Especiales Semana

UNTADAS DE PUEBLO

El desfile de carrozas fue un homenaje a la música colombiana y de paso un encuentro de las candidatas con el pueblo cartagenero.

11 de diciembre de 1995

EN LAS FIESTAS DEL pueblo hubo un gran ausente: la pólvora. Los buscapiés, que aterrorizan a los turistas, fueron prohibidos. Bajo las normas de la conmoción interior, el alcalde de Cartagena, Guillermo Paniza, decidió expedir una serie de normas, que incluían hasta cárcel, para que el desfile de carrozas, la única fiesta popular donde se mezclan el negro de Palenque con el despistado turista europeo y las candidatas departamentales, fuera tan sólo una fiesta. Agua y ron, pero no pólvora.
Los cartageneros terminaron por aceptar a regañadientes las prohibiciones de su alcalde para darle rienda suelta a unas festividades que empezaron el jueves en la mañana y sólo terminaron cuatro díasa después cuando en el Centro de Convenciones de Indias los colombianos conocieron el nombre de la nueva Señorita Colombia.
En la tarde del jueves la Avenida Santander era un hervidero de nativos que se disputaban a brazo partido las botellas de aguardiente y de ron que lanzaban las candidatas a su paso. Las papayeras, gaitas y cumbiambas apostadas sobre las murallas fueron las encargadas de animar la fiesta.
Este año, las 20 candidatas departamentales que desfilaron por las calles del Corralito de Piedra decidieron rendirle un homenaje a la música colombiana. Sus carruajes iban adornados con hermosos paisajes en los que se entremezclaban los rojos con los azules, blancos y amarillos. Ese canto a la tierra del Llano se lo rindieron las candidatas de Casanare y Meta.
El Valle y Cauca encontraron en la salsa el homenaje a las tierras de estos dos departamentos. Las papayeras, el tambor y la maraca fueron la expresión artística en el desfile de las candidatos de Sucre y Córdova. Caldas y Antioquia vistieron sus carruajes de tiples y guitarras, mientras que Chocó y San Andrés se metieron en el alma de la música caribeña. El mar y las riquezas del Atrato sirvieron de inspiración a los diseñadores de estas carrozas.
Por su parte, Cesar y La Guajira iban adornadas de gaitas, tamboras, maracas, acordeón y guacharaca. Santander y Norte de Santander encontraron en la flauta la mejor expresión musical. Quindío y Tolima bailaron sin parar al ritmo del sanjuanero; el tiple y la guitarra también acompañaron a esta carroza adornada con colores fuertes.
Durante cinco horas el ron y el baile mandaron la parada. Al paso de las candidatas el pueblo no paró de vitorearlas, fue la única vez que estuvieron tan cerca de ellas y nadie perdió detalle de un desfile en el cual las comparsas, los grupos de bailes folclóricos y los ritmos autóctonos fueron los verdaderos protagonistas.-