Especiales Semana

"SEGUIMOS MUY GOLPEADOS"

ENTREVISTA: FERNANDO URIBE RESTREPO, PRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA

1 de diciembre de 1986

El asesinato del magistrado Gustavo Zuluaga Serna el jueves pasado en Medellín, se sumó a la cadena de lutos de un año negro para la justicia colombiana. En doce meses, desde los cruentos hechos del Palacio de Justicia, esta rama del poder ha visto caer abatidos a sus más altos representantes, ante la impotencia y el dolor del país y de sus instituciones. Por este aniversario y por el víacrucis que sigue padeciendo la justicia, SEMANA entrevistó al presidente de la Corte Suprema, Fernando Uribe Restrepo:
SEMANA: Después de un año de la tragedia del Palacio de Justicia, ¿cuál es la situación de la Corte Suprema?
FERNANDO URIBE RESTREPO: La experiencia de la Corte con el episodio del Palacio de Justicia fue muy traumatica. Allí murieron once de nuestros magistrados como acción directa de la toma, y después uno más como consecuencia de ella, el magistrado Dante Fiorillo, por problemas cardíacos. Y durante este año dos más, el doctor Baquero Borda asesinado, y el doctor Aldana, por un mal cardíaco que se aceleró como producto de los sucesos del Palacio. A eso deben añadirse dos retiros de magistrados que presentaron su renuncia por razones personales. Eso significa que de 24 magistrados, que éramos hace un año, sólo quedamos ocho. Una tercera parte. Es un golpe muy fuerte.
S.: ¿Cómo se explica entonces la supervivencia de la Corte Suprema?
F.U.R.: Por fortuna excelentes colaboradores han ingresado a la Corte durante este período, reintegrando el equipo de los magistrados. Pero si, ha sido milagrosa la supervivencia de la corporación, porque ha logrado trabajar normalmente a pesar de las vicisitudes. Luego de los hechos del Palacio hemos tenido un recargo excepcional de trabajo. No sólo por la suspensión de los términos, sino también por la reconstrucción de los expedientes, aparte de la carga normal de trabajo. Además, hemos tenido que hacer la revisión de todos los decretos extraordinarios dictados con motivo de la tragedia del Palacio y la de Armero.
S.: ¿Sirvió de alguna manera la toma del Palacio de Justicia, con sus arrasadoras consecuencias sobre la Corte, para concientizar al país en relación con los problemas de la justicia?
F.U.R.: Hay una situación que por lo menos en principio permite ser muy optimista, no sólo en relación con la Corte sino en general, con toda la rama jurisdiccional. Para mí es evidente que la tragedia del Palacio de Justicia sirvió para despertar una conciencia, especialmente dentro de los otros poderes, Ejecutivo y Legislativo, acerca de la indefensión y debilidad de la rama jurisdiccional. Y la conciencia de que sin su subsistencia, a pesar de que la rama jurisdiccional es calificada como un órgano pasivo, pues tampoco puede subsistir el estado de derecho ni el régimen democrático.
S.: Además de esta conciencia, que es un buen comienzo, ¿existe algo más concreto?
F.U.R.: Sí. Hay proyectos en el Congreso con muy buen ambiente para dotar a la rama jurisdiccional de rentas propias. Hay, en general, un gran interés por el tema de la justicia ahora. Por ejemplo los gremios privados, a través de la Cámara de Comercio de Bogotá, presentaron al Congreso 23 proyectos, en los que hay iniciativas sin duda muy aprovechables.
S.: ¿Y de parte del gobierno, en forma directa, existe un apoyo concreto a la corporación?
F.U.R.: Estamos recibiendo un apoyo sin salvedades por parte del gobierno. Eso se traduce en su interés por la reforma de la justicia, por colaborar con el Congreso en esa vital reforma. Así mismo, la comunicación con el gobierno es excelente, y no siempre ha sido así. Además, nombraron como ministro de Justicia a un consejero de Estado. Y el Presidente ha hecho declaraciones solemnes y reiteradas acerca de la importancia de fortalecer la justicia.
S.: Después de los sucesos del Palacio, la Corte denunció que estaba completamente abandonada desde el punto de vista económico. ¿Eso ha cambiado durante este año?
F.U.R.: Esta denuncia tenía por objeto poner en evidencia la deficiencia del aparato administrativo. Despues del incendio del Palacio de Justicia tuvimos un éxodo tremendo. Hemos pasado por situaciones realmente inverosímiles. Al principio el gobierno nos asignó como sede la Hemeroteca Nacional, donde se pretendió que toda la Corte se acomodara en la tercera parte del edificio. El Consejo de Estado también estuvo muy incómodo en la Casa de la Moneda. Luego a la Corte le dieron la Casa de Pombo, una casa totalmente antifuncional. Hubo una partida especial para la instalación de la Corte. Se consiguieron cosas buenas y razonables, y otras no tanto, porque yo creo que lo más escandaloso en todo esto es la ineficiencia administrativa del gobierno: en este momento el Fondo Rotatorio, del que dependemos en casi un ciento por ciento, no tiene fondos para terminar el año. Por ejemplo, para el entierro del magistrado Aldana, la Corte no tenia ni con qué pagar un aviso en los periódicos, invitando a sus exequias.
