Especiales Semana

Territorio Argos

Esta es la historia de cómo una empresa colombiana se convirtió en el coloso del cemento y del concreto en el Caribe, Centro y Suramérica.

24 de abril de 2010

Cementos Argos entró al siglo XXI con pie derecho. A pesar de que los vientos de la recesión de finales de los 90 todavía soplaban con fuerza, se abrieron oportunidades que esa empresa supo aprovechar muy bien. El excesivo endeudamiento que tenían muchas de las grandes cementeras internacionales provocó que algunas tuvieran que salir de varios de sus activos. Es así como en 2000 la multinacional Holcim, la segunda cementera del mundo, le vendió una participación de sus plantas en Panamá, República Dominicana y Haití.

Este episodio fue clave en los planes de expansión durante los siguientes años. El Caribe comenzó a delinearse como la zona geográfica estratégica de crecimiento. Si bien desde los años 50 Argos empezó a exportar sus excedentes a Venezuela, Estados Unidos y el Caribe, fue en la primera década del presente siglo cuando se definió que la Cuenca del Caribe sería el territorio de Argos.

El conocimiento del Caribe y el hecho de tener tres plantas en la zona (Tolú, Cartagena y Barranquilla) llevó a Argos a dar otro importante salto: en 2005 adquirió las cementeras Southern Star y Concrete Express en el sur de Estados Unidos. Simultáneamente adquirió facilidades portuarias en Houston y Carolina del Norte y una mina de agregado para integrar verticalmente sus operaciones. Y para garantizar la movilización de su carga por todo el Caribe, Argos compró algunos barcos y alquiló otros para ser operados por una compañía holandesa experta en buques.

Como las oportunidades siguieron llegando, Argos las capitalizó a su favor. La nacionalización de la industria cementera en Venezuela y la restricción a las exportaciones afectaron a sus grandes competidores en la región. Lafarge suspendió operaciones de la planta de cemento en Honduras y Cemex cerró cinco de sus ocho plantas de concreto en Costa Rica. En esta difícil coyuntura para el sector cementero, Argos sacó partido y el año pasado adquirió las participaciones de Holcim en Panamá, República Dominicana, Haití, Caricement (St. Thomas, St. Martín, Antigua y Dominica) y adquirió otras tres facilidades portuarias. A comienzos de 2010 selló una alianza con Vensur, de propiedad de Kersten, el principal grupo en Surinam. Este acuerdo le dio acceso a un puerto, silos, molienda y empaque, así como un canal de venta de clinker en el país suramericano.

Para consolidarse como el líder de la región, duplicó su capacidad productiva en Panamá y aumentó la producción en la costa atlántica, en la planta de Cartagena y en la de almacenamiento de Tolú.

Como dice José Alberto Vélez, presidente de la cementera, hoy Argos tiene una incomparable ventaja para aprovechar el dinamismo que se está presentando en esta región. El territorio de Argos está claro: sur de Estados Unidos, México, Centromérica, el norte de Suramérica y las islas del Caribe.

Para llegar a esta transformación, Argos también movió todas sus fichas locales. En 2005 fusionó las empresas Caribe, Río Claro, Paz del Río, Colclinker, Del Valle, Tolcemento, El Cairo y Nare. Así se conformó un súper grupo cementero con varias plantas distribuidas por todo el territorio nacional. Las ventajas fueron evidentes.

Y como la idea era reenfocarse en su negocio estratégico, es decir el cemento, en la última década Argos decidió salir de algunos activos, como el carbón de exportación, y quedarse con las minas necesarias para la producción de cemento. En 2004 vendió la mina de La Jagua en Cesar al Grupo Glencore, y el año pasado a la multinacional brasileña Vale do Rio le vendió activos mineros. A principios de 2008, Argos también salió de Meriléctrica.

Paralelamente con estas jugadas, se consolidó el holding Inversiones Argos, dueño del 63 por ciento de Cementos Argos. Y allí entró en escena un nuevo foco de negocios para el grupo: el energético, a través de su participación del 47 por ciento en la Compañía Colombiana de Inversiones (Colinversiones) y del 15 por ciento en la Empresa de Energía del Pacífico (Epsa).

Pero si los últimos años han sido movidos, el futuro se ve intenso en oportunidades. En el camino hay grandes proyectos de infraestructura internacional y nacional que Argos no piensa desaprovechar.