Especiales Semana

Valió la pena

El caso de Avianca demuestra que tener confianza en tiempos de crisis puede ser el mejor de los negocios.

21 de junio de 2009

Este es el final feliz de la historia: Germán Efromovich vive muy bien en Colombia, país del que ya es ciudadano, posee inversiones en distintos sectores y es dueño de Avianca, una de las compañías aéreas más importantes de la región.

Hace cinco años, cuando el cuento empezaba, nadie veía que las cosas fueran a terminar así. Por el contrario, la realidad de Avianca sólo daba para esperar un final dramático: la compañía llevaba casi dos años en ley antiquiebras en Estados Unidos, debía 300 millones de dólares y su flujo de caja le daba para funcionar apenas 10 días más. De otra parte, había operación tortuga de los pilotos, y los usuarios perdían la confianza; la empresa estaba perdiendo mercado. Por eso todos estaban buscando desesperadamente un socio que se 'encartara' con semejante problema.

Y el príncipe azul apareció en la figura de Germán Efromovich, quien en menos de un mes hizo lo que otros duraron años pensando: le metió 65 millones de dólares, empezó un plan de ajuste y sacó adelante a la aerolínea insignia de los colombianos.

La explicación es muy sencilla, pues Efromovich se decidió a aplicar uno de los principios básicos de la economía: en medio de la crisis aparecen más oportunidades.

El nuevo dueño asumió la administración de la compañía en 2004. Empezó un plan de ajuste, laboral y operativo, para exigir mayores niveles de productividad y definir estrategias para recuperar mercado, para lo que aumentó las frecuencias y los destinos. Además, transmitió a todos sus empleados su obsesión por el servicio. Efromovich hizo famosas sus madrugadas a los mostradores de la aerolínea para atender él personalmente a los pasajeros. Así, el rumbo empezó a cambiar.

El nuevo dueño de la empresa tampoco se durmió en los laureles y en ningún momento escatimó en gastos. Sabía que era necesario renovar la flota para lograr tres objetivos: ofrecer mejores servicios a sus usuarios, generar economías de escala con su grupo Sinergy, que opera en varios mercados de Suramérica, y aprovechar los ahorros en combustible que ofrecen las nuevas tecnologías de la aviación.

Por eso se metió en un negocio de más de 5.000 millones de dólares para traer 72 aviones Airbus y Boeing de última generación, proceso que aún avanza y se extenderá hasta 2015. Pero, como si no fuera suficiente, decidió construir el nuevo edificio de la compañía que justamente se inaugura este fin de semana en Ciudad Salitre de Bogotá.

Los resultados ya se notan. Hoy la aerolínea tiene una flota de 58 aviones y opera a 21 destinos en Colombia y a 22 en América y Europa. Recuperó destinos importantes como Madrid, Los Ángeles y Washington. Realiza un promedio 1.100 vuelos semanales y la operación doméstica se incrementó en 6 puntos porcentuales.

Por todas estas razones, el año pasado la compañía tuvo ingresos operacionales por 3,7 billones de pesos -cerca de 1.700 millones de dólares- y el Ebitda fue de 300.000 millones de pesos -115 millones de dólares-, para una utilidad operacional de 213.000 millones de pesos.

Germán Efromovich dio una lección de cómo aplicar la confianza para sacarles oportunidades a las crisis. Su apuesta por Avianca fue para muchos arriesgadísima. Hoy los resultados demuestran que valió la pena.