S.: ¿Cómo va la reconstrucción del Palacio?
F.U.R.: Existen planos, que ya hemos aprobado, según los cuales se va a reconstruir el Palacio conservando su solemnidad, pero en forma mucho más funcional. Habia mucho espacio perdido, lo que lo hacia muy incómodo. Pero yo creo que antes de tres años no estará concluida esa obra.
S.: Hemos hablado de la supervivencia de la Corte como corporación, pero no de la de sus miembros. ¿Cómo es la situación personal de sus magistrados? ¿Han logrado superar el impacto del episodio del Palacio? Entendemos que además de las renuncias conocidas y ya aceptadas de dos magistrados hay otras, que están trancadas hasta el momento. ¿Cuál es la situación sicológica de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia?
F. U.R.: Los magistrados sobrevivientes seguimos muy golpeados. No impunemente nos mataron a la mitad de nuestros compañeros. Estamos bajo el recuerdo de esa experiencia. Y eso conduce a la desmotivación, al pesimismo. El caso de los magistrados nuevos es distinto. Viven, desde luego, situaciones de alta tensión, pero no tuvieron el tremendo choque afectivo y sicológico que sufrimos los demás. Pero aun en medio de estas circunstancias, la situacion de la Corte, desde el punto de vista interno, es normal.
S.: En este momento la situación de la Corte es especialmente tensa, porque va a entrarse a discutir la constitucionalidad del Tratado de Extradición. ¿Cómo es este proceso?
F.U.R.: El papel de la Corte Suprema es pasivo frente al Tratado de Extradición. Se limita a aplicar la ley vigente. Los tratados internacionales son de iniciativa de gobierno, y son aprobados por el Congreso. La Corte sólo los aplica. No se pronuncia sobre su conveniencia, ni tampoco la discute. Además, existe una jurisprudencia que data de 1914, que dice que la Corte no es competente para pronunciarse sobre la constitucionalidad de los tratados. Si el gobierno los negocia, y el Congreso los aprueba, la Corte no puede desconocer ese compromiso. Pero hay otra tesis jurídica que dice que a la Corte le corresponde el control de constitucionalidad de todo tipo de leyes, incluso de los tratados internacionales. En la discusión que va a haber en la Corte sobre este punto, seguramente no habrá una decisión unánime.
S.: ¿Cuándo se tomará la decisión?
F.U.R.: No sé. Eso lo tramita la Sala Constitucional.
S.: ¿Qué piensa, finalmente, el presidente de la Corte, de los resultados de la investigación realizada sobre los hechos del Palacio de Justicia? ¿Se siente satisfecho con las conclusiones? F.U.R.: Todo está muy claro en la investigación del Tribunal Especial de Indagación. Ella incluye una serie de puntos que el Tribunal considera que deben investigarse más a fondo. Ahora, la realidad es que los hechos fueron tremendamente confusos. La materia investigable, y eso de buscar responsabilidades en personas concretas, es objetivamente muy difícil. De manera que lo que hizo el Tribunal fue oportuno y era prácticamente lo que se podía hacer.
S.: ¿Cuáles son esos puntos que deben ser investigados más a fondo?
F.U.R.: Por ejemplo, el de porque el Palacio no tenía vigilancia ese día. El Tribunal Especial dice que es injusto atribuirle al entonces presidente de la Corte esa decisión. Y que en eso el ministro de Defensa estaba mal informado. Otro punto es el origen de las armas. También el manejo torpe del cuerpo del delito, antes de que empezara la investigación judicial: los cadáveres, las armas... Otro punto es la suerte de dos guerrilleras. Y el origen de los incendios, porque parece que no fue uno solo, sino varios distintos.
S.: ¿Qué opina sobre las denuncias contra el presidente Belisario Betancur?
F.U.R.: Me atrevo a dar una opinión personal, de tipo jurídico. Las razones que alegó la Comisión de Acusaciones de la Cámara para descartar las acusaciones del procurador, sobre todo en relación con el derecho de gentes, no fueron razones convincentes desde el punto de vista jurídico. Si la Constitución consagra el derecho de gentes como una protección mínima para extranjeros invasores, ¿cómo no se va a aceptar para unos colombianos inocentes? Esta es una discrepancia de tipo jurídico. Yo sobre eso no puedo avanzar más porque lo que sigue es un juicio de tipo político que compete al Congreso, aparte de que también puede haber una responsabilidad penal, que en último término juzgaria la Corte Suprema, después de que el Congreso de la República resuelva que hay lugar.
S.: ¿Qué aspira a decir el presidente de la Corte en la entrevista que se le haga dentro de un año, en el segundo aniversario de los hechos del Palacio de Justicia?
F.U.R.: Hemos superado parcialmente una etapa muy difícil. Mi aspiración para entonces es la de poder afirmar que la hemos superado del todo. Y que todas estas expectativas sobre la modernización y el mejoramiento de la rama jurisdiccional se hayan hecho realidad.