Especiales Semana

TODOS EN TODO

Las diferentes crisis tienen más comunes denominadores de las que parece a primera vista.

11 de octubre de 1982

Podría llamarse "Septiembre negro". En menos de quince días, dos de las grandes personalidades del mundo financiero colombiano, Félix Correa Maya y Jaime Mosquera, han sido recluidos en las instalaciones del DAS, detenidos preventivamente, acusados de diversos delitos. Las circunstancias, aparentemente, no podían ser más diversas. El primero, es el exponente de más éxito de la nueva clase emergente. El segundo, representante de la más rancia estirpe payanesa. Los grupos económicos que representaban no tenían nada en común. Uno había nacido de la audacia de un comerciante de Caucasia. El otro era un descendiente de una poderosa organización internacional. Judicialmente los casos tienen muy poca afinidad. Sin embargo, estas circunstancias aparentemente distantes tienen más elementos en común de los que la opinión pública pudiera imaginarse. Tanto a nivel de entidades como de personas hay, a lo largo del proceso, múltiples hilos que se fueron urdiendo gradualmente en una compleja telaraña que acabó, a la postre, enredando a sus autores.
Las dos grandes fuentes de la crisis son: el Unibank de Panamá y la ya famosa Financiera Furatena.

AVENTURERO DE LAS FINANZAS
Unibank, el banco panameño controlado por el inmigrante cubano Guillermo Hernández Cartaya, se vincula al Banco del Estado, vieja institución payanesa, a través de la compra del 20% de sus acciones, para utilizarlo como punta de lanza en la conquista de la comunidad financiera colombiana. Destacados miembros de la aristocracia económica, social y política del país, se ponen al servicio de este aventurero de las finanzas internacionales.
El hombre clave en este proceso de penetración habría de ser Jaime Mosquera Castro. Protegido de Hernández Cartaya y expresidente de Unibank, entidad que se quiebra en sus manos, regresa a Colombia en 1976, inhabilitado temporalmente para ejercer y ocupar cargos bancarios. Hábilmente y en asocio de su coterráneo, Carlos Zambrano Ulloa, quien actúa como su representante, se hace al control del Banco del Estado.
Luego, en compañía del mismo, adquiere el Banco Panamericano, en septiembre de 1977, al industrial caleño Francisco Barbey Zamorano. Por esta época integra su equipo de trabajo con Eduardo Uribe Uribe, como vicepresidente ejecutivo; Uldarico Robles, vicepresidente financiero y Eduardo Zambrano, vicepresidente operativo. Uribe y Robles, ambos costeños, tenían trayectoría de respetabilidad en el mundo de las finanzas. Los dos habían trabajado en el Banco de Occidente al lado de Luis Carlos Sarmiento Angulo y su habilidad era reconocida. Zambrano era un viejo compañero de Popayán. el equipo no duraría unido mucho tiempo.
A finales de 1979, se presenta una grave discrepancia interna, en el Banco del Estado, entre Eduardo Uribe y Mosquera, alrededor de la compra del Banco de América Latina. Uribe, respaldado por los inversionistas Boris Spiwak, Moisés Tuati, Isaac Fargi y otros, no está de acuerdo con esa operación. Esta, cuyo costo ascendía a 380 millones de pesos, era considerada por el barranquillero como demasiado riesgosa pues, segun él, la infraestructura del banco era muy débil para vincularse a un entidad que tenía más del 30% de su cartera en dudoso recaudo. Mosquera, por su parte, alegaba que todo eran maniobras de Uribe para adueñarse él mismo del banco. A pesar de todo, Mosquera adquiere el Banco de América Latina a través de Silvio Villegas, Humberto Amaya y Carlos Augusto Toro, para ofrecérselo en venta a Ezequiel Pinski y otros inversionistas. Pinski llama a Uribe para confirmar la venta del banco que le ha sido ofrecido de manera formal por Silvio Villegas. Uribe, entonces encargado de la presidencia del Banco del Estado por ausencia de Mosquera, niega la versión. Todo esto conduce al rompimiento que trae como consecuencia la salida, en febrero de 1980, de éste y de dos de sus amigos: Uldarico Robles y Octavio Becerra. Este último es un banquero caleño, presidente de las filiales del banco. Desde ese instante se integra una "troika" que está en el origen mismo de todos los acontecimientos que configuraron la crisis financiera de 1982. La pelea a muerte entre la"troika"encabezada por Uribe y el grupo de Mosquera, integrado por Eduardo y Carlos Zambrano, su cuñado Leo Stesemberg y Rafael Vergara, es responsable, no en poca parte, de los acontecimientos recientes.

