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Tirando línea

Siendo muy joven, y por esos azares de la política colombiana, Alejandro Reyes estuvo como gobernador encargado del Putumayo.

29 de agosto de 2011

Siendo muy joven, y por esos azares de la política colombiana, Alejandro Reyes estuvo como gobernador encargado del Putumayo. Corrían los años setenta y este abogado de la Universidad Javeriana llegó convencido de que se dedicaría a la sociología y a un tema que lo obsesionaba: el mundo agrario. Eran los tiempos de la Anuc, de la reforma agraria del Incora y de las tomas de tierras que mostraban la encarnizada lucha de campesinos y terratenientes. Como investigador del Cinep hizo denuncias inolvidables, como la cruel persecución que sufrían los indígenas guahíbos en la Amazonia. Y desde el Iepri de la Universidad Nacional fue un pionero en las investigaciones que mostraban el vínculo entre la violencia y la concentración de la tierra. En concreto, realizó la primera documentación exhaustiva sobre cómo el narcotráfico y los paramilitares se apropiaron de las tierras más productivas del país. Luego vinieron las amenazas de Carlos Castaño y el exilio temporal. Y a su regreso retomó con nuevos bríos el tema que lo apasiona.

Sus trabajos han sido proféticos. En su libro más reciente, Guerreros y campesinos, dejó plasmada una ruta posible para enfrentar el problema de la tierra y la violencia. Y tuvo la oportunidad que pocos intelectuales han tenido: llevarla a la práctica.

Fue el cerebro del capítulo de tierras de la Ley de Víctimas y el asesor del Ministerio de Agricultura con más influencia en las políticas de restitución y titulación de tierras que pueden significar un salto histórico en democracia y desarrollo para el país.