Especiales Semana

Un largo trecho por recorrer

Los colombianos aún tienen mucho por hacer para crear el capital social –basado en la confianza– necesario para alcanzar los objetivos comunes.

Mauricio Rodríguez Múnera*
21 de junio de 2009

En su libro Confianza, el destacado historiador Francis Fukuyama define muy bien el origen de este factor clave que sirve de catalizador del progreso social, económico y político de una comunidad. Según el científico, el bienestar colectivo depende de la capacidad de asociación de los individuos. Y dicha capacidad a su vez es una función del grado en el que se comparten las normas y los valores. Agrega un elemento indispensable: la facilidad que debe tener un grupo para subordinar los intereses particulares a las necesidades más amplias del conjunto. La sumatoria de los anteriores ingredientes produce la confianza, común denominador del éxito de todas las sociedades.

Por el contrario, como aparece en el epígrafe del citado texto, sostiene Emile Durkheim (en su libro La división del trabajo en la sociedad) que “una sociedad compuesta por una cantidad infinita de individuos desorganizados, que un Estado hipertrofiado se ve obligado a oprimir y contener, constituye una verdadera monstruosidad social”.
Entre estos dos extremos –el ideal y el peor escenario– ¿dónde está Colombia hoy en día?

En materia económica, es indudable que en esta década ha habido avances en la confianza que se tiene sobre el futuro del país. Desde 2002 el presidente Álvaro Uribe ha venido construyendo con esmero uno de los tres pilares de sus dos gobiernos, la llamada confianza inversionista. Dos indicadores demuestran logros muy importantes en este frente: la inversión extranjera anual se ha quintuplicado (10.000 millones de dólares anuales versus 2.000 al inicio de este siglo), y la inversión privada –como porcentaje del PIB– prácticamente se ha duplicado (al pasar de un promedio del 14 por ciento al 26 por ciento en años recientes).

Pero regresando a las definiciones del comienzo, la idea de confianza debe ir mucho más allá del simple deseo de invertir en actividades empresariales porque hay buenas perspectivas y reglas del juego claras y estables en el campo económico. Fukuyama nos recuerda que la confianza “es la expectativa que surge dentro de una comunidad del comportamiento normal, honesto y cooperativo, basada en normas comunes, compartidas por todos los miembros de dicha comunidad”. Y cuando existe dicha confianza nace el capital social, que es –según el sociólogo James Coleman– la habilidad para trabajar en grupos para alcanzar objetivos comunes valiosos.

Así pues, si consideramos este sentido más amplio de lo que significa la confianza en una sociedad, Colombia aún está lejos de un nivel satisfactorio. Lamentablemente las pruebas de ello saltan a la vista todos los días: la ausencia de solidaridad, la cultura del atajo (de la que habla Antanas Mockus), la ley de la selva (sálvese quien pueda), la débil defensa de lo público, la fragilidad de las instituciones (manipuladas por unos pocos para su provecho personal), las múltiples violaciones a la ley, el frecuente irrespeto de las más elementales normas de convivencia ciudadana.

Sin embargo, hay que registrar un hecho positivo: hay una creciente conciencia de las equivocaciones arriba descritas. Y ese es el primer paso para crear una sociedad en la que impere la confianza.

Los colombianos estamos comenzando a comprender, como lo recomienda Fukuyama, que para evitar la anarquía una comunidad tiene que ser capaz de ejercer el autogobierno por medio de organizaciones sociales de diferentes niveles, independientes del Estado. Porque de lo contrario, si no somos tolerantes, respetuosos, y no nos sometemos a la ley, si no podemos unirnos en procura de objetivos comunes, necesitaremos un Estado coercitivo para mantener el orden. Y como lo demuestra la historia, esa clase de Estado no conduce a buen destino.

10 Razones para el optimismo económico

• Las reservas internacionales superan los 24.000 millones de dólares, el doble del nivel que tenían hace seis años.

• La Bolsa de Valores ha subido en lo corrido del año 25 por ciento dada la fortaleza de las empresas inscritas en el mercado accionario.

• La deuda externa –pública y privada– ha descendido, como porcentaje del PIB, del 50 por ciento en 2003 a 24 por ciento en la actualidad.

• El ritmo anual de inversión extranjera en Colombia se ha quintuplicado en esta década, al pasar de 2.000 millones de dólares a 10.000 millones de dólares.

• La inversión, como porcentaje del PIB, prácticamente se ha duplicado en el pasado lustro, al aumentar del 14 al 26 por ciento.

• La inflación cerrará este año alrededor del 4 por ciento, nivel inferior a la meta (5 por ciento) del Banco de la República.

• La tasa de intervención del Banco de la República ha bajado 5 puntos porcentuales (del 10 por ciento al 5 por ciento anual) en los pasados cinco meses, y es probable que se reduzca medio punto porcentual adicional próximamente. Esto abaratará el costo del dinero para las empresas y los consumidores.

• La creciente escasez alimentaria mundial, que presionará al alza los precios de los alimentos, hará muy atractivo invertir en proyectos agroindustriales, especialmente en la Orinoquia colombiana.

• Según estudio de Araújo Ibarra, la Andi y Proexport, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos (que será aprobado a finales de este año o comienzos del entrante) generará muy buenas oportunidades comerciales para más de medio millar de productos y servicios colombianos.

• Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, el TLC con la Unión Europea impulsará un crecimiento adicional del PIB de aproximadamente 1 por ciento anual, y a su vez el acuerdo comercial con Canadá contribuirá además un 0,6 por ciento anual.

*Periodista y profesor universitario