APARECE CORREA
A mediados de junio del año 1981, Eduardo Uribe Uribe conoce al hombre que habría de cambiar su vida: Félix Correa Maya. Correa había afrontado anteriormente pugnas internas dentro de su organización, similares alas de Mosquera y Uribe. Ansioso de superar la etapa Furatena de su carrera y de pasar a las grandes ligas, había adquirido, años atrás, el Grupo Colombia, propiedad de Ignacio Umaña de Brigard. La transacción que tiene un costo de 600 millones de pesos, la hace en asocio de Octavio Martínez y de su sobrino Darío Correa. Un hecho curioso es el de que los nuevos dueños no tomaron efectivamente el control administrativo de la entidad sino 18 meses después de efectuada la operación, habiendo dejado como presidente del grupo a su antiguo propietario, Umaña de Brigard.
Al desvincularse Umaña definitivamente, los socios se dividen la administración. Octavio Martínez que queda con el Banco Nacional y Félix Correa con las 16 empresas restantes del Grupo. Se inicia entonces una etapa de crecimiento vertiginoso e irresponsables operaciones que llevarán al enfrentamiento entre los dos socios, al ser acusado el presidente del banco, Ricardo Tribín Acosta, de efectuar operaciones parcializadas a favor de Octavio Martínez y en perjuicio de Félix Correa. La más controvertida de éstas habría de ser la gigantesca y ruinosa importación de hierro por parte del grupo Martínez. El conflicto se solucionó mediante la compra que hizo Félix Correa a un precio muy alto, de las acciones de Martínez. En ese momento, este último crea el Grupo Financiero Santa Fe. Para allí se lleva a Silvio Villegas, a Vizente Noguera y a Ricardo Tribín, quien había desempeñado la presidencia del Banco Nacional.
La intervención, la semana pasada, de este grupo, por parte de la Superintendencia Bancaria parece indicar que los criterios éticos y administrativos que fueron aplicados en el Banco Nacional, continuaron utilizándose en sus nuevas actividades.

PLATA PARA EL CANJE
A estas alturas, Félix Correa se enfrentaba al problema de que su banco estaba prácticamente quebrado. Con un desencaje de cerca de mil millones de pesos, era necesaria una cifra parecida para rescatarlo. En ese momento es cuando entran en contacto con él, Jaime Mosquera y Eduardo Uribe. Mosquera le ofrece prestarle el dinero a cambio de la pignoración del cien por ciento de las acciones del Banco y la designación del contralor. Uribe hace una oferta diferente: está dispuesto a financiar los problemas del Banco, a cambio del total control administrativo del mismo. Igualmente habría exigido una opción de compra sobre el 50% de las acciones, que se vencería el 30 de junio del 82. Estas conversaciones entre Uribe y Correa son neutralizadas por Jorge González, presidente del Grupo Colombia, de la Junta Directiva del Banco Nacional y amigo allegado de Mosquera. Es entonces cuando Uribe le sugiere a su amigo Uldarico Robles que lleve adelante las operaciones y éste, en efecto, le ofrece a Correa los dineros requeridos a través de Mercantil Hipotecaria. Correa prefiere esta propuesta y, después de recibir un crédito, para él personalmente, para el Grupo Colombia y para el Banco Nacional, por cerca de 800 millones de pesos, entrega el comando del banco a la "troika" y a dos nuevos integrantes: José Muñoz Turbay y Saúl Serna, exfuncionario del Banco del Estado.
Estos tres habían adquirido, previamente, el control de dos entidades financieras: Inversiones del Estado, compañía que se había desvinculado del bánco del mismo nombre desde 1975 y que fue adquirida por Uribe, en asocio de Jorge Mora, Moisés Tuati y Eudoro Carvajal; el Mercantil Hipotecaria cuyo control había sido logrado por Octavio Becerra y Uldarico Robles. A través de estas dos entidades se canaliza el préstamo de Félix Correa y su grupo, pero se rumora que en esta operación tuvieron el respaldo del inversionista Jorge Castro. (ver recuadro).

