Especiales Semana

SECTOR FINANCIERO

30 de octubre de 1989

BANCA DE INVERSION:
SE COMPRA, SE VENDE
En la banca hay una especie en vías de extinción. El banquero que espera sentado en su oficina la llegada de los depósitos de sus clientes y que escucha con cierto aire imperial las solicitudes de crédito de grandes empresas que se humillan por meses frente a él. Hoy las entidades financieras están compitiendo de manera agresiva por sus mercados y siendo obligadas a generar nuevos servicios que satisfagan las necesidades de una clientela cada vez más sofisticada. La competencia proviene de los mismos bancos, pero también de sus principales clientes, que ahora están en capacidad de obtener sus recursos de crédito directamente de los particulares, emitiendo bonos.

Estas presiones se han traducido en márgenes de intermediación más estrechos y así, gradualmente, la función tradicional de recibir depósitos y otorgar créditos pierda importancia como generador de sus utilidades. Las comisiones por servicios son el nuevo nombre del juego y de esta forma la banca de inversión aparece entonces como una respuesta natural al proceso de marchitamiento de la intermediación y a las necesidades cada vez más sofisticadas de los demandantes de servicios financieros.

El trabajo de banco de inversión en Colombia lo desarrollan las corporaciones financieras, las fiducias, algunos corredores de bolsa y firmas de consultoría. Su labor está centrada en cuatro áreas básicas: asesoría en el diseño, emisión y venta de bonos empresariales --el famoso underwriting de los gringos--; reestructuración financiera, programas en los cuales se pretende obtener el mejor manejo de las finanzas corporativas, mayor rendimiento de las inversiones y menor costo de las deudas; compra, venta, fusión y consolidación de empresas y financiación de proyectos nuevos.

Los bonos empresariales
La emisión de bonos es una práctica conocida desde hace tiempo, pero que sólo se ha popularizado en los últimos años. Su mercado ha crecido en forma muy importante. Mientras en 1987 se emitieron bonos por $3.8 mil millones y en 1988 por $7.7 mil millones, en lo que va corrido del 89 la cifra supera los $24 mil millones. Sin embargo, por el momentos este es un juego para grandes. En promedio, los emisores de bonos en 1989 tienen activos por 39 mil millones de pesos, patrimonio de 19 mil millones y endeudamiento del 57%, cifras que permiten establecer que se trata de la créme de la industria.

La mayoría de los analistas están de acuerdo en la bondad de restringir por ahora la entrada de otros participantes menores. "La Comisión Nacional de Valores, encargada de autorizar las emisiones ha obrado bien, permitiendo que sólo las empresas que garanticen la mayor solvencia y seriedad entren en un mercado que apenas se está ganando la confianza del público", comentó un conocido experto del sector financiero. Sin embargo, existe un gran interés por ampliar eventualmente la participación a otras firmas. Para desarrollar este mercado sería importante establecer en el país una clasificación para las empresas que ofrecen papeles al público, de acuerdo con la calidad de su operación--algo similar a la clasificación de Moody's Standard & Poor's o Adef en Francia. Con esta información los inversionistas podrían comprar, con pleno conocimiento del riesgo, bonos de empresas medianas o los famosos "bonos basura" de empresas en quiebra.

Los bancos de inversión no limitan su acción a diseñar la emisión y venta de bonos, una tarea de suyo compleja. Participan también como representantes de los tenedores de los bonos o como administradores de la emisión, labor que implica, por ejemplo, recaudar las suscripciones y pagar los intereses y las amortizaciones de los títulos.

Disciplinando a los empresarios
En las teorías más recientes sobre el papel de los bancos, se les reconoce el haber cumplido con una misión fundamental para la economía, la de obligar a las empresas a disciplinar su manejo. De alguna manera, los créditos en general y los bancarios de modo especial, inducen un comportamiento empresarial eficiente porque obligan a los administradores a producir de tal forma que puedan reconocer a los acreedores el pago puntual de intereses y amortizaciones de las deudas y, adicionalmente, generar utilidades.

Sin embargo, en ocasiones la férula disciplinaria de los acreedores no es suficiente para mejorar la operación.

Como es bien conocido, créditos contratados de manera inadecuada pueden ser en cambio una fuente importante de desajustes. Los bancos de inversión les ofrecen hoy a sus clientes asesoría en programas para mejorar la eficiencia financiera de su operación, diseñan esquemas en los cuales se reducen los costos y amplían plazos de las deudas, mecanismos de conversión de deuda en capital con swaps, e incluso sugieren cambios en las líneas de producción y en la administración, que promuevan el incremento de la rentabilidad de la firma.

Finalmente, otra de las áreas estrella para el trabajo de los banqueros de inversión es la de la compra, venta y fusión de empresas. En la compra el principio es sencillo: adquirir empresas que, mejorando la administración, el tamaño o la estructura flnanciera puedan dar a su nuevo dueño una mayor rentabilidad que la ofrecida en el momento. La creatividad en el diseño de las compras es sorprendente. Se pueden realizar compras apalancadas, en las cuales se adquiere una compañía a crédito, como ocurrió, por ejemplo, con Granahorrar y Diners. En estos casos, el comprador podría no invertir ni un peso en la transacción. Las compras de gerencia, en las cuales los administradores de una firma compran la mayoría de sus acciones. La figura tiene la ventaja de entregar la empresa a personas que conocen en detalle el mercado y que tienen el incentivo adicional que conlleva la posesión de la propiedad.

Alrededor de las ventas y fusiones está de igual forma la labor de la valoración de empresas. Por este tipo de ejercicios debieron pasar todas las empresas del IFI que por estas épocas están a la venta y se deben estar realizando frenéticamente en los bancos candidatos a privatización o a recibir inversión extranjera.

El mercado está abierto, los bancos de inversión están operando con una nueva generación de contratos financieros, liderando sindicatos de prestamistas, financiando la puesta en marcha de proyectos nuevos que, por supuesto, no poseen activos para dar en garantía, y no tendría nada de raro que en poco tiempo se vendieran en el país futuros financieros, opciones y títulos valores respaldados en cartera, instrumentos que se han convertido en pan de cada día en las economías desarrolladas. En un ambiente así en el cual el banquero trabaja más cerca del cliente, buscando comprender y satisfacer mejor sus necesidades, la figura del sedentario administrador de depósitos y préstamos tiene cada vez menos cabida.