manifestaron más de dos millones de personas, algo que nunca se había visto en Ecuador. Lo que hizo el Congreso fue buscarle una salida institucional a esa situación tan pronto como fuera posible". Para apoyar esa afirmación, Rivadeneira dijo que"en la noche clave, la firma de encuestas Market, la única que pronosticó el triunfo electoral de Bucaram, midió un 84 por ciento de rechazo popular a Bucaram y 70 por ciento de apoyo a la medida del Congreso".
Pero, por otra parte, en medio del caos en que se realizó la votación, los defensores de Bucaram pedían a gritos que se leyera el artículo constitucional por el cual el Congreso estaba eligiendo un nuevo presidente interino. Los diputados opositores siguieron de largo haciendo caso omiso de esa petición por la sencilla razón de que no existe tal artículo. Para contrarrestar ese punto el argumento de los opositores es sencillo: en ausencia de una norma concreta es aplicable el principio constitucional de que el Congreso es el depositario de la soberanía popular, y por lo tanto éste puede interpretar la Carta según los mejores intereses nacionales.Otro vacío constitucional afectó a la vicepresidenta Rosalía Arteaga. Apareció desde la época en que el vicepresidente de Sixto Durán, Alberto Dahik, huyó del país acusado de malversación. En ese momento se hizo una 'recodificación' constitucional y desapareció la capacidad del vicepresidente de reemplazar a su jefe en caso de falta definitiva. Cuando llegó Bucaram al poder su partido se encargó de bloquear los intentos por corregir esa situación. De hecho, cuando viajaba, dejaba encargado a un ministro y nunca le dio oportunidad a la señora Rosalía.

Todo lo cual quiere decir que la situación jurídica de los poderes en Ecuador está mucho más enredada de lo que parece y que brilla por su ausencia una definición clara sobre de parte de quién está la razón. Y es en el terreno de las debilidades jurídicas en donde Bucaram se apoyó para negarse a dejar el poder una vez producida la votación del Congreso, cuya actuación fue descalificada luego por la Corte Constitucional.
De allí que todos esperaran con inquietud, en principio, cuál sería la actitud de la otra gran instancia: los militares. Pero estos dejaron saber, en cabeza de su comandante de estado mayor conjunto, el general Paco Moncayo, que su posición era por el diálogo y que no terciarían como "instancia de dirimencia". Es por eso que no se descartó en ningún momento la posibilidad de buscar una tercería.Al fin y al cabo Alarcón, el elegido por el Congreso, es miembro de un partido pequeño, carece de popularidad y tiene fama de oportunista, alimentada por el hecho de que él mismo formó parte de la coalición que llevó a Bucaram al poder. Mientras Alarcón perdía puntos al declararse el viernes en la noche en huelga de hambre, Bucaram estaría jugando sus restos en busca de lo único que tiene para salvar su presidencia: ganar tiempo. Al cierre de esta edición, luego de que Bucaram viajara a Guayaquil, se barajaba la posibilidad de la existencia de un acuerdo para entregar interinamente el poder a la señora Arteaga. De no lograrse un acuerdo la alternativa más extrema parecía ser que asumiera el control una junta cívico-militar con el objetivo de convocar a elecciones en un plazo muy corto. Pero, independientemente de tales circunstancias, una cosa quedó en claro con los hechos ocurridos la semana pasada: el pueblo ecuatoriano se manifestó con una fuerza impresionante y le puso de presente a su dirigencia que no está dispuesto de nuevo a ser objeto de burlas electorales ni de desplantes de políticos.
Rosalía Arteaga
La vicepresidenta Rosalía Arteaga es una mujer ambiciosa que nunca ha ocultado su sed de poder. Fue con eso en mente que se incorporó a la campaña presidencial de Abdalá Bucaram, pero pronto se enteraría de que éste tenía otros planes. La relación entre la señora Arteaga y su compañero de tiquete se vio afectada por fricciones desde la propia campaña electoral cuando Bucaram comenzó su empeño en restarle funciones. Eso parecía evidenciar ya que el entonces candidato no la había vinculado a la campaña por su afinidad ideológica sino por su capacidad para atraer al electorado femenino, algo en lo que tuvo éxito. La señora Arteaga es la antítesis de Bucaram, por lo cual se convirtió en la esperanza de que fuera el lado 'consciente' de la presidencia. Nacida en Cuenca en 1956 y doctora en jurisprudencia, llegó a vicepresidenta luego de ejercer con éxito la cartera de Educación en el gobierno de Sixto Durán Ballén. Reflexiva y preocupada por los temas sociales, la ruptura de Rosalía con Bucaram tuvo muchos episodios, como el rechazo al proyecto de pena de muerte, la denuncia contra el ministro Adum por amenazas contra una funcionaria, pero sobre todo el plan económico de convertibilidad, que llevó a la ruptura definitiva.
Fabián Alarcón
El otro protagonista del drama ecuatoriano es el presidente del Congreso, Fabián Alarcón, un político de carrera que se ha destacado siempre por su capacidad negociadora. De 50 años, Alarcón ha sido llamado 'cintura de oro' por su habilidad para bailar siempre con la pareja que más le convenga. De hecho, el diputado se paseó muchas veces del brazo con Abdalá Bucaram, pues hizo parte de la coalición que le llevó al poder.Y no se trató de cualquier participación. Comentaristas locales sostienen que Alarcón fue pieza clave de la campaña presidencial, sobre todo en la segunda vuelta. Al respecto, Thalia Flores, editora política del diario Hoy, comentó en ese momento que "los contubernios y las componendas, convertidos en práctica de sobrevivencia de algunos honorables, prevalecieron sobre la conveniencia de tener un Congreso cuestionador y distante del gobierno".No podía saber entonces la comentarista sobre lo que esperaba al sistema político ecuatoriano. De ahí que los defensores de Bucaram se hayan ensañado en el presidente del Congreso, como el diputado Marco Proaño, quien afirmó, en alusión a la decisión de Alarcón de aliarse con los opositores, que "quien no es fiel a un amigo no será fiel a la patria".