DEMASIADO TARDE
Bajo la nueva administración ascienden, vertiginosamente, los depósitos del Banco Nacional. Entre febrero y mayo llegan a doblarse. A estas alturas, sin embargo, las realidades económicas del Grupo Colombia y sus filiales se habían convertido en un cáncer difícilmente extirpable. Este se extendía silenciosa y gradualmente y, dada la interrelación entre todas las compañías del grupo, ninguna entidad individual podía alterar la situación.
La intervención de Financiera Furatena en junio, tuvo un efecto de bola de nieve y en pocos días los retiros masivos de depósitos en el Banco Nacional lo colocaron al borde de la quiebra. Acudieron, entonces, los directivos al Banco de la República, logrando obtener un crédito extraordinario por 2 mil millones de pesos. Como fue revelado por la Unidad Investigativa de "El Tiempo", los directivos del banco en lugar de destinar estos recursos a cubrir los retiros de depósitos, procedieron a "cobrarse por la derecha" las deudas que, directa o indirectamente, tenían con el Grupo Colombia y Félix Correa: 1.300 millones de pesos (supuestamente los 800 millones prestados más los intereses).
Este proceder es el que los ha hecho merecedores, por parte del juez de Instrucción Criminal No. 79, de la orden de captura.
Al final de la semana, Félix Correa y Jaime Mosquera se hallaban en detención preventiva. Uribe se entregó voluntariamente a las autoridades el viernes por la tarde. Robles y Becerra evadían la acción de la justicia supuestamente en el exterior. Mientras tanto, la opinión pública se preguntaba si la crisis financiera al fin había tocado fondo.

