Especiales Semana

TODO TERRENO

Gracias a las fusiones y a las alianzas estratégicas, en plena apertura Icollantas ha probado ser una empresa para todos los climas.

22 de mayo de 1995

COMO EN LA VARIEdad está el placer, el propósito de Icollantas ha sido precisamente ese: darle a sus clientes tantas opciones para elegir que estos no tengan necesidad de comprarle a nadie más.
A la luz de los resultados, no puede negarse que la estrategia de tener marcas como arroz le ha proporcionado una buena tajada del mercado: el 55 por ciento del consumo nacional está en manos de Icollantas y los vehículos de dos, de las tres ensambladoras que hay en el país, ruedan con sus llantas.
Pero tener tantos nombres a su haber no es el logro de un ingenioso creativo sino de uniones claves: Por una parte, la fusión con la Productora Nacional de Llantas, efectuada a principios del presente año, le permitió continuar con un nombre que ya era reconocido a nivel nacional como es el de Uniroyal. Adicionalmente, la industria efectuó una alianza estratégica con la firma francesa Michelin para transferencia de tecnología, que incluye la comercialización de sus productos en Colombia.
Esa representación le implica también poder saborear el reducido mercado de las llantas de alto desempeño.
Para Icollantas la estrategia del camaleón es una de las maneras más efectivas para enfrentar la apertura. Hoy se pueden conseguir en el país todo tipo de llantas, desde las de larga trayectoria mundial, como Pirelli y Firestone, hasta las más pintorescas y desconocidas, provenientes de todos los rincones del Asia. La mejor manera de competir, entonces, es ofrecer en un solo lugar diferentes marcas de acuerdo con el gusto o las necesidades del cliente.
Si bien las marcas continúan iguales tras la fusión, en el interior de la empresa se está adelantando un proceso de transformación. Uno de los propósitos de la unión de las dos industrias es el de lograr un mejor aprovechamiento de los recursos y mejorar la calidad. Para ello, cada una de las plantas se especializará en una línea determinada. Así la ubicada en Bogotá (antigua Icollantas) se dedicará de lleno a la fabricación de productos para vehículos pesados. Mientras que en Cali, (sede de Prollantas) se trabajarán las llantas para carros pequeños, camperos y camionetas.
La política de los matrimonios de Icollantas no sólo cobija a sus compañías colegas, para convertirlas de competencia en aliadas, sino a la rama de la industria que interviene en la cadena del mercado de las llantas. Con proveedores como Enka y Cabot, se han desarrollado convenios tendientes a mejorar la calidad de los insumos, mientras que con los distribuidores se han desarrollado programas de capacitación y apoyo financiero, tendientes a fortalecer las relaciones de lealtad.
La fusión y el programa de optimización de recursos tienen un costo de 50 millones de dólares, que serán invertidos en tres años. Los recursos para la financiación de este proyecto serán obtenidos mediante la capitalización de la compañía, al colocarse paquetes de sus acciones tanto en bolsas nacionales e internacionales, como en países de Norteamérica y Europa.
La apertura económica no sólo ha significado retos para los llanteros. También han disfrutado de la mejor tajada de la nueva política económica: el aumento de la demanda. Desde que se inició este proceso el mercado ha crecido en un 20 por ciento. Sin embargo, aún no se ha sentido el gran incremento que tendrá lugar cuando el medio millón de carros, que ha entrado al parque automotor, requiera cambio de llantas.
No satisfecha con el mercado nacional, Icollantas se prepara para entrar a pelear una buena porción del mercado en Ecuador y Perú. En este último, las perspectivas son amplias, puesto que el número de carros en ese país ha crecido a un ritmo similar al colombiano. En la agenda de expansión también se encuentra Venezuela, pero no en el futuro inmediato.
La expansión de la empresa en los territorios vecinos no será un camino de pétalos de rosa. Sobre estas dos naciones están volcadas industrias como las filiales venezolanas de Pirelli y de Firestone y Goodyear de Colombia.
Claro que no es necesario trasladarse a Ecuador para acudir a la guerra de las llantas, en el campo nacional puede apreciarse. Las dos compañías, Icollantas y Goodyear, están dispuestas a ganarse a los compradores en el mercado local a punta de precios bajos. Es por ello que en los últimos años, el aumento en la cotización de estos productos ha estado por los niveles de la inflación.
Esta práctica se ha venido efectuando sin importar las variaciones de los precios de los insumos. El año pasado, el precio del caucho natural se dobló de valor, por causa del crecimiento económico de China y la reactivación del sector automotor en Estados Unidos. Aunque es poco probable que vuelva a sus antiguas cotizaciones, su tendencia varió y ahora permanece estable.
Pero más allá del incremento en los insumos, la sombra para el sector en el panorama nacional es el contrabando. Con la despenalización del delito y el desmonte de la Dirección de Aduanas, esta práctica se ha generalizado hasta el punto que los sanandresitos se han convertido en lugares donde proliferan la venta de llantas y otros accesorios para automotores.-