Especiales Semana

TOdO Leonardo

Leonardo da Vinci. Obra pictórica completa y obra gráfica Frank Zollner y Johannes Nathan Taschen 696 páginas

Diego Garzón
18 de abril de 2004

Este libro es ante todo para hojear una y otra vez. Dice agrupar toda la obra pictórica y gráfica de Leonardo daVinci que incluye 663 dibujos en gran formato, lo que la convierte en la recopilación de material gráfico del artista italiano más extensa que se haya realizado. Los autores Frank Zollner, doctorado en teoría del arte y profesor de la Universidad de Leipzig, y Johannes Nathan, profesor de historia del arte de la Universidad de Nueva York, hacen en una primera parte un recorrido por los principales momentos artísticos de Leonardo para después, a manera de catálogo, presentar la obra gráfica.

De esa primera parte, que sirve como introducción y que llega a la página 189, el libro divide la vida de Leonardo en períodos específicos: éxito profesional en Florencia (1480-1482), nuevos comienzos en Milán (1483-1848), como artista en la corte de Milán (1485-1494), el artista y la ciencia, de La última cena a la caída de Ludovico Sforza, su regreso a Florencia (1500-1503), Leonardo en Florencia (1504-1506), entre Florencia y Milán (1506-1510), y sus últimos años (muere en 1512). Antes de la presentación pictórica se aclara que hay obras de atribución discutible y también se advierte la inclusión de algunos dibujos de la autoría de Andrea del Verrochio, en los que se da por hecho la colaboración de Leonardo. También hay cita a cartas, contratos, poemas y primeras descripciones de sus cuadros.

Zollner dice que los primeros dibujos atribuidos a Leonardo son de 1470 y sus primeros temas tenían que ver con la naturaleza. Pero es allí, viendo esa evolución en las temáticas, en el trazo, en los colores, donde el libro alcanza su verdadera y vasta dimensión. Es la oportunidad de acercarse a una obra muy dispersa y difícil de agrupar. Ni siquiera vale la pena detenerse a leer sobre los dos Leonardos de los que habla el autor y que son la imagen que hoy tenemos de él: el anciano (el sabio) o el joven (aún más sabio que el anciano). Lo mejor es hojear, devolverse, hojear, deleitarse. Un libro que jamás pasará inadvertido, no sólo por su descomunal tamaño (ni piense en poder mirarlo recostado en su cama) sino también por su sobresaliente contenido. Antes de comprarlo es necesario pensar en un estante especial que lo pueda albergar o en una mesa que no sucumba ante su peso.