JORGE CASTRO EL ESLABON PERDIDO
Si hubiese que buscar la pieza desaparecida en muchos de los rompecabezas financieros que se arman en estos días, podría descubrirse que corresponde a un enigmático hombre cercano a los cuarenta años, de tez morena, nariz aguileña y mentón pronunciado, con el nombre de Jorge Castro. No deja de sorprender la frecuencia con que su nombre se menciona en gran parte de los grandes negocios del país, particularmente en el agitado trimestre desde la intervención del Banco Nacional.
Castro está en todo y al mismo tiempo no está en ninguna parte. Pero el hecho es que cada vez que se habla de la compra o venta de algo importante en el país, ahi suena.
En estas últimas semanas ha sido vinculado a transacciones supuestas o reales en las siguientes entidades: el Grupo Colombia, incluyendo el Banco Nacional y Fabricato. También en el Grupo del Estado, incluyendo el Banco del Estado, el Banco Comercial Antioqueño, la Corporación Financiera del Estado y Afinsa. También figuró su nombre en las compras del Banco de Caldas y Seguros Atlas.
No obstante este impresionante récord, Jorge Castro es un hombre prácticamente desconocido por la opinión pública en general y aun entre importantes sectores del mundo economíco.
¿Cómo lo hace? ¿Quién es este Howard Hughes colombiano que mueve tantas fichas en nuestro convulsionado ajedrez financiero? Hijo de Gildardo Castro, otrora corredor de bolsa y pionero del mercado extrabancario en Colombia, se inicia, al igual que su padre, como corredor en la Bolsa de Bogotá donde dura poco tiempo. Continúa al frente de los demás negocios familiares, manteniéndose casi de incógnito hasta este momento. Sus actividades son diversas y cubren una amplia gama como la ganadería, la agricultura, la industria y las finanzas. Astuto, es el único acreedor que sale indemne de las quiebra de Aerocóndor. Gracias a sus cuantiosos recursos, logra hacerse al control del Instituto Bioquímico y de otros laboratorios, cuando la situación de estos ya era insostenible. Negociador rudo y temperamental, impone a sus palabras y a su estilo, en los momentos finales de una transacción, la fuerza que irradia su cuerpo (fue mister América en los años 50). Su binomio operativo está compuesto por su "Holding" panameña, que lleva el sugestivo nombre de "Coloca Internacional", a través de la cual canaliza la mayoría de sus operaciones externas, y por Mercantil Hipotecaria desde donde despliega las acciones locales.
Sus datos personales no hacen sino aumentar el misterio. No tiene oficina, ni secretaria. Atiende sus asuntos desde el céntrico y exclusivo Gun Club donde se le consigue regularmente y donde se le dejan sus mensajes. Vive en una bellísima hacienda sabanera, adyacente a Hato Grande, donde da rienda suelta a sus hobbies que son los de un señor inglés: la cacería los perros, los automóviles tiene más de 30) y los caballos. Estos últimos constituyen su verdadera pasión e incluyen algunos de los mejores caballos de paso del país, como Rafles, campeón de los últimos años. Es un anglosajón en todas sus facetas. Sus amigos le llaman George. Su temperamento es lacónico. Es un hombre de pocas palabras y mirada penetrante. Su atuendo es "Saville Row". vestidos de fiannel gris, blazer azul, zapatos de gamuza, medias de rombos, corbata de rayas y, en las ocasiones de rigor, el sombrero. Si tocara definir concretamente la clave de su éxito seguramente sería su fe en la liquidez. Castro conoce mejor que nadie el poder de una chequera debidamente respaldada y nadie que lo conozca duda de que la suya, en efecto, lo está. Pocas chequeras han jugado un papel más determinante en esta crisis financiera.

