Especiales Semana

SOLDADO AVISADO...

La guerra podría provocar un aumento de la inflacion y una desaceleración adicional de la economía colombiana.

18 de febrero de 1991

A un si el conflicto del Golfo Pérsico derivara en una guerra nuclear, la vida de los colombianos no correría prácticamente ningún riesgo, de acuerdo con los expertos.
Las probabilidades de que la radiación descargada en la atmósfera llegara al territorio nacional serían mínimas. Y si lo hiciera, sería en cantidades tan pequeñas, que no deberían afectar la vida humana.
Al fin y al cabo, la confrontación se realiza a más de 12.000 kilómetros de las costas colombianas.
El país, sin embargo, no está exento de sufrir Las consecuencias de la guerra. En un mundo cada vez más interdependiente en materias económicas, y estando de por medio un producto absolutamente indispensable para todos los países como el petróleo, nadie puede escapar al impacto de un conflicto con las dimensiones del que se presenta en el Golfo Pérsico.
De subir las cotizaciones del petróleo, como todo el mundo espera, a pesar de las equívocas señales lanzadas por el mercado en los primeros días de la guerra, Colombia debería salir beneficiado con un fuerte incremento de sus ingresos extremos. Paradójicamente, sin embargo, tal situación podría complicar considerablemente el manejo de la poIítica económica, particularmente en materia de inflación.
Un aumento en los precios del petróleo como el que se produjo en el primer día de la confrontación entre Irak y los países aliados -de 20 a 40 dólares por barril provo carga, según cálculos realizados por el Departamento Nacional de Planeación, un incremento de tres puntos en la tasa de inflación, haciendo casi imposible el logro de la meta del 22 por ciento que se ha fijado el Gobierno para 1991.
Alternativamente, y dadas las políticas restrictivas de la demanda que se vienen aplicando en el país, el alza de los combustibles podría agudizar el desaceleramiento de la economía que, aún antes del conflicto, estaba previsto para 1991. De duplicarse los precios de los derivados del petróleo, según los mismos cálculos de Planeación, la tasa de crecimiento de la economsa en el presente año -estimada inicialmente en tres por ciento podría acercarse peligrosamente a cero.
Todo lo anterior, suponiendo que el impacto provocado por el conflicto del Golfo Pérsico se manifiesta exclusivamente a través de un aumento en los costos de los productos que usan como insumo algún derivado del petróleo. Esto es, sin tener en cuenta las presiones inflacionarias que puede provocar, via demanda, el aumento de las reservas internacionales.
Un estudio reciente de la Cepal estimaba en 70 millones de dólares el ingreso adicional que recibirsa el país en un año por cada dólar que subiera la cotización del petróleo en el mercado internacional -lo que quiere decir que con un alza hipotética de 20 dó1ares, el pais recibiría cerca de 1.400 millones de dólares más-. Claro está que dicho cálculo se referia solamente a los ingresos brutos por ventas de crudo al exterior y no tensa en cuenta que Colombia, además de ser un importador de gasolina, comparte su producción con varias compañías multinacionales, autorizadas a girar al exterior una parte importante de sus ingresos en dólares.
Aún así, el aumento de los ingresos sersa de magnitud importante. De acuerdo con los estimativos de Planeación Nacional y del Gobierno, los ingresos brutos que recibiría el país por cada dólar de incremento en el precio del petróleo serían del orden de los 67 millones de dólares. De ellos, 25 millones habría que destinarlos a la compra de gasolina y cerca de 17 serían girados por las compañías multinacionales a sus países de origen. Lo que quiere decir que, en total, los ingresos netos adicionales por dólar de incremento en la cotización del petróleo llegarían, en el mejor de los casos, a unos 25 millones de dólares anuales.
El aumento en los ingresos petroleros le permitiria al Gobierno, vía transferencias de Ecopetrol, solucionar sus problemas fiscales y presentar unas cuentas públicas equilibradas. Pero podría crearle serios problemas monetarios. Por su efecto expansionista sobre los medios de pago. De allí que las autoridades estén pensando en la posibilidad de guardar para contingencias futuras los ingresos adicionales que se reciban como consecuencia del conflicto del Golfo Pérsico, en un fondo de caracteristicas similares a las del Fondo Nacional del Café. Se piensa, incluso, que dicha plata se puede quedar por fuera del pass, en una cuenta del Gobierno Nacional. O congelaría, simplemente, una vez que llegue a Colombia. En tal caso se lograría neutralizar, al menos temporalmente, las presiones inflacionarias provenientes del mejoramiento en la balanza de pagos.
Lo que si resultaría muy difícil de evitar es el aumento de los costos de producción asociados con el encarecimiento del petróleo y de todos sus derivados. Como se muestra en el cuadro adjunto, todos los sectores de la economía se ven afectados por un aumento en los precios de los productos obtenidos de la refinación del crudo. El cuadro fue preparado por Planeación Nacional y permite calcular el impacto del aumento en el precio de los derivados del petróleo sobre el nivel general de precios de la economía. De acuerdo con sus resultados, los sectores más afectados son los servicios públicos, los minerales no metálicos, los químicos y el caucho. En total, con un aumento del 10 por ciento en el precio de los derivados, el Indice de Precios al Consumidor se incrementa en un 0. 3 por ciento. Lo que quiere decir que si se duplican los precios de los derivados, el IPC se dispara automáticamente en tres puntos.
El cuadro está basado en las llamadas razones técnicas de cada uno de los bienes producidos en cada sector y no considera el hecho de que los aumentos en los insumos importados puedan ser superiores al promedio de aumento en el precio de los derivados utilizado para hacer el cálculo. Los hechos demuestran, sin embargo, que los precios de algunos bienes traídos del exterior se pueden disparar en proporciones muy superiores. Es el caso de la urea, que pasó de 80 mil pesos por tonelada en julio de 1990 a 16260 mil pesos la semana pasada (ver recuadro).
El cuadro no considera tampoco algunos efectos indirectos del alza en los combustibles, como el aumento en los costos del transporte y su impacto sobre los precios de los productos básicos de la canasta familiar. Lo que quiere decir que el impacto final puede ser ligeramente superior al estimado y que la guerra tenga un efecto inflacionario fuerte.
La otra alternativa es que, dada la situación actual de la economía colombiana y el afán del Gobierno por evitar un mayor crecimiento de los precios, aun a costa de restringir al máximo la demanda, los aumentos en los costos obliguen más bien a disminuir los niveles de producción, acentuando el carácter recesivo de la política oficial. En tales condiciones, de acuerdo con los cálculos de Planeación Nacional, un aumento del 10 por ciento en el precio de los productos de la refinación del petróleo podría producir una contracción del 0.216 por ciento en la actividad económica en general.
Colombia, pues, no es ajena a los costos de la guerra. Y aunque hay muchos observadores que consideran que no hay la menor posibilidad de que los precios del petróleo se lleguen a duplicar y que es probable incluso que al final de la guerra se sitúen por debajo de su nivel previo, dada la sobreproducción mundial y las grandes reservas estratégicas que manejan las potencias, la sola incertidumbre aconseja que el país se encuentre preparado. En pocas ocasiones como en esta se vuelve tan literal aquello de que