HABLA EL ABOGADO DE CORREA
El abogado Lisandro Martinez Zúñiga, defensor de Félix Correa, concedió a SEMANA el siguiente reportaje.
SEMANA: ¿Cómo va el proceso de Félix Correa?
LIZANDRO MARTINEZ ZUÑIGA: "Creo que no hay condiciones para un juzgamiento imparcial en el caso de don Félix Correa. Las decisiones judiciales son actos de conocimiento más que de voluntad. En esas condiciones lo ideal sería que tal conocimiento se basara únicamente en las probanzas procesales. Desafortunadamente existen ochenta mil personas que se sienten defraudadas, que quieren sangre, así sea de los inocentes. Ese clamor de venganza puede influir conciente o inconcientemente a los juzgadores".
S .: ¿Su argumento entonces no es que estos señores sean inocentes si no que ahora no deben ser juzgados?
L. M. Z.: "No exactamente. De lo que he leído en el proceso encuentro que mi representado Félix Correa no tiene ninguna vinculación de conducta delictiva en lo que se investiga. Es más, de lo que se le preguntó en la indagatoria surge que él también fue perjudicado en los últimos días del Banco Nacional, pues se causaron sobregiros en cuentas de sociedades indirectamente vinculadas a él, sin autorización de los representantes legales, asi fuese para pagar obligaciones anteriores. Mi argumento es que la justicia debería, en este caso, demostrar su independencia de presiones ambientales, basándose en la única fuente de conocimiento del juez, que es el proceso mismo".
S.: Usted dise que la justicia en este caso debería demostrar su independencia. ¿Eso quiere decir que los jueces que son los que hacen justicia están actuando bajo presión?
L. M. Z.: "No sé si están actuando bajo ella. Pero la presión social, ambiental si existe dado el número grande de damnificados que muchas veces no analizan la responsabilidad individual".
S.: Pero de todas maneras deja usted flotando la idea de los jueces actuando con ganas de sangre y presionados.
¿Esta presión que usted denuncia es también por parte del gobierno y del sector privado?
L. M. Z.: "Debo dejar en claro varias cosas.
1) Hasta hoy, septiembre 9, no puedo afirmar que el juez 79 de instrucción criminal haya cometido alguna injusticia pues estaba en su derecho al ordenar la captura para la indagatoria, que no es sino un instrumento de defensa del procesado.
2) No critico la intervención del ministro de Justicia, pues él lo que ha hecho es descubrir una norma constitucional olvidada que establece que el ministerio público que ejerce por la Procuraduria General de la Nación, bajo la inmediata dirección del gobierno.
3) La presión a que me refiero es la de esa cosa informe, pero peligrosa que se llama opinión pública que no se nutre en fuentes procesales, sino extra procesales, acicateada por intereses económicos o mal informada. Por ello creo que deben oirse las diversas versiones sobre los hechos, para deslindar las actuaciones de los procesados".
S.: ¿Pero cree que con esa presión de la opinión pública que usted denuncia, hay jueces capaces de tomar decisiones independientes?
L. M. Z.: "Aparentemente, se requiere un gran carácter, valor e independencia, pero en verdad, yó si creo en los jueces de Colombia y confío en que la justicia actuará conforme a las probanzas y no movida por las consejas. Temporalmente, existirán criticas sobre cualquier decisión favorable, pero cuando se conozca la verdad, se sabrá que quien así proceda, se ha ceñido a la verdad procesal".
S.: ¿Usted cree que hay suficientes razones y pruebas para que don Félix esté detenido?
L. M. Z.: "De lo que conozco del proceso, afirmo con sinceridad que no he encontrado cargos contra él de comisión de delito alguno. Don Félix.Corred está acusado de autoprestarse un dinero, que si bien puede ser una irregularidad administrativa, no está tipificado como delito en la ley".
S.: ¿Bueno, según usted lo mejor para él, es que don Félix Corréa quede libre, se vaya a su casa y luego tome un avión hacia Miami a descansar?
L. M. Z.: "Lo del viaje al exterior lo hubiese podido hacer don Félix hace mucho tiempo. No lo quiso hacer, se presenta voluntariamente y está afrontando valientemente la situación".
S.: ¿Según usted, cuál es pues, la solución a todo este enredo?
L. M. Z.: "La solucidn es comercial y ella se dificulta con la privación de la libertad de don Félix. El no está negando deber y los ahorradores deben convencerse de que su prisión en lugar de favorecer las negociaciones, las entorpecen".
S.: Pero usted parece ser un defensor a capa y espada de don Félix y entonces ¿quién se va a apiadar de los pobres ahorradores que hoy no tienen quien vele por ellos?
L. M. Z.: "Es que don Félix está defendiendo a los ahorradores y ha mostrado su preocupacidn por ellos. A guisa de ejemplo no hay que olvidar que las lisencias del Banco Nacional y de las corporaciones financieras representan un altísimo valor en miles de millones de pesos, y al transferirse ellas, su valor pasaría a los ahorradores. Sigo insistiendo en la solución comercial que es más ventajosa para todos que la patibularia".
S.: ¿Existe en la historia judicial del país o del mundo antecedentes de casos juzgados bajo presión de la opinión pública o de otro tipo de presiones?
L. M. Z.: La historia está llena de casos, de errores judiciales cometidos por la sed de venganza de la opinión pública mal orientada. Cualquiera puede recordar el caso del capitán Dreyffus en Francia de Sacco y Vanzzetti en EE.UU, los Pósemberg en Francia, de la muerte de Vilma Montessi, en Italia, etc. Hay un famoso libro de Pacifico Fiori, titulado 'Soy inocente' que no hace sino recopilar errores judiciales y en él aparecen muchos donde la causa de ellos es la presión de lo que se llama opinión pública.
En este momento de la vida colombiana el dicho de que la justicia es para los dé ruana se cambio totalmente y como reacción a él se ha querido enfocarla contra los de sacoleva. Ambos extremos son criticables".
S.: ¿Luego admite usted que existe este ánimo preestablecido en los jueces?
L. M . Z.: "No quiero generalizar, pero es posible que, algunos estén es